/ domingo 30 de agosto de 2020

Sine qua non

Democracia sindical: ¿Sueño guajiro?

La semana pasada referí sobre la “politización de la Justicia”, hoy comento un tema conexo al concepto central del Valor en mención: Las relaciones obrero-patronales en México y el Sindicalismo. No sé hasta qué punto los mismos trabajadores conozcan cómo y por qué de la exigencia del socio poderoso en el T-MEC, es decir, los EUA, para que México incluyera de manera inexcusable una “cláusula democrática” en dicho Tratado Comercial, que suple al TLCAN.

Casi todos sabemos que en México la circunstancia de la representación de los trabajadores, cuando hay un Sindicato y éste soporta el contrato colectivo, mismo que igual suscribe la parte patronal; no ha sido claro para el agremiado y menos bajo su consenso. Al final, los líderes sólo informan las condiciones –por lo general argumentan gran esfuerzo negociador- y el trabajador apechuga. Por lo que en el argot laboral se conoce a dichos contratos, como “proteccionistas”, (de la parte patronal). Y, en consecuencia, los Sindicatos así, son llamados “blancos” o “charros”. ¿Y la autoridad laboral? Dejan pasar, bajo la premisa de que el “convenio contractual ha sido legal” y claro, con “anuencia” de los trabajadores, lo que en la gran mayoría de tales contratos colectivos (Las estadísticas mencionan un 90%), son más a favor de la empresa pública o privada. Ha sido pues, una práctica común y “avalada” por la CTM, los líderes venales, las Juntas de Conciliación y Arbitraje (Qué no deben existir, por la misma reforma laboral) y por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social.

Ante tal panorama mexicano, hubo presión en el Extranjero, tanto de organizaciones obreras, de algunos políticos pro-capital y más de la parte empresarial que no quieren tener dificultades en las relaciones obrero-patronales que sean de su interés en nuestro País; y aunque a primera vista parezca una paradoja, pues mantener obreros y contratos colectivos bajo un sistema de control patronal y con representantes corruptos, podría decirse “ideal” para lograr mayores ganancias. Sin embargo, desde los EUA se exigió que se implementaran reformas a la Ley Federal del Trabajo, para que, por fin, los trabajadores mexicanos tuvieran una participación democrática-gremial, voto libre, secreto, personal y directo, sumarse o constituir un Sindicato y posibilidad de uno o más en una misma empresa y escoger a sus líderes. Si tal reforma logra despertar la consciencia obrera, entonces sí habrá un cambio sustancial. (Ya pasaron 15 meses desde la reforma a la LFT)

LA CONDICIÓN SINE QUA NON: Como al igual se sabe, los cambios no han ido al fondo de la problemática, sobre todo que siempre hay sesgo político y la CTM todavía resuella, a pesar de la CATEM y la CIT, por mencionar dos organizaciones que van fuertes. Luego, un punto álgido: La supervisión para que se vigile y exija cumplir a los gremios sindicales y los patrones. Se llama legalmente, inspección del trabajo. No hay personal, ni capacitación pues hay muchas ramas industriales muy técnicas como se requiere en casos de seguridad y no cualquier persona está calificada para la inspección, más allá de la óptica jurídica, (Sin contar la famosa “austeridad” y el Covid-19). Los diputados y senadores, el mismo Presidente, están más enfocados en el “año electoral”, cuyas aguas se agitan hoy, más que en otras oportunidades. El lío –tratado como “novedad”- de la corrupción oficial, de los gastos estratosféricos de las campañas de antes, seguro ahora y después, sorprende sólo en sus montos, no en el trasfondo de menos sospechado por el más cándido ciudadano. Mientras el tema laboral, con todo y efectos de la Pandemia, no tiene un diagnóstico más que el reservado. Por lo pronto, el líder sindical, metido a senador, empieza a ganar terreno y aunque lento, empuja: Napoleón Gómez Urrutia, con la Confederación Internacional del Trabajo (CIT), organización que al igual, puso su grano de arena para la implementación de la “cláusula democrática” en el T-MEC. En fin, hay que esperar programa. Cuídense, mis estimados.

