/ lunes 13 de mayo de 2019

Sensacional de Maistros

En 1979, Octavio Paz escribió “El Ogro Filantrópico”, en referencia al estatismo mexicano que creó el PRI y a un nuevo tipo de Tlatoani que le dio lugar: la alta burocracia o burocracia dorada que año con año elevaba el gasto público ocasionando conforme transcurría el tiempo un déficit en las finanzas.

El ogro filantrópico es el Estado mexicano, que tiene actos de solidaridad con cierto sector de la población (que casualmente representan al grueso del padrón electoral), al que asiste, subsidiando a los más pobres, pero al mismo tiempo que actúa de mecenas con algunos, dándole los peces en la mano sin darles la caña para pescar, es regresivo y violento contra la clase media y los contribuyentes cautivos, de donde intenta sacar los montos que requiere el asistencialismo, el paternalismo, la alfalfa para el rebaño de las próximas elecciones. Ya lo hizo el PRI años atrás y se ha hecho en Venezuela: instalar una dictadura burocrática socialista.

A pesar de todo el gasto erogado por el Estado Filantrópico, continuarán en la pobreza millones de mexicanos si lejos de atraer la inversión, es el mismo estado quien la desalienta con sus ocurrencias. A guisa de ejemplo esta: serán ahora PEMEX y la Secretaría de Energía quien construirán la nueva refinería de Dos Bocas, Tabasco, sin experiencia técnica y en un tiempo récord.

El problema con la burocracia dorada es que se sienten dueños de las instituciones públicas donde trabajan. Yo por experiencia no puedo poner como ejemplo la Secretaría de Energía o PEMEX, pero si el Instituto Mexicano del Seguro Social, donde cada nuevo director (el sexenio pasado sufrimos tres) y cada nuevo delegado piensan que pueden hacer lo que se les dé la gana con el instituto, sus trabajadores, sus derechohabientes y sus contratos colectivos (cada dos años tenemos la zozobra de quedarnos sin trabajo con las revisiones contractuales del mes de octubre y cada dos años vamos perdiendo logros y derechos. Ahora supongo que será bajo el lema “primero los pobres, me canso ganso”).

Por eso, si tanto a la Secretaría de Energía como a la Secretaria de la Defensa Nacional les nacieron dotes constructoras, espero que al nuevo Ogro Filantrópico no se le quiera ocurrir ponernos a los médico a hacer mezcla y echar paladas de tierra para construir los hospitales que hacen falta y dar un servicio de calidad a más de 50 millones de derechohabientes del IMSS. Está bien que los ortopedistas trabajamos con yeso, alambres y varillas, nos festejamos el 3 de Mayo y bebemos como albañiles, pero no pensarán ahora en usarnos de maistros de obra y a los médicos familiares de chalanes.

Debería ser obligado que los ciudadanos que están bajo algún programa asistencialista o de protección, no voten debido a que su voto no es franco. No puede valer lo mismo el voto de un contribuyente, que el de uno que vive a costa de lo que les da el estado (que obviamente saca de los impuestos a la siempre cautiva clase media y trabajadora) , solo así, con la fuerza y la convicción de quienes de verdad sudamos el pan que nos comemos y el vino que bebemos sacando adelante a este país, podremos derrotar al ogro del asistencialismo que no tiene otra visión que las próximas elecciones.

Algún otro autor lo nombra “la tiranía de las masas”, pero ya hablaré de ello después.

Pero, ¿por qué el título de esta columna?

No solo he leído a los clásicos. De niño devoraba todo lo que caía en mis manos, incluidos los pasquines de formato pequeño que publicaba editorial Ejea del tipo “literatura basura” que dejaban olvidados los albañiles que realizaban constantes remodelaciones a la casa. Todavía no existían tiendas especializadas en el hogar con tutoriales para pegar pisos, enjarrar y pintar, debía papá llamar al maistro.

Ahora reviviré esas lecturas para darme idea del México que nos espera con esa ideología copiada a Home Depot: “hágalo usted mismo”.







