/ sábado 17 de noviembre de 2018

SINE QUA NON

Comisiones bancarias: Patente de Corso


He expedido en consecuencia dos decretos, uno que nacionaliza los bancos privados del país y otro que establece el control generalizado de cambios… Es ahora o nunca, ya nos saquearon. México no se ha acabado. No nos volverán a saquear José López Portillo 1/Sep/1982, último informe ante el Congreso de la Unión


PROTAGONISMO Y REALIDAD

La reciente intentona –hasta ahora- del líder de la bancada morenista en el Senado, en el asunto de la eliminación o reducción de las comisiones bancarias, resultó, al último, puntilloso.

Por un lado, la “natural reacción” de banqueros y analistas ad hoc, da como resultado: 1.- Un “enfrentamiento temprano” entre Ricardo Monreal y el presidente electo, ello por la respuesta inmediata de éste último en franca contradicción con lo que se propone Monreal; 2.- Además, para otros, francamente exagerados, suscita un adelanto a la inquietud del Senador, para irse perfilando como candidato a la silla mayor, para el 2024; 3.- Que ha puesto de manifiesto la “intolerancia” de López Obrador, y la falta de respeto a la sana división de Poderes; 4.- La incongruencia en la postura política de ambos personajes y que no abona a un proyecto de Nación, etcétera, etcétera.

Sin embargo, existe la realidad, en este caso concreto, que golpea el rostro de los usuarios de la banca: Sí son excesivas y lesivas, tantas comisiones que cobran los bancos, hasta por la simple consulta de un saldo. Suman millones de ingresos para los banqueros. Y si nos vamos más al fondo, una medida como ésa no necesariamente acarrearía perjuicios, sino lo contrario para los usuarios de los servicios. Puede sí, afectar temporalmente la especulación bursátil, pero no llevaría a un “crac” económico.

Cómo no recordar, la “expropiación” o nacionalización de la Banca Mercantil, en 1982, como señalo en el epígrafe de hoy –aunque no hay analogía, con lo que propone Monreal- sí parangón con la reacción de los banqueros y con la calificación de oportunismo político; luego la “liberación o privatización”, en tiempos de Carlos Salinas de Gortari, 1991-92, en que la crítica mayor fue la entrega de la Banca a capitalistas extranjeros (92% de la Banca); después el “rescate bancario”, (FOBAPROA) en 1995-6, en tiempos de Ernesto Zedillo Ponce de León; en que surgieron, mis estimados lectores, grandes “incógnitas”: 1.- El capital contable de todos los bancos era de unos 80 mil millones de pesos; 2.- El presidente Zedillo, en su segundo informe a la Nación, hizo mención de que el “rescate” sería por 180 mil millones de pesos y, 3.- Finalmente para 1999, la deuda a “rescatar” fue de 600 mil millones de pesos. Con ello, el problema aquél llamado en el extranjero “efecto tequila” y aquí, conocido como “el error de diciembre”, fue como quitarle un pelo al gato.

El nefasto FOBRAPOA, que suponía una medida proteccionista para los ahorradores, al final se convirtió en la salvación de ciertos banqueros, a cargo de los contribuyentes mexicanos, que por cierto, no “acabamos” de pagar; considerado por algunos críticos como uno de los mayores procesos de corrupción, para en poco tiempo, la Banca extranjera lograra un crecimiento exponencial y de ahí, para acá, empezó la “danza de las comisiones”. Y una verdadera y anhelada desregulación –por los grandes capitalistas- en favor de y para los banqueros.

Por supuesto que no debemos estar en pro del “ahorcamiento” de una Banca de desarrollo, pero la comercial actual, lo que menos hace es precisamente apoyar al progreso, pues aunque no sea su dinero, no lo arriesga ni una raya. Regular –sea por adicionar o abrogar leyes- que cuiden y protejan al usuario, al ahorrador (cada día en número menor, para desgracia económica familiar), es urgente y necesario, pero no pone en jaque al sistema bancario.


