/ domingo 6 de marzo de 2022

Sol Y Sombras

Hoy se conmemora el día de la familia y desde aquí, quisiera compartir con usted querido lector un par de reflexiones acerca de la familia, ese lugar en donde nos conocen mejor que nadie y a pesar de eso nos aman.

Cuando pensamos en familias o vemos promocionales en cualquier lugar, de inmediato aparecen rostros con grandes sonrisas, expresiones de amor, abrazos y todo lo que nos conecta con esas personas por vínculos sanguíneos que nacieron y crecieron junto a nosotros y que se convirtieron en el primer lugar donde desarrollamos habilidades de socialización de forma muy natural, ahí peleamos por juguetes con los hermanos desde pequeños y aprendimos a defender lo nuestro, aprendimos a mentir para esconder alguna travesura y evitar un regaño, aprendimos a compartir hasta nuestra bebida favorita y tomar del mismo vaso sin sentir asco, aprendimos sin duda, lo mejor y lo peor y eso nos preparó para lo que venía.

Siempre he creído que cuando más se disfruta la familia es cuando se es niño, pero lamentablemente los niveles de conciencia en esa etapa de la vida, no están tan desarrollados como para poder dimensionar lo que eso signifique, y hoy ya viejos, añoramos la casa de la abuela y su olor, y sus macetas y esa sensación que vive en los recuerdos, pero que cuando estábamos ahí, no gozamos al mil por ciento.

Esa falta de conciencia es totalmente necesaria, para idealizar a papá y a mamá y creerlos invencibles, fuertes, héroes y todo lo que en algún momento los hijos en los primeros 10 años de vida sienten por sus padres, conforme uno va creciendo y la conciencia se va aclarando, comenzamos a reconocer grandes defectos de carácter de nuestros padres, y esa imagen idealizada de ellos se va perdiendo poco a poco, hasta en tanto llega la adultez y comprendemos que pese a todo lo malo y bueno que tengan tus papás, los amas, los toleras, los sobrellevas y abrazas la idea de que, de ahí vienes y tienes que ganar identidad a pesar de eso.

Entonces analicemos a aquellos que en el seno familiar reciben lo peor de la humanidad, violencia, maltratos, abusos, y en vez de que ese lugar te dote de seguridad y protección, te da la espalda, pues no todas las familias son fotos con rostros de felicidad, hay familias feas, hostiles, sin amor, peleoneras, entonces podemos comprender porque la sociedad que tenemos hoy, está llena de personas resentidas, porque a ellos les falló su familia, pero la decisión de no repetir ese patrón también está en sus manos, recuerdo a muchos de mis alumnos odiar el alcohol y afirmar que nunca lo usarían, traumados por el maltrato de su padre alcoholizado, hasta eso nos enseña la familia, lo que no queremos ser.

Quienes se aventuran a buscar nuevos horizontes, a emprender empresas en otros países, las personas más aptas para conquistar otros territorios, casi siempre son producto de familias poco unidas y es justo esa división familiar o esa falta de apego, las que les promueve libertad de conocer nuevas experiencias, pues también hay que decirlo, hay familias tan muéganos que limitan el desarrollo personal de muchos hombres y mujeres que tuvieron que cumplir los sueños de sus padres y no los propios.

Miles de parejas desarrollan el síndrome del nido vacío, definido así por la psicología, cuando los hijos crecen y abandonan el seno familiar y lo que queda es un par de desconocidos que son sus padres y que construyeron su relación en base a la vida de sus hijos y se olvidaron de su vida de pareja, cuando el sentido de su unión eran sus hijos y estos se van, muchas parejas son un par de extraños viviendo en la misma casa.

Otro caso de familia, es aquella con una figura paterna poderosa y enérgica que dispuso heredar a los hijos sus empresas familiares, creyendo que con eso, garantizaba la seguridad de los suyos, sin detenerse a pensar que castraba los sueños de sus hijos, queriendo hacer el bien, les hicieron mal.

Es correcto que los padres vivan pensando que les van a dejar a sus hijos, acumulando riquezas, posesiones, seguridad, mi reflexión es que no, pues en la medida en que facilitemos su desarrollo económico y de comodidades estaremos anulándolos, haciéndoles creer que son merecedores de todo.

Cuántas familias han terminado divididas hasta la muerte por el pleito de la repartición de las riquezas heredadas, en ese momento el concepto de familia se va por la borda, los hijos son como los dedos de una mano, todos distintos, pese a haber nacido en el mismo seno familiar y haber recibido la misma instrucción, no todos tus hermanos se comportan de forma similar, muy fácil, porque cada cabeza es un mundo y en eso la familia, queda en segundo término, cada quien construye desde su contexto, lo que será mañana.

