/ lunes 2 de marzo de 2020

Salario mínimo, ¿justo?

“No hablamos sólo de asegurar a todos la comida, o un ‘decoroso sustento’, sino de que tengan ‘prosperidad sin exceptuar bien alguno’. Esto implica educación, acceso al cuidado de la salud y especialmente trabajo, porque en el trabajo libre, creativo, participativo y solidario, el ser humano expresa y acrecienta la dignidad de su vida. El salario justo permite el acceso adecuado a los demás bienes que están destinados al uso común”. Papa Francisco.

Una realidad que nos acontece como país es el gran rezago social presente en nuestra sociedad, según estimaciones del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) el 41.9 por ciento (datos para 2018) de la población vivía en situación de pobreza (definiendo pobreza como la situación que enfrenta una persona al presentar al menos una carencia social y su ingreso sea insuficiente para adquirir los bienes y servicios requeridos para satisfacer sus necesidades básicas), un equivalente a 52.4 millones de personas, repito, 52.4 MILLONES DE PERSONAS.

El estar diciendo que cerca de la mitad de la población no puede satisfacer sus necesidades básicas nos dice una cosa, lo que hemos estado haciendo como país no ha sido suficiente y, de seguir con esa tendencia, probablemente nunca lo será.

Hablar de justicia en el mercado laboral puede tener distintas opiniones, sin embargo, verla desde una interpretación literal (darle a cada quien lo que le corresponde) puede ser muy perverso ya que, cómo sabemos, una gran parte de la población que labora no tiene distintas opciones para colocarse en el mercado laboral debido a la limitación individual que se ha dado como resultado de la falta de oportunidades académicas; la necesidad prematura de trabajar para poder sobrevivir; incluso podría ser algo cultural (no entraré en este tema para no generar polémica) y muchas variables más. Es por ello que, desde mi punto de vista, justicia salarial debe contemplar como mínimo la satisfacción de las necesidades básicas de los individuos (techo, comida, saludo, ocio).

Para dar más contexto, y ya específicamente hablando del salario, los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) para el cuarto trimestre de 2019 nos dicen que 11 millones de personas ganaban hasta un salario mínimo al mes (puede ser menor o igual) es decir, estas personas debieron satisfacer sus necesidades básicas con $3,121.5 pesos al mes lo cual, resulta ridículo e inalcanzable.

Más errores que aciertos, sin embargo, hay que aplaudir una de las decisiones más acertadas del gobierno encabezado por AMLO ¡el aumento al salario mínimo! el cual, pasó de 88.36 en el año 2018 a 123.22 pesos por día para este 2020. No es casualidad que se haya dado este consenso entre empresarios, sociedad y gobierno para llegar a este acuerdo en relación con dicho aumento. Es una verdad fría y cruel que las condiciones laborales en nuestro país son malas y los salarios no son lo suficientemente adecuados para satisfacer las necesidades básicas de los empleados y sus familias.

El incremento antes mencionado definitivamente es algo histórico debido a que este es el mayor aumento del que se tenga registro en los últimos 44 años además, este incremento ha incentivado el consumo y de ello se encuentra evidencia en el Índice de Confianzas del Consumidor ya que desde diciembre se observó que dicho indicador rompió con la tendencia negativa observada a lo largo de 2019.

Sin embargo, muchos columnistas y analistas políticos han considerado que dicha acción va enfocada únicamente para aumentar la popularidad del presidente, podrá ser cierto o no, pero esta decisión va mas allá de cuestiones políticas, es algo que se tenía que hacer desde hace tiempo, se lo debemos a los trabajadores, motor fundamental de nuestra economía.

Ahora bien, es indispensable ser mesurados y acompañar estos aumentos salariales con acciones puntuales para aumentar la productividad de los trabajadores ya que, de lo contrario, podrían presionarse los precios a tal grado que se generaría una mayor inflación y, de no ser congruente, lo único que se lograría con el tiempo es el de preservar el poder adquisitivo del salario cosa que, como ya vimos no alcanza para satisfacer las necesidades básicas.

Por último, sí o sí se deben de mejorar los ingresos de los trabajadores y luchar para poder lograr una disminución en la brecha salarial que existe en nuestro país, de otro modo, seguirá acrecentándose la población con alguna de las carencias sociales y con la incapacidad de satisfacer sus necesidades básicas, ahora, habrá que esperar y observar los movimientos y presiones que dicho aumento generará en los precios en el mercado para poder determinar cuales deberán ser las siguientes acciones a tomar encaminadas a mejorar la vida de los trabajadores y sus familias que se encuentran en el decíl de la población con ingresos menores o iguales al salario mínimo.

