70 es el número atómico del Iterbio, uno de los elementos más raros de la Tabla Periódica, es también la media de la esperanza de vida mundial, y, el motivo de mi columna: los años que cumple la Escuela Preparatoria Federal por Cooperación Rector Miguel Hidalgo y Costilla, fundada en Acámbaro el 08 de diciembre de 1948. Institución en la cual enseñaron los maestros de manera gratuita, desde sus inicios y hasta 1958 en que conformó un patronato de padres de familia para poder retribuir a los académicos su servicio al pueblo, ya que gracias a la nueva preparatoria, no tenían que migrar a otra ciudad los jóvenes que querían continuar su educación media superior. La larga historia completa ya este mes siete veces siete, y para festejarlo se organizó una semana cultural como hace años no se vivía en la Capital del Pan Grande.
No son frecuentes las presentaciones culturales en Acámbaro, mucho menos en un escenario lleno a pesar de los 40 pesos de cover. Y no lo son, no por falta de cultura de los ciudadanos, sino por la de las autoridades municipales que se empeñan es seguir auspiciando grupos de narcocorridos y de música de banda en sus verbenas populares. Afortunadamente existen instituciones educativas más preocupadas por la oferta auditiva que nuestros ignotos mandatarios –la nueva administración está en espera de su bautismo de fuego en la siguiente feria de la Virgen del Refugio 1019, donde deberá debatirse entre la viabilidad económica versus la cultural.
El jueves 29 de noviembre, pese a todavía estar convaleciente de una salmonelosis que casi me dejó sin alma y sin intestinos 3 días atrás, decidí acudir como invitado especial a esta cita poco común en Acámbaro. Había lluvia y el termómetro se acercaba a los cero grados pese a aún estar en otoño, cosa también poco común.
Se trató de un cuarteto de cuerdas, el grupo Vernisazh , conformado por tres mexicanos y una maestra rusa, quienes amenizaron la fría noche con 3 horas de música clásica, tangos y valses.
Lo más emotivo fue encontrar a mis viejos compañeros y maestros en una sala casi llena.
Alguno de mis profesores bromeando reflexionó cómo cambiaba la vida: fui de los alumnos más rebeldes de mi generación, enamorado, borracho y jugador, y ahora estaba entre los invitados especiales. Le dije que la vida no nos cambia, pero la educación, los libros y nuestros maestros nos mejoran y nos inculcan los valores necesarios para hacerles frente a las circunstancias de la vida tal y como Dios nos creó.
Sigo siendo un rebelde, pero con causa. Tanto así que cuando todavía siendo director del IMSS, un supervisor de mi empresa intentó poner a prueba mi integridad humana al exigirme aplicar el terrorismo laboral en contra de mi personal, y pude escupirle su puesto directivo en la cara sin pensarlo dos veces (en el IMSS, este sexenio que terminó se aplicó la técnica del terrorismo laboral, aún más marcado en su etapa final, cuando se hizo casi imposible tapar los agujeros que dejaba la corrupción). Hubimos pocos, quienes para no ser cómplices decidimos presentar nuestras renuncias, como fue mi caso y el de los directores de Irapuato, Salamanca, San Luis de la Paz y mi mi buen amigo el subdirector de Celaya, con quienes en un cónclave que tuvimos decidimos no prestarnos más a la simulación de las autoridades, ni sufrir los maltratos del supervisor y presentar nuestras renuncias en bloque en un acto de dignidad. Se escucha y lee fácil, pero para perderles el miedo a las autoridades y soportar las consecuencias de hacer lo correcto se necesita un espíritu formado en las mejores escuelas, y en mi caso particular, yo me hice hombre en la cumbre del saber: la PREFECO Rector Miguel Hidalgo y Costilla, mejor conocida en Acámbaro como Prepa Roja, donde los mejores maestros me inculcaron los más altos valores.
—Sigo siendo un enamorado —le dije a mi profesor, pero ahora de la vida y de mi familia. Lo borracho ya me lo quitó la hipertensión y el ácido único, y con el dolor de rabadilla que me aqueja a mis 45 ya no juego ni a las canicas.
Todos reímos en el medio tiempo del concierto recordando anécdotas, hasta que continuó la magia musical.
Pero eso no sería todo, al día siguiente se presentarían dos excelentes propuestas en la Plazuela Miguel Hidalgo: el dueto Remember de Acámbaro y La Bola Suriana de Morelia, quienes prendieron hasta las 10 de la noche al público asistente con trova y música latinoamericana, que justo sea decir, gusta poco en la gente de espíritu pobre, pero fue lo ideal para un evento cultural, donde se demostró que en Acámbaro son más las almas pletóricas ya que también estuvo llena la plaza.
Y así, entre teatro, trova, música clásica y Rock, cerró el festejo por el setenta aniversario de La Prepa Roja, mi casa durante la adolescencia.
A sus maestros, alumnos y ex alumnos les deseo éxito y que la escuela continúe muchos años más formando generaciones de mexicanos probos y congruentes con lo que ahí se enseña. ¡Enhorabuena!
