/ domingo 11 de julio de 2021

Resentimiento y Rencor

“Nada en la tierra consume a un hombre más rápidamente que la pasión del resentimiento” Friedrich Nietzsche

La sociología y la psicología nos enseñan que en cualquier persona, sin importar el entorno en que crezca y desarrolle su personalidad, conforme crece van apareciendo las emociones llamadas primarias o básicas. Son producto de la información que el cerebro enjuicia proveniente de lo que captan los sentidos. Comparo con una computadora que va acumulando información que procesa y encausa cuando lo solicitamos. Gracias a ello podemos diferenciar lo que nos gusta y lo que nos desagrada provocando una emoción.

A diferencia de los seres irracionales, tenemos bases para establecer relaciones humanas con el propósito de dirigir nuestra conducta que favorece el trato entre unos y otros, al fin y al cabo que el hombre es un ente social, religioso y político. Los investigadores refieren seis emociones que todo individuo siente: felicidad, enojo, asco, sorpresa, tristeza y miedo que experimentamos cuando interactuamos con las personas que nos rodean o con nuestro hábitat físico. De ahí parte una gama de reacciones, sirva de ejemplo: la felicidad que puede convertirse en amor o la ira en agresividad.

De esto se desprende la importancia que se tiene para ser en la vida un hombre de bien, haber nacido en ambiente familiar sano, de padres y/o tutores que enseñen los valores de la empatía, del amor, de la gratitud, del perdón, de la sinceridad, etc.

Por lo que habrá emociones positivas y negativas, estados complicados de exponer al entrar en el terreno de la psicología. Entre las emociones perniciosas está el rencor determinado por el estado de ánimo de quien lo experimenta. Un sentimiento de hostilidad hacia algo o alguien que, según su parecer le ha cometido una injusticia o un daño que puede remontarse a la infancia o a los años juveniles, o de fracaso por obtener un puesto o quizá en desamores o por ser víctima de discriminación social. Agresiones a la personalidad que si son de origen externo son explicables.

También hay rencor nacido de la inmadurez para solucionar conflictos que regularmente se presentan en el transcurso de la vida.

El rencor es un estado psicológico que predispone a hacer crónicos los conflictos con otras personas instituciones. Común es que se amalgame con la envidia, el odio y el resentimiento, que en la política es un riesgo cuando un dirigente lo padece y olvida que ha sido elegido para gobernar a todos incluyendo a quien le haya causado perjuicio; a aliados y rivales, que discrimina y polariza a la población en buenos y malos según su propio criterio.

Desviaciones que avivan el ego y el poder único y personal. Pese a todo, hay casos que, al menos por un tiempo, la voluntad de un solo hombre llevaron a países al progreso, pero cuando se carece de iniciativas inteligentes, inexplicablemente se calcan políticas de países que han empobrecido por falta de incentivos para mejorar, empero, recibe el apoyo popular por medio de dádivas engañosas de bienestar que coartan la aspiración de prosperar con estudio, trabajo, constancia y esfuerzo.

P.S. Por vacaciones, no escribiré esta columna las próximas dos semanas. D. M. reanudaré el día 1 de agosto.

flokay33@gmail.com

“Nada en la tierra consume a un hombre más rápidamente que la pasión del resentimiento” Friedrich Nietzsche

La sociología y la psicología nos enseñan que en cualquier persona, sin importar el entorno en que crezca y desarrolle su personalidad, conforme crece van apareciendo las emociones llamadas primarias o básicas. Son producto de la información que el cerebro enjuicia proveniente de lo que captan los sentidos. Comparo con una computadora que va acumulando información que procesa y encausa cuando lo solicitamos. Gracias a ello podemos diferenciar lo que nos gusta y lo que nos desagrada provocando una emoción.

A diferencia de los seres irracionales, tenemos bases para establecer relaciones humanas con el propósito de dirigir nuestra conducta que favorece el trato entre unos y otros, al fin y al cabo que el hombre es un ente social, religioso y político. Los investigadores refieren seis emociones que todo individuo siente: felicidad, enojo, asco, sorpresa, tristeza y miedo que experimentamos cuando interactuamos con las personas que nos rodean o con nuestro hábitat físico. De ahí parte una gama de reacciones, sirva de ejemplo: la felicidad que puede convertirse en amor o la ira en agresividad.

De esto se desprende la importancia que se tiene para ser en la vida un hombre de bien, haber nacido en ambiente familiar sano, de padres y/o tutores que enseñen los valores de la empatía, del amor, de la gratitud, del perdón, de la sinceridad, etc.

Por lo que habrá emociones positivas y negativas, estados complicados de exponer al entrar en el terreno de la psicología. Entre las emociones perniciosas está el rencor determinado por el estado de ánimo de quien lo experimenta. Un sentimiento de hostilidad hacia algo o alguien que, según su parecer le ha cometido una injusticia o un daño que puede remontarse a la infancia o a los años juveniles, o de fracaso por obtener un puesto o quizá en desamores o por ser víctima de discriminación social. Agresiones a la personalidad que si son de origen externo son explicables.

También hay rencor nacido de la inmadurez para solucionar conflictos que regularmente se presentan en el transcurso de la vida.

El rencor es un estado psicológico que predispone a hacer crónicos los conflictos con otras personas instituciones. Común es que se amalgame con la envidia, el odio y el resentimiento, que en la política es un riesgo cuando un dirigente lo padece y olvida que ha sido elegido para gobernar a todos incluyendo a quien le haya causado perjuicio; a aliados y rivales, que discrimina y polariza a la población en buenos y malos según su propio criterio.

Desviaciones que avivan el ego y el poder único y personal. Pese a todo, hay casos que, al menos por un tiempo, la voluntad de un solo hombre llevaron a países al progreso, pero cuando se carece de iniciativas inteligentes, inexplicablemente se calcan políticas de países que han empobrecido por falta de incentivos para mejorar, empero, recibe el apoyo popular por medio de dádivas engañosas de bienestar que coartan la aspiración de prosperar con estudio, trabajo, constancia y esfuerzo.

P.S. Por vacaciones, no escribiré esta columna las próximas dos semanas. D. M. reanudaré el día 1 de agosto.

flokay33@gmail.com