Todos hemos tenido al tío rico y avaro y al pobre y desenfadado, al mandilón y a la tía regañona, a esa que recuerdas porque se enojaba si le ensuciaban su casa, al tío buena onda, el que siempre está de buenas y le gusta la cerveza, a la tía solterona, la que se quedó a cuidar a su mamá enferma, nunca se casó y es todo un misterio para la familia, al primo “raro”, el que se la pasa leyendo y no pela a nadie, a la tía que se toma sus copitas y se pone a llorar o a bailar, al primo mandilón que cocina bien y que tiene una esposa que no hace nada, al bohemio que toca la guitarra y declama, pues siempre hay un artista en la familia.

Estoy segura que mientras leía esta descripción, estaba poniéndole rostro a cada uno de ellos, y tal vez se encontró a sí mismo, así de diversas son las familias, tan diversas como las personalidades y en eso radica la riqueza de la vida en familia.

Concluiría diciendo que lo más importante es el amor, independientemente si llevas un apellido rimbombante u otro, que además nadie elegimos, si tuviste una familia buena, regular o mala, tampoco la elegiste, lo importante es reconciliarnos con ella, pues de ahí venimos y hasta que no logremos abrazar esa realidad y aprender a vivir con ella, seguiremos arrastrando lastres que no nos pertenecen, agradezca por su familia y aprendamos a tomar lo mejor que nos dejaron y a desechar lo peor, y si en el camino podemos formar una propia, no repitamos las malas prácticas que nos hicieron daño.

Me toca mucho escuchar en pacientes, gente que cree que debe cuidar y amar por el simple hecho de ser familia, “la tengo que querer porque es mi mamá”, y de verdad no es así, la familia como todas las relaciones interpersonales, se construyen y si tienes primos que no ves en 10 años, cómo vas a crear vínculos de amor por ellos, no es fácil, promovamos ahora que ya se puede las reuniones familiares, tan necesarias para consolidar identidad.

Ame por el puro gusto de darse a los suyos, háblele a sus hermanos y sus papás si aún los tiene y valore este día.

Con cariño especial para aquellos que en años, meses o días recientes han perdido a algún integrante de su familia, tal vez hasta que eso pasa, le damos mayor valor a esa corta y compleja palabra FAMILIA.

Hoy se conmemora el día de la familia y desde aquí, quisiera compartir con usted querido lector un par de reflexiones acerca de la familia, ese lugar en donde nos conocen mejor que nadie y a pesar de eso nos aman.

Cuando pensamos en familias o vemos promocionales en cualquier lugar, de inmediato aparecen rostros con grandes sonrisas, expresiones de amor, abrazos y todo lo que nos conecta con esas personas por vínculos sanguíneos que nacieron y crecieron junto a nosotros y que se convirtieron en el primer lugar donde desarrollamos habilidades de socialización de forma muy natural, ahí peleamos por juguetes con los hermanos desde pequeños y aprendimos a defender lo nuestro, aprendimos a mentir para esconder alguna travesura y evitar un regaño, aprendimos a compartir hasta nuestra bebida favorita y tomar del mismo vaso sin sentir asco, aprendimos sin duda, lo mejor y lo peor y eso nos preparó para lo que venía.

Siempre he creído que cuando más se disfruta la familia es cuando se es niño, pero lamentablemente los niveles de conciencia en esa etapa de la vida, no están tan desarrollados como para poder dimensionar lo que eso signifique, y hoy ya viejos, añoramos la casa de la abuela y su olor, y sus macetas y esa sensación que vive en los recuerdos, pero que cuando estábamos ahí, no gozamos al mil por ciento.

Esa falta de conciencia es totalmente necesaria, para idealizar a papá y a mamá y creerlos invencibles, fuertes, héroes y todo lo que en algún momento los hijos en los primeros 10 años de vida sienten por sus padres, conforme uno va creciendo y la conciencia se va aclarando, comenzamos a reconocer grandes defectos de carácter de nuestros padres, y esa imagen idealizada de ellos se va perdiendo poco a poco, hasta en tanto llega la adultez y comprendemos que pese a todo lo malo y bueno que tengan tus papás, los amas, los toleras, los sobrellevas y abrazas la idea de que, de ahí vienes y tienes que ganar identidad a pesar de eso.

