/ miércoles 5 de enero de 2022

Queridos Reyes, una Nueva Ciudad

A esta altura del año ya, después de la resaca de nuevos gobiernos y buenas intenciones en la gobernanza de cada ciudad, comienzan ya las urgencias cotidianas y los problemas sociales que no pueden tener más emplazamientos. Ya no es suficiente el pretexto de que no hay recurso, aun cuando no hay recurso.

El síndrome de “menos días señor presidente” juega en contra de todos los servidores públicos, cada día que pasa es una oportunidad menos para solucionar los retos enfrente. Aquellos que se fueron de vacaciones encontraran que los problemas ahí siguen pero ahora un poco más grandes.

Las apuestas por construir una mejor infraestructura suben pero la importancia sobre tener un plan listo para esas construcciones bajan. Es época de vacas flacas, mínimo los constructores de obra pública saben a lo que me refiero, son pocas las acciones que por descuido político o por estrategias de ahorro se pueden hacer en este cierre de año. Pero el ajuste cinturones será hasta marzo o abril, donde los presupuestos caigan en las arcas del municipio y se regrese a la normalidad constructiva.

Aquí la razón de porque vemos sufrir a los vecinos con construcciones en medio de las épocas de lluvia, porque si bien nos va estaremos comenzando a contratar a inicios de que Tláloc comienza a regir. Aunque mucho se ha hablado ya de la importancia de la planeación en materia de construcción, pareciera que el gran elefante de la burocracia aún le cuesta avanzar, esperando llegar a un punto donde la pendiente y la inercia tome un rumbo con mayor velocidad, quizá con que tome rumbo, sea suficiente.

Obras proyectadas que mínimo ahora se consultan y se socializan por medio del diseño participativo de los vecinos, no coinciden con los consejos de planeación que dan legalidad al actuar burocrático, no es culpa de los municipios, a veces el que hacer administrativo desde hace décadas ha logrado que primero se construya y luego se “planche” para darle toda la legalidad.

A esta altura del año ya, después de la resaca de nuevos gobiernos y buenas intenciones en la gobernanza de cada ciudad, comienzan ya las urgencias cotidianas y los problemas sociales que no pueden tener más emplazamientos. Ya no es suficiente el pretexto de que no hay recurso, aun cuando no hay recurso.

El síndrome de “menos días señor presidente” juega en contra de todos los servidores públicos, cada día que pasa es una oportunidad menos para solucionar los retos enfrente. Aquellos que se fueron de vacaciones encontraran que los problemas ahí siguen pero ahora un poco más grandes.

Las apuestas por construir una mejor infraestructura suben pero la importancia sobre tener un plan listo para esas construcciones bajan. Es época de vacas flacas, mínimo los constructores de obra pública saben a lo que me refiero, son pocas las acciones que por descuido político o por estrategias de ahorro se pueden hacer en este cierre de año. Pero el ajuste cinturones será hasta marzo o abril, donde los presupuestos caigan en las arcas del municipio y se regrese a la normalidad constructiva.

Aquí la razón de porque vemos sufrir a los vecinos con construcciones en medio de las épocas de lluvia, porque si bien nos va estaremos comenzando a contratar a inicios de que Tláloc comienza a regir. Aunque mucho se ha hablado ya de la importancia de la planeación en materia de construcción, pareciera que el gran elefante de la burocracia aún le cuesta avanzar, esperando llegar a un punto donde la pendiente y la inercia tome un rumbo con mayor velocidad, quizá con que tome rumbo, sea suficiente.

Obras proyectadas que mínimo ahora se consultan y se socializan por medio del diseño participativo de los vecinos, no coinciden con los consejos de planeación que dan legalidad al actuar burocrático, no es culpa de los municipios, a veces el que hacer administrativo desde hace décadas ha logrado que primero se construya y luego se “planche” para darle toda la legalidad.