Democracia sindical: ¿Sueño guajiro?

La semana pasada referí sobre la “politización de la Justicia”, hoy comento un tema conexo al concepto central del Valor en mención: Las relaciones obrero-patronales en México y el Sindicalismo. No sé hasta qué punto los mismos trabajadores conozcan cómo y por qué de la exigencia del socio poderoso en el T-MEC, es decir, los EUA, para que México incluyera de manera inexcusable una “cláusula democrática” en dicho Tratado Comercial, que suple al TLCAN.

Casi todos sabemos que en México la circunstancia de la representación de los trabajadores, cuando hay un Sindicato y éste soporta el contrato colectivo, mismo que igual suscribe la parte patronal; no ha sido claro para el agremiado y menos bajo su consenso. Al final, los líderes sólo informan las condiciones –por lo general argumentan gran esfuerzo negociador- y el trabajador apechuga. Por lo que en el argot laboral se conoce a dichos contratos, como “proteccionistas”, (de la parte patronal). Y, en consecuencia, los Sindicatos así, son llamados “blancos” o “charros”. ¿Y la autoridad laboral? Dejan pasar, bajo la premisa de que el “convenio contractual ha sido legal” y claro, con “anuencia” de los trabajadores, lo que en la gran mayoría de tales contratos colectivos (Las estadísticas mencionan un 90%), son más a favor de la empresa pública o privada. Ha sido pues, una práctica común y “avalada” por la CTM, los líderes venales, las Juntas de Conciliación y Arbitraje (Qué no deben existir, por la misma reforma laboral) y por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social.

Ante tal panorama mexicano, hubo presión en el Extranjero, tanto de organizaciones obreras, de algunos políticos pro-capital y más de la parte empresarial que no quieren tener dificultades en las relaciones obrero-patronales que sean de su interés en nuestro País; y aunque a primera vista parezca una paradoja, pues mantener obreros y contratos colectivos bajo un sistema de control patronal y con representantes corruptos, podría decirse “ideal” para lograr mayores ganancias. Sin embargo, desde los EUA se exigió que se implementaran reformas a la Ley Federal del Trabajo, para que, por fin, los trabajadores mexicanos tuvieran una participación democrática-gremial, voto libre, secreto, personal y directo, sumarse o constituir un Sindicato y posibilidad de uno o más en una misma empresa y escoger a sus líderes. Si tal reforma logra despertar la consciencia obrera, entonces sí habrá un cambio sustancial. (Ya pasaron 15 meses desde la reforma a la LFT)

LA CONDICIÓN SINE QUA NON: Como al igual se sabe, los cambios no han ido al fondo de la problemática, sobre todo que siempre hay sesgo político y la CTM todavía resuella, a pesar de la CATEM y la CIT, por mencionar dos organizaciones que van fuertes. Luego, un punto álgido: La supervisión para que se vigile y exija cumplir a los gremios sindicales y los patrones. Se llama legalmente, inspección del trabajo. No hay personal, ni capacitación pues hay muchas ramas industriales muy técnicas como se requiere en casos de seguridad y no cualquier persona está calificada para la inspección, más allá de la óptica jurídica, (Sin contar la famosa “austeridad” y el Covid-19). Los diputados y senadores, el mismo Presidente, están más enfocados en el “año electoral”, cuyas aguas se agitan hoy, más que en otras oportunidades. El lío –tratado como “novedad”- de la corrupción oficial, de los gastos estratosféricos de las campañas de antes, seguro ahora y después, sorprende sólo en sus montos, no en el trasfondo de menos sospechado por el más cándido ciudadano. Mientras el tema laboral, con todo y efectos de la Pandemia, no tiene un diagnóstico más que el reservado. Por lo pronto, el líder sindical, metido a senador, empieza a ganar terreno y aunque lento, empuja: Napoleón Gómez Urrutia, con la Confederación Internacional del Trabajo (CIT), organización que al igual, puso su grano de arena para la implementación de la “cláusula democrática” en el T-MEC. En fin, hay que esperar programa. Cuídense, mis estimados.

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