Entonces analicemos a aquellos que en el seno familiar reciben lo peor de la humanidad, violencia, maltratos, abusos, y en vez de que ese lugar te dote de seguridad y protección, te da la espalda, pues no todas las familias son fotos con rostros de felicidad, hay familias feas, hostiles, sin amor, peleoneras, entonces podemos comprender porque la sociedad que tenemos hoy, está llena de personas resentidas, porque a ellos les falló su familia, pero la decisión de no repetir ese patrón también está en sus manos, recuerdo a muchos de mis alumnos odiar el alcohol y afirmar que nunca lo usarían, traumados por el maltrato de su padre alcoholizado, hasta eso nos enseña la familia, lo que no queremos ser.

Quienes se aventuran a buscar nuevos horizontes, a emprender empresas en otros países, las personas más aptas para conquistar otros territorios, casi siempre son producto de familias poco unidas y es justo esa división familiar o esa falta de apego, las que les promueve libertad de conocer nuevas experiencias, pues también hay que decirlo, hay familias tan muéganos que limitan el desarrollo personal de muchos hombres y mujeres que tuvieron que cumplir los sueños de sus padres y no los propios.

Miles de parejas desarrollan el síndrome del nido vacío, definido así por la psicología, cuando los hijos crecen y abandonan el seno familiar y lo que queda es un par de desconocidos que son sus padres y que construyeron su relación en base a la vida de sus hijos y se olvidaron de su vida de pareja, cuando el sentido de su unión eran sus hijos y estos se van, muchas parejas son un par de extraños viviendo en la misma casa.

Otro caso de familia, es aquella con una figura paterna poderosa y enérgica que dispuso heredar a los hijos sus empresas familiares, creyendo que con eso, garantizaba la seguridad de los suyos, sin detenerse a pensar que castraba los sueños de sus hijos, queriendo hacer el bien, les hicieron mal.

Es correcto que los padres vivan pensando que les van a dejar a sus hijos, acumulando riquezas, posesiones, seguridad, mi reflexión es que no, pues en la medida en que facilitemos su desarrollo económico y de comodidades estaremos anulándolos, haciéndoles creer que son merecedores de todo.

Cuántas familias han terminado divididas hasta la muerte por el pleito de la repartición de las riquezas heredadas, en ese momento el concepto de familia se va por la borda, los hijos son como los dedos de una mano, todos distintos, pese a haber nacido en el mismo seno familiar y haber recibido la misma instrucción, no todos tus hermanos se comportan de forma similar, muy fácil, porque cada cabeza es un mundo y en eso la familia, queda en segundo término, cada quien construye desde su contexto, lo que será mañana.

Todos hemos tenido al tío rico y avaro y al pobre y desenfadado, al mandilón y a la tía regañona, a esa que recuerdas porque se enojaba si le ensuciaban su casa, al tío buena onda, el que siempre está de buenas y le gusta la cerveza, a la tía solterona, la que se quedó a cuidar a su mamá enferma, nunca se casó y es todo un misterio para la familia, al primo “raro”, el que se la pasa leyendo y no pela a nadie, a la tía que se toma sus copitas y se pone a llorar o a bailar, al primo mandilón que cocina bien y que tiene una esposa que no hace nada, al bohemio que toca la guitarra y declama, pues siempre hay un artista en la familia.

Estoy segura que mientras leía esta descripción, estaba poniéndole rostro a cada uno de ellos, y tal vez se encontró a sí mismo, así de diversas son las familias, tan diversas como las personalidades y en eso radica la riqueza de la vida en familia.

Concluiría diciendo que lo más importante es el amor, independientemente si llevas un apellido rimbombante u otro, que además nadie elegimos, si tuviste una familia buena, regular o mala, tampoco la elegiste, lo importante es reconciliarnos con ella, pues de ahí venimos y hasta que no logremos abrazar esa realidad y aprender a vivir con ella, seguiremos arrastrando lastres que no nos pertenecen, agradezca por su familia y aprendamos a tomar lo mejor que nos dejaron y a desechar lo peor, y si en el camino podemos formar una propia, no repitamos las malas prácticas que nos hicieron daño.

Me toca mucho escuchar en pacientes, gente que cree que debe cuidar y amar por el simple hecho de ser familia, “la tengo que querer porque es mi mamá”, y de verdad no es así, la familia como todas las relaciones interpersonales, se construyen y si tienes primos que no ves en 10 años, cómo vas a crear vínculos de amor por ellos, no es fácil, promovamos ahora que ya se puede las reuniones familiares, tan necesarias para consolidar identidad.

Ame por el puro gusto de darse a los suyos, háblele a sus hermanos y sus papás si aún los tiene y valore este día.

Con cariño especial para aquellos que en años, meses o días recientes han perdido a algún integrante de su familia, tal vez hasta que eso pasa, le damos mayor valor a esa corta y compleja palabra FAMILIA.

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