En 1979, Octavio Paz escribió “El Ogro Filantrópico”, en referencia al estatismo mexicano que creó el PRI y a un nuevo tipo de Tlatoani que le dio lugar: la alta burocracia o burocracia dorada que año con año elevaba el gasto público ocasionando conforme transcurría el tiempo un déficit en las finanzas.

El ogro filantrópico es el Estado mexicano, que tiene actos de solidaridad con cierto sector de la población (que casualmente representan al grueso del padrón electoral), al que asiste, subsidiando a los más pobres, pero al mismo tiempo que actúa de mecenas con algunos, dándole los peces en la mano sin darles la caña para pescar, es regresivo y violento contra la clase media y los contribuyentes cautivos, de donde intenta sacar los montos que requiere el asistencialismo, el paternalismo, la alfalfa para el rebaño de las próximas elecciones. Ya lo hizo el PRI años atrás y se ha hecho en Venezuela: instalar una dictadura burocrática socialista.

A pesar de todo el gasto erogado por el Estado Filantrópico, continuarán en la pobreza millones de mexicanos si lejos de atraer la inversión, es el mismo estado quien la desalienta con sus ocurrencias. A guisa de ejemplo esta: serán ahora PEMEX y la Secretaría de Energía quien construirán la nueva refinería de Dos Bocas, Tabasco, sin experiencia técnica y en un tiempo récord.

El problema con la burocracia dorada es que se sienten dueños de las instituciones públicas donde trabajan. Yo por experiencia no puedo poner como ejemplo la Secretaría de Energía o PEMEX, pero si el Instituto Mexicano del Seguro Social, donde cada nuevo director (el sexenio pasado sufrimos tres) y cada nuevo delegado piensan que pueden hacer lo que se les dé la gana con el instituto, sus trabajadores, sus derechohabientes y sus contratos colectivos (cada dos años tenemos la zozobra de quedarnos sin trabajo con las revisiones contractuales del mes de octubre y cada dos años vamos perdiendo logros y derechos. Ahora supongo que será bajo el lema “primero los pobres, me canso ganso”).

Por eso, si tanto a la Secretaría de Energía como a la Secretaria de la Defensa Nacional les nacieron dotes constructoras, espero que al nuevo Ogro Filantrópico no se le quiera ocurrir ponernos a los médico a hacer mezcla y echar paladas de tierra para construir los hospitales que hacen falta y dar un servicio de calidad a más de 50 millones de derechohabientes del IMSS. Está bien que los ortopedistas trabajamos con yeso, alambres y varillas, nos festejamos el 3 de Mayo y bebemos como albañiles, pero no pensarán ahora en usarnos de maistros de obra y a los médicos familiares de chalanes.

Debería ser obligado que los ciudadanos que están bajo algún programa asistencialista o de protección, no voten debido a que su voto no es franco. No puede valer lo mismo el voto de un contribuyente, que el de uno que vive a costa de lo que les da el estado (que obviamente saca de los impuestos a la siempre cautiva clase media y trabajadora) , solo así, con la fuerza y la convicción de quienes de verdad sudamos el pan que nos comemos y el vino que bebemos sacando adelante a este país, podremos derrotar al ogro del asistencialismo que no tiene otra visión que las próximas elecciones.

Algún otro autor lo nombra “la tiranía de las masas”, pero ya hablaré de ello después.

Pero, ¿por qué el título de esta columna?

No solo he leído a los clásicos. De niño devoraba todo lo que caía en mis manos, incluidos los pasquines de formato pequeño que publicaba editorial Ejea del tipo “literatura basura” que dejaban olvidados los albañiles que realizaban constantes remodelaciones a la casa. Todavía no existían tiendas especializadas en el hogar con tutoriales para pegar pisos, enjarrar y pintar, debía papá llamar al maistro.

Ahora reviviré esas lecturas para darme idea del México que nos espera con esa ideología copiada a Home Depot: “hágalo usted mismo”.







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