/ domingo 1 de noviembre de 2020

Sine Qua Non

¿Ejemplo a seguir?

Las fuerzas armadas, hoy, están desacreditadas. Razones sobran. La más importante es que el gobierno y el narco, lo tienen a su servicio. Las huestes castrenses sólo “cumplen órdenes” y son las altas esferas quienes se supone anidan la corrupción. Esto los puede ofender y es que el adagio: “La verdad no peca, pero incomoda”, sigue vigente. Igual, como en todo, hay honrosas excepciones.

La mayoría de los mexicanos están de acuerdo en que las Fuerzas Armadas no deberían hacer trabajo policial, por más eficaces que los hagan lucir. La finalidad es pues, dar seguridad a los mexicanos y sus Instituciones al interior. Y por supuesto, en caso de guerra con otras Naciones. El origen fue reorganizar y controlar las huestes revolucionarias en un Ejército Formal (Constitucional, para los que gustan de calificativos legales o jurídicos).

La Constitución Federal previene que el Estado Mexicano tendrá como premisa fundamental la no intervención, es decir, se debe mantener al margen de conflictos y políticas bélicas propias y ajenas. Entonces, la justificación de la existencia de un Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, sigue siendo preventiva, más que activa. Para muchos, el cuerpo castrense es más decorativo que necesario, luce bien en desfiles y ceremonias; el gasto en armamento desde ése punto, es innecesario y oneroso.

Lo más cerca que “hemos” estado de la acción, ya con el Ejército Moderno, fue en la Segunda Guerra Mundial, con la intervención del “Escuadrón 201”, a raíz del ataque de acorazados germanos a dos buques mexicanos que transportaban petróleo para los aliados. Y cuando se “declaró la guerra” entre Guatemala y México, en razón de invasión por mar y tierra de pescadores y taladores mexicanos considerados “piratas y contrabandistas”. Desde 1954 hubo quejas del gobierno del Sur y México no hizo mucho caso dando evasivas legaloides. En 1958 la Fuerza Aérea del vecino País, atacó y mató a varios pescadores de camarón, lo que suscito el “conflicto”. En ambas naciones saltaron a la palestra, patriotas ofendidos en extremo. Hay que decir con justicia que el Gobierno de Guatemala hizo lo posible por evitar el ataque, pero los pescadores mexicanos se mofaron, según la crónica de los hechos, e hicieron caso omiso de múltiples y claras advertencias y sucedió lo que no se quería: La muerte y lesiones físicas de trabajadores del mar. El problema fue que las embarcaciones mexicanas huyeran a México y no al puerto guatemalteco a fin de ser detenidos, interrogados o sancionados o enjuiciados, como marca el Derecho Internacional, por eso el ataque “justificado”. Salía Adolfo Ruiz Cortines y entraba Adolfo López Mateos (1959). El asunto ríspido terminó por la vía diplomática. El momento político era de sumo cuidado: México, ungido líder de la OEA, no iba a andar en “guerra”. De ahí para acá, hemos “transitado” en Paz. Hasta que llegó a la luz pública, el narco.


Hace 70 años, el Presidente de Costa Rica, decretó la abolición del Ejército de su País, elevando tal decisión a rango Constitucional. Quienes en forma seria y analítica se han dedicado a estudiar y calificar en la América Latina, los niveles de igualdad, de pobreza, de vida democrática e institucional y desarrollo, salud pública, control ambiental, equidad de género, entre otras causas sociales, aseguran que el País en mención tiene las mejores calificaciones. ¿Por qué decidió don José Figueres Ferrer, la abolición de las Fuerzas Armadas Costarricenses? Por causas similares a las de México: Gasto excesivo e inútil, nula beligerancia, no intervención, paz social y/o miras pacifistas. Se omite desde luego, al narco-problema, pues no lo había, como hoy nos sucede.

El presupuesto para la SEDENA y la SEMAR (Secretarías de la Defensa Nacional –Ejército y Fuerza Aérea- y la de Marina), se asignaron más de 99.6 mil millones de pesos –que era su presupuesto-. Imaginen lo que se podría hacer con tanto dinero, en obras sociales urgentes. ¿Requerimos o no, una fuerza armada? La idea generalizada es: NO eliminar las Fuerzas Armadas, pero No deben intervenir en funciones policiales; se debe reducir el contingente militar y la adquisición de armamento caro y sofisticado. NO somos un Pueblo beligerante.


LA CONDICION SINE QUA NON. El presupuesto asignado a las Fuerzas Armadas, al reducirse se deberá emplear en causas sociales emergentes. Lo que igual es “proteger” a los mexicanos. Cuídense mis estimados.