EL “SISTEMA”

Sabemos pues, que la Banca comercial, le apuesta casi todo a la especulación. La oferta –aunque disminuida- para el uso de las tarjetas de crédito, conocido también como dinero de “plástico”, el pago y préstamos de nómina, créditos hipotecarios a largo plazo al 3x1, las mentadas comisiones y un muy restringido crédito para el desarrollo comercial o empresarial, lejos está de la sencilla fórmula siguiente y que debería ser la vocación: Una adecuada supervisión bancaria, reglas explícitas en materia de garantías gubernamentales de los depósitos, y total transparencia en las operaciones financieras, es decir, el margen financiero de la banca debe representar la diferencia entre los intereses que ésta paga a los ahorradores que depositan su dinero (sus costos financieros) y los intereses que cobra por prestar el dinero depositado (ingresos). Ese margen representa lo que la banca cobra por servir como intermediario entre los ahorradores y los demandantes de crédito, y debe ser un buen indicador de las ganancias de los bancos.

Otorgar una “patente de corso” (Autorización sin cortapisas, de lo que no está permitido hacer a los demás) para que los banqueros aumenten sus ganancias sin asumir todo tipo de posiciones riesgosas, como lo concibió Salinas y culminó Zedillo, no es legal y menos favorable al público o clientes de los bancos: Si ganan los banqueros, sus resultados van a cuenta de la mayor concentración de la riqueza –para colmo caminan a las matrices extranjeras- si pierden, el gobierno responderá “socializando” las pérdidas. Al aprobarse la iniciativa del Ejecutivo sobre el FOBAPROA, la socialización de pérdidas añadió la concentración de la riqueza, a la profundización de la impunidad que caracteriza al régimen político actual.


LA CONDICIÓN SINE QUA NON

En una palabra, lo que se necesita, si se quiere una economía moderna y sobre todo sana, es transitar por un auténtico Estado de Derecho, y un real contrapeso para el equilibrio entre los Poderes (Estamos viendo reacción de la SCJN, al “desechar” la Ley de Seguridad Interior, aunque haya sido EPN su promotor, el mensaje es claro para AMLO). De ninguna manera, deben prevalecer los protagonismos, las aspiraciones políticas –por legítimas que sean- y mucho menos, jugar con los intereses y el destino de los mexicanos. Las “patentes de corso”, deben desaparecer, no hay razón válida para extender o dejar en suspenso reformas sociales, económicas y políticas que ya hoy, son exigencias añejas.

Tienen ustedes, mis estimados lectores, la última opinión. Salud, Alegría y Prosperidad.

Comisiones bancarias: Patente de Corso


He expedido en consecuencia dos decretos, uno que nacionaliza los bancos privados del país y otro que establece el control generalizado de cambios… Es ahora o nunca, ya nos saquearon. México no se ha acabado. No nos volverán a saquear José López Portillo 1/Sep/1982, último informe ante el Congreso de la Unión


PROTAGONISMO Y REALIDAD

La reciente intentona –hasta ahora- del líder de la bancada morenista en el Senado, en el asunto de la eliminación o reducción de las comisiones bancarias, resultó, al último, puntilloso.

Por un lado, la “natural reacción” de banqueros y analistas ad hoc, da como resultado: 1.- Un “enfrentamiento temprano” entre Ricardo Monreal y el presidente electo, ello por la respuesta inmediata de éste último en franca contradicción con lo que se propone Monreal; 2.- Además, para otros, francamente exagerados, suscita un adelanto a la inquietud del Senador, para irse perfilando como candidato a la silla mayor, para el 2024; 3.- Que ha puesto de manifiesto la “intolerancia” de López Obrador, y la falta de respeto a la sana división de Poderes; 4.- La incongruencia en la postura política de ambos personajes y que no abona a un proyecto de Nación, etcétera, etcétera.

Sin embargo, existe la realidad, en este caso concreto, que golpea el rostro de los usuarios de la banca: Sí son excesivas y lesivas, tantas comisiones que cobran los bancos, hasta por la simple consulta de un saldo. Suman millones de ingresos para los banqueros. Y si nos vamos más al fondo, una medida como ésa no necesariamente acarrearía perjuicios, sino lo contrario para los usuarios de los servicios. Puede sí, afectar temporalmente la especulación bursátil, pero no llevaría a un “crac” económico.

