El mecanismo de Anticitera era una computadora de la antigüedad diseñada para predecir posiciones astronómicas y los eclipses hasta con diecinueve años de anticipación; también saber la fecha exacta de seis certámenes griegos antiguos: los Juegos de Olimpia, los Juegos Píticos, los Juegos Ístmicos, los Juegos Nemeos, los Juegos de Dodona y los de la isla de Rodas.
Fue uno de los primeros inventos para realizar predicciones y de ahí hasta las computadoras han ido mejorando las matrices de riesgo. Pero a pesar de que hace milenios se tiene la capacidad de predecir el futuro, hay quienes se empeñan en arriesgarse (con el dinero de otros, claro) en negocios que de entrada nacen muertos, como el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Una rapsodia es una composición musical que no tiene aparente relación ni estructural ni lógica con la obra principal en la cual está inserta. Así es la política en México: no se pueden tener planes teansexenales porque cada seis años el país se destruye y reinventa.
Los proyectos de infraestructura suelen ser bandera de las plataformas políticas en tiempos de elección; sin embargo, la corrupción que ronda a los procesos de licitación y asignaciones han convertido las obras en controversias de interés general. Esto no es nuevo, basta leer “Casi el Paraíso” de Luis Spota para darnos cuenta que siempre ha existido corrupción (por lo menos desde la década de los 50’s cuando fue escrita la novela) en la asignación de las Obras Públicas.
Los últimos 12 años vimos una refinería que jamás se construyó; Las rutas ferroviarias México-Querétaro, México-Toluca, Transítsmico y un largo etc. Cada gobierno es una Rapsodia dentro de la Historia de México. Y cada proyecto dejado a medias es tan caprichoso como la orina de un protático, dejando algo más que esqueléticos elefantes blancos: dejan desastre en los bolsillos de los trabajadores.
No critico la cancelación del aeropuerto luego de darme cuenta de toda la corrupción en la que estaba envuelta la obra, ahora mi preocupación es sobre la inversión de mi afore (sin que me tomaran en cuenta), en un proyecto mortinato.
Espero que esto le deje como lección al nuevo gobierno que no le pueden confiar el futuro de los trabajadores a la buena voluntad de los banqueros. Eso ya ha quedado demostrado y hay países que han regresado al sistema tradicional de pensiones.
Será penosísimo que el día que ya viejo, luego de una larga vida laboral, me den como pago de pensión un lote de un metro cuadrado bajo las aguas del lago de Texcoco, donde Afore Siglo XXI invirtió mi plata de toda la vida. Lo peor es tener que esperar a que se seque por completo el agua para poder instalar por lo menos una tienda de campaña y no tener que vivir arrimado con algún familiar porque el sistema bancario jugó a los volados con el futuro de los mexicanos.