¿Ejemplo a seguir?

Las fuerzas armadas, hoy, están desacreditadas. Razones sobran. La más importante es que el gobierno y el narco, lo tienen a su servicio. Las huestes castrenses sólo “cumplen órdenes” y son las altas esferas quienes se supone anidan la corrupción. Esto los puede ofender y es que el adagio: “La verdad no peca, pero incomoda”, sigue vigente. Igual, como en todo, hay honrosas excepciones.

La mayoría de los mexicanos están de acuerdo en que las Fuerzas Armadas no deberían hacer trabajo policial, por más eficaces que los hagan lucir. La finalidad es pues, dar seguridad a los mexicanos y sus Instituciones al interior. Y por supuesto, en caso de guerra con otras Naciones. El origen fue reorganizar y controlar las huestes revolucionarias en un Ejército Formal (Constitucional, para los que gustan de calificativos legales o jurídicos).

La Constitución Federal previene que el Estado Mexicano tendrá como premisa fundamental la no intervención, es decir, se debe mantener al margen de conflictos y políticas bélicas propias y ajenas. Entonces, la justificación de la existencia de un Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, sigue siendo preventiva, más que activa. Para muchos, el cuerpo castrense es más decorativo que necesario, luce bien en desfiles y ceremonias; el gasto en armamento desde ése punto, es innecesario y oneroso.

Lo más cerca que “hemos” estado de la acción, ya con el Ejército Moderno, fue en la Segunda Guerra Mundial, con la intervención del “Escuadrón 201”, a raíz del ataque de acorazados germanos a dos buques mexicanos que transportaban petróleo para los aliados. Y cuando se “declaró la guerra” entre Guatemala y México, en razón de invasión por mar y tierra de pescadores y taladores mexicanos considerados “piratas y contrabandistas”. Desde 1954 hubo quejas del gobierno del Sur y México no hizo mucho caso dando evasivas legaloides. En 1958 la Fuerza Aérea del vecino País, atacó y mató a varios pescadores de camarón, lo que suscito el “conflicto”. En ambas naciones saltaron a la palestra, patriotas ofendidos en extremo. Hay que decir con justicia que el Gobierno de Guatemala hizo lo posible por evitar el ataque, pero los pescadores mexicanos se mofaron, según la crónica de los hechos, e hicieron caso omiso de múltiples y claras advertencias y sucedió lo que no se quería: La muerte y lesiones físicas de trabajadores del mar. El problema fue que las embarcaciones mexicanas huyeran a México y no al puerto guatemalteco a fin de ser detenidos, interrogados o sancionados o enjuiciados, como marca el Derecho Internacional, por eso el ataque “justificado”. Salía Adolfo Ruiz Cortines y entraba Adolfo López Mateos (1959). El asunto ríspido terminó por la vía diplomática. El momento político era de sumo cuidado: México, ungido líder de la OEA, no iba a andar en “guerra”. De ahí para acá, hemos “transitado” en Paz. Hasta que llegó a la luz pública, el narco.


Hace 70 años, el Presidente de Costa Rica, decretó la abolición del Ejército de su País, elevando tal decisión a rango Constitucional. Quienes en forma seria y analítica se han dedicado a estudiar y calificar en la América Latina, los niveles de igualdad, de pobreza, de vida democrática e institucional y desarrollo, salud pública, control ambiental, equidad de género, entre otras causas sociales, aseguran que el País en mención tiene las mejores calificaciones. ¿Por qué decidió don José Figueres Ferrer, la abolición de las Fuerzas Armadas Costarricenses? Por causas similares a las de México: Gasto excesivo e inútil, nula beligerancia, no intervención, paz social y/o miras pacifistas. Se omite desde luego, al narco-problema, pues no lo había, como hoy nos sucede.

El presupuesto para la SEDENA y la SEMAR (Secretarías de la Defensa Nacional –Ejército y Fuerza Aérea- y la de Marina), se asignaron más de 99.6 mil millones de pesos –que era su presupuesto-. Imaginen lo que se podría hacer con tanto dinero, en obras sociales urgentes. ¿Requerimos o no, una fuerza armada? La idea generalizada es: NO eliminar las Fuerzas Armadas, pero No deben intervenir en funciones policiales; se debe reducir el contingente militar y la adquisición de armamento caro y sofisticado. NO somos un Pueblo beligerante.


LA CONDICION SINE QUA NON. El presupuesto asignado a las Fuerzas Armadas, al reducirse se deberá emplear en causas sociales emergentes. Lo que igual es “proteger” a los mexicanos. Cuídense mis estimados.

ÚLTIMASCOLUMNAS