/ lunes 1 de agosto de 2022

Pedro Navajas

En filosofía, una navaja es un principio o regla general que permite reducir el campo de hipótesis que trata un fenómeno, eliminando las explicaciones improbables.

Por ejemplo, la navaja de Hanlon es un principio filosófico que establece: «Nunca atribuyas a la maldad lo que se explica adecuadamente por la estupidez».

Y es que resulta que Estados Unidos y la OTAN se han desgastado en armar al régimen Ucraniano en su guerra contra los prorusos del Dombás desde el 2014, cuando auspiciaron un golpe de estado en aquel país eslavo al que nombraron con el eufemismo de Euromaidán (desconozco el porqué de ese cariño a las frases afeminadas para sus intervenciones como “Primavera Árabe”, “Operación Protector Unificado”, y así por el estilo, intentado tapar los horrores de las guerras que ocasionan con un eslogan).

Bien, en ese afán por alargar el conflicto de Ucrania, dotaron a Zelenzky de sistemas HIMARS, siglas de High Mobility Artillery Rocket System (Sistema de cohetes de artillería de alta movilidad) que son lanzamisiles múltiples ligeros montados en un camión, nietos de las Katiuscas soviéticas que doblegaron a los nazis en la misma Ucrania. Y fue ahora el régimen de Kiev, quien por necedad, impericia o imbecilidad, apuntó los HIMARS norteamericanos contra un campo de prisioneros de guerra que mató o dejó mutilados a casi 200 nacionalistas Ucranianos. Este evento ocurrido hace 3 días puede tener muchas lecturas o explicaciones, pero yo simplemente aplico la Navaja de Hanlon para poder entender cómo un país pudo perpetrar ese genocidio contra sus propios combatientes en la cárcel de Yelenovka en Donestk.

Aunque el verdadero culpable es Biden.

Dotar de HIMARS a Zelenzky fue como darle una pistola cargada a un niño de 10 años. Se ha documentado que los sistemas occidentales que no han sido destruidos por los rusos aún antes de ser usados, los han vendido, capturado o en el peor de los casos, Kiev los ha usado en contra de la población civil del Dombás.

La guerra por sí misma es estúpida, pero intentar alargarla hasta el punto de dejar en ruinas una nación lo es aún más. Sigo sin entender la intervención norteamericana en una parte del mundo que ni es América, ni es anglófona, ni anglosajona, como para quererla convertir en república bananera.

Bueno, corrijo, creo que antes las repúblicas bananeras se ubicaban geográficamente en Centroamérica y Sudamérica, pero desde la creación de la OTAN, ya casi toda Europa es ahora un remedo centroamericano por el intervencionismo gringo y la abyección de sus gobiernos al gran imperio, ni siquiera igualado por las dictaduras de Batista, Anastasio Somoza o Rafael Leónidas Trujillo en el siglo de oro de la Guerra fría.

La actual United Fruit Company está mejor representada hoy por el Nuevo Orden Mundial (NWO) acordado en Bretton Woods desde 1944 en Europa al finalizar la Segunda Guerra Mundial y financiado por las dinastías de los Rothschild, los Rockefeller, los Morgan, los Kissinger y los DuPont.

Pero ahora ya no es solo una sola nación, sino son tres súper potencias los grandes riesgos para que se siga llevando a cabo el desequilibrado orden unipolar: China, Rusia e India, a quienes quieren cortar con otra navaja filosófica llamada Navaja de Hume que reza: “si la causa que designa a un efecto no es suficiente para producirlo, se debe o bien rechazar la causa, o bien complementarla de tal forma que se ajuste al efecto”.

En filosofía, una navaja es un principio o regla general que permite reducir el campo de hipótesis que trata un fenómeno, eliminando las explicaciones improbables.

Por ejemplo, la navaja de Hanlon es un principio filosófico que establece: «Nunca atribuyas a la maldad lo que se explica adecuadamente por la estupidez».

Y es que resulta que Estados Unidos y la OTAN se han desgastado en armar al régimen Ucraniano en su guerra contra los prorusos del Dombás desde el 2014, cuando auspiciaron un golpe de estado en aquel país eslavo al que nombraron con el eufemismo de Euromaidán (desconozco el porqué de ese cariño a las frases afeminadas para sus intervenciones como “Primavera Árabe”, “Operación Protector Unificado”, y así por el estilo, intentado tapar los horrores de las guerras que ocasionan con un eslogan).

Bien, en ese afán por alargar el conflicto de Ucrania, dotaron a Zelenzky de sistemas HIMARS, siglas de High Mobility Artillery Rocket System (Sistema de cohetes de artillería de alta movilidad) que son lanzamisiles múltiples ligeros montados en un camión, nietos de las Katiuscas soviéticas que doblegaron a los nazis en la misma Ucrania. Y fue ahora el régimen de Kiev, quien por necedad, impericia o imbecilidad, apuntó los HIMARS norteamericanos contra un campo de prisioneros de guerra que mató o dejó mutilados a casi 200 nacionalistas Ucranianos. Este evento ocurrido hace 3 días puede tener muchas lecturas o explicaciones, pero yo simplemente aplico la Navaja de Hanlon para poder entender cómo un país pudo perpetrar ese genocidio contra sus propios combatientes en la cárcel de Yelenovka en Donestk.

Aunque el verdadero culpable es Biden.

Dotar de HIMARS a Zelenzky fue como darle una pistola cargada a un niño de 10 años. Se ha documentado que los sistemas occidentales que no han sido destruidos por los rusos aún antes de ser usados, los han vendido, capturado o en el peor de los casos, Kiev los ha usado en contra de la población civil del Dombás.

La guerra por sí misma es estúpida, pero intentar alargarla hasta el punto de dejar en ruinas una nación lo es aún más. Sigo sin entender la intervención norteamericana en una parte del mundo que ni es América, ni es anglófona, ni anglosajona, como para quererla convertir en república bananera.

Bueno, corrijo, creo que antes las repúblicas bananeras se ubicaban geográficamente en Centroamérica y Sudamérica, pero desde la creación de la OTAN, ya casi toda Europa es ahora un remedo centroamericano por el intervencionismo gringo y la abyección de sus gobiernos al gran imperio, ni siquiera igualado por las dictaduras de Batista, Anastasio Somoza o Rafael Leónidas Trujillo en el siglo de oro de la Guerra fría.

La actual United Fruit Company está mejor representada hoy por el Nuevo Orden Mundial (NWO) acordado en Bretton Woods desde 1944 en Europa al finalizar la Segunda Guerra Mundial y financiado por las dinastías de los Rothschild, los Rockefeller, los Morgan, los Kissinger y los DuPont.

Pero ahora ya no es solo una sola nación, sino son tres súper potencias los grandes riesgos para que se siga llevando a cabo el desequilibrado orden unipolar: China, Rusia e India, a quienes quieren cortar con otra navaja filosófica llamada Navaja de Hume que reza: “si la causa que designa a un efecto no es suficiente para producirlo, se debe o bien rechazar la causa, o bien complementarla de tal forma que se ajuste al efecto”.

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