Cómo no recordar, la “expropiación” o nacionalización de la Banca Mercantil, en 1982, como señalo en el epígrafe de hoy –aunque no hay analogía, con lo que propone Monreal- sí parangón con la reacción de los banqueros y con la calificación de oportunismo político; luego la “liberación o privatización”, en tiempos de Carlos Salinas de Gortari, 1991-92, en que la crítica mayor fue la entrega de la Banca a capitalistas extranjeros (92% de la Banca); después el “rescate bancario”, (FOBAPROA) en 1995-6, en tiempos de Ernesto Zedillo Ponce de León; en que surgieron, mis estimados lectores, grandes “incógnitas”: 1.- El capital contable de todos los bancos era de unos 80 mil millones de pesos; 2.- El presidente Zedillo, en su segundo informe a la Nación, hizo mención de que el “rescate” sería por 180 mil millones de pesos y, 3.- Finalmente para 1999, la deuda a “rescatar” fue de 600 mil millones de pesos. Con ello, el problema aquél llamado en el extranjero “efecto tequila” y aquí, conocido como “el error de diciembre”, fue como quitarle un pelo al gato.

El nefasto FOBRAPOA, que suponía una medida proteccionista para los ahorradores, al final se convirtió en la salvación de ciertos banqueros, a cargo de los contribuyentes mexicanos, que por cierto, no “acabamos” de pagar; considerado por algunos críticos como uno de los mayores procesos de corrupción, para en poco tiempo, la Banca extranjera lograra un crecimiento exponencial y de ahí, para acá, empezó la “danza de las comisiones”. Y una verdadera y anhelada desregulación –por los grandes capitalistas- en favor de y para los banqueros.

Por supuesto que no debemos estar en pro del “ahorcamiento” de una Banca de desarrollo, pero la comercial actual, lo que menos hace es precisamente apoyar al progreso, pues aunque no sea su dinero, no lo arriesga ni una raya. Regular –sea por adicionar o abrogar leyes- que cuiden y protejan al usuario, al ahorrador (cada día en número menor, para desgracia económica familiar), es urgente y necesario, pero no pone en jaque al sistema bancario.


EL “SISTEMA”

Sabemos pues, que la Banca comercial, le apuesta casi todo a la especulación. La oferta –aunque disminuida- para el uso de las tarjetas de crédito, conocido también como dinero de “plástico”, el pago y préstamos de nómina, créditos hipotecarios a largo plazo al 3x1, las mentadas comisiones y un muy restringido crédito para el desarrollo comercial o empresarial, lejos está de la sencilla fórmula siguiente y que debería ser la vocación: Una adecuada supervisión bancaria, reglas explícitas en materia de garantías gubernamentales de los depósitos, y total transparencia en las operaciones financieras, es decir, el margen financiero de la banca debe representar la diferencia entre los intereses que ésta paga a los ahorradores que depositan su dinero (sus costos financieros) y los intereses que cobra por prestar el dinero depositado (ingresos). Ese margen representa lo que la banca cobra por servir como intermediario entre los ahorradores y los demandantes de crédito, y debe ser un buen indicador de las ganancias de los bancos.

Otorgar una “patente de corso” (Autorización sin cortapisas, de lo que no está permitido hacer a los demás) para que los banqueros aumenten sus ganancias sin asumir todo tipo de posiciones riesgosas, como lo concibió Salinas y culminó Zedillo, no es legal y menos favorable al público o clientes de los bancos: Si ganan los banqueros, sus resultados van a cuenta de la mayor concentración de la riqueza –para colmo caminan a las matrices extranjeras- si pierden, el gobierno responderá “socializando” las pérdidas. Al aprobarse la iniciativa del Ejecutivo sobre el FOBAPROA, la socialización de pérdidas añadió la concentración de la riqueza, a la profundización de la impunidad que caracteriza al régimen político actual.


LA CONDICIÓN SINE QUA NON

En una palabra, lo que se necesita, si se quiere una economía moderna y sobre todo sana, es transitar por un auténtico Estado de Derecho, y un real contrapeso para el equilibrio entre los Poderes (Estamos viendo reacción de la SCJN, al “desechar” la Ley de Seguridad Interior, aunque haya sido EPN su promotor, el mensaje es claro para AMLO). De ninguna manera, deben prevalecer los protagonismos, las aspiraciones políticas –por legítimas que sean- y mucho menos, jugar con los intereses y el destino de los mexicanos. Las “patentes de corso”, deben desaparecer, no hay razón válida para extender o dejar en suspenso reformas sociales, económicas y políticas que ya hoy, son exigencias añejas.

Tienen ustedes, mis estimados lectores, la última opinión. Salud, Alegría y Prosperidad.

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