“No hablamos sólo de asegurar a todos la comida, o un ‘decoroso sustento’, sino de que tengan ‘prosperidad sin exceptuar bien alguno’. Esto implica educación, acceso al cuidado de la salud y especialmente trabajo, porque en el trabajo libre, creativo, participativo y solidario, el ser humano expresa y acrecienta la dignidad de su vida. El salario justo permite el acceso adecuado a los demás bienes que están destinados al uso común”. Papa Francisco.

Una realidad que nos acontece como país es el gran rezago social presente en nuestra sociedad, según estimaciones del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) el 41.9 por ciento (datos para 2018) de la población vivía en situación de pobreza (definiendo pobreza como la situación que enfrenta una persona al presentar al menos una carencia social y su ingreso sea insuficiente para adquirir los bienes y servicios requeridos para satisfacer sus necesidades básicas), un equivalente a 52.4 millones de personas, repito, 52.4 MILLONES DE PERSONAS.

El estar diciendo que cerca de la mitad de la población no puede satisfacer sus necesidades básicas nos dice una cosa, lo que hemos estado haciendo como país no ha sido suficiente y, de seguir con esa tendencia, probablemente nunca lo será.

Hablar de justicia en el mercado laboral puede tener distintas opiniones, sin embargo, verla desde una interpretación literal (darle a cada quien lo que le corresponde) puede ser muy perverso ya que, cómo sabemos, una gran parte de la población que labora no tiene distintas opciones para colocarse en el mercado laboral debido a la limitación individual que se ha dado como resultado de la falta de oportunidades académicas; la necesidad prematura de trabajar para poder sobrevivir; incluso podría ser algo cultural (no entraré en este tema para no generar polémica) y muchas variables más. Es por ello que, desde mi punto de vista, justicia salarial debe contemplar como mínimo la satisfacción de las necesidades básicas de los individuos (techo, comida, saludo, ocio).

Para dar más contexto, y ya específicamente hablando del salario, los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) para el cuarto trimestre de 2019 nos dicen que 11 millones de personas ganaban hasta un salario mínimo al mes (puede ser menor o igual) es decir, estas personas debieron satisfacer sus necesidades básicas con $3,121.5 pesos al mes lo cual, resulta ridículo e inalcanzable.

Más errores que aciertos, sin embargo, hay que aplaudir una de las decisiones más acertadas del gobierno encabezado por AMLO ¡el aumento al salario mínimo! el cual, pasó de 88.36 en el año 2018 a 123.22 pesos por día para este 2020. No es casualidad que se haya dado este consenso entre empresarios, sociedad y gobierno para llegar a este acuerdo en relación con dicho aumento. Es una verdad fría y cruel que las condiciones laborales en nuestro país son malas y los salarios no son lo suficientemente adecuados para satisfacer las necesidades básicas de los empleados y sus familias.

El incremento antes mencionado definitivamente es algo histórico debido a que este es el mayor aumento del que se tenga registro en los últimos 44 años además, este incremento ha incentivado el consumo y de ello se encuentra evidencia en el Índice de Confianzas del Consumidor ya que desde diciembre se observó que dicho indicador rompió con la tendencia negativa observada a lo largo de 2019.

Sin embargo, muchos columnistas y analistas políticos han considerado que dicha acción va enfocada únicamente para aumentar la popularidad del presidente, podrá ser cierto o no, pero esta decisión va mas allá de cuestiones políticas, es algo que se tenía que hacer desde hace tiempo, se lo debemos a los trabajadores, motor fundamental de nuestra economía.

Ahora bien, es indispensable ser mesurados y acompañar estos aumentos salariales con acciones puntuales para aumentar la productividad de los trabajadores ya que, de lo contrario, podrían presionarse los precios a tal grado que se generaría una mayor inflación y, de no ser congruente, lo único que se lograría con el tiempo es el de preservar el poder adquisitivo del salario cosa que, como ya vimos no alcanza para satisfacer las necesidades básicas.

Por último, sí o sí se deben de mejorar los ingresos de los trabajadores y luchar para poder lograr una disminución en la brecha salarial que existe en nuestro país, de otro modo, seguirá acrecentándose la población con alguna de las carencias sociales y con la incapacidad de satisfacer sus necesidades básicas, ahora, habrá que esperar y observar los movimientos y presiones que dicho aumento generará en los precios en el mercado para poder determinar cuales deberán ser las siguientes acciones a tomar encaminadas a mejorar la vida de los trabajadores y sus familias que se encuentran en el decíl de la población con ingresos menores o iguales al salario mínimo.