/ domingo 10 de julio de 2022

Sol Y Sombras

Recientemente vi una serie que abordaba la temática de la invasión a la intimidad de una persona y como actualmente se ha convertido en un arma para desprestigiar, la protección a la intimidad en este sentido implica la exclusión del conocimiento o presencia de terceros en ciertas dimensiones de la vida que quieren mantenerse privadas o reservarse para el conocimiento de un determinado y concreto grupo de personas.

Pero, ¿hasta dónde queremos procurar esa intimidad y cómo exigir ese derecho?, cuando pareciera que hoy, todo debe estar bajo la lupa pública, de lo contrario no existe.

Cada vez escucho más casos de personas que han preferido aislarse de las redes sociales por lo tóxicas que han resultado para ellos, sobre todo ante el odio tan marcado que se genera en los comentarios de propios y extraños, solo por el hecho de pensar diferente, no sé usted, pero a veces dan ganas de volver a recordar la vida como era antes, libres de la presión social que hoy nos genera la proyección correcta de nosotros mismos, en el ojo de cualquier red social.

En ese caso, le doy la razón a toda la gente que no tiene redes sociales, pues no necesita que la vean, muchos con el objetivo de ver a los demás, pero mantenerse anónimo, abren perfiles falsos y registran una identidad distinta, la mayoría de los que hacen esto, tuvieron una mala experiencia con temas de fidelidad y más, y quedaron claros de que no trae nada bueno estar metido en eso.

Hoy quisiera abordar un tema que me resulta preocupante, por la forma en que se están relacionando nuestros hijos, al momento de enrolarse en una relación sentimental, la falta de vivencias, los hace ser confiados, inocentes, tal vez enamorados o entusiasmados con el sexo opuesto, nublan su criterio y son presa fácil de la invasión a su intimidad, la práctica de la entrega del “pack”, que no es más que fotos intimas de adolescentes que a fin de gustarle a su “quedante”, comparten con él o ella, sin imaginar que ese material fotográfico puede ser compartido a cientos de personas, escuelas completas o grupos de amigos, dejando en estado de indefensión a la víctima, el hecho de que el material se entregue de forma voluntaria, pareciera que le da derecho al receptor de difundirlo.

En Guanajuato está legislado y ciertamente ya hay penas para quien realiza estas prácticas, pero siendo honestos, el daño moral no se resarce, esas fotos llegan a lugares insospechados lastimando el auto concepto de cualquier joven, llevándolos a profundas depresiones y creyendo que ese infierno, no tendrá fin, la heteronomía que debemos de insertar en las mentes de todos los que habitamos este planeta y que nos toca vivir esta época es absoluta, porque igual dañamos compartiendo asesinatos, que amenazas o audios que vulneran nuestra tranquilidad, sin ser conscientes del efecto nocivo que podemos causar en otros.

La intimidad es un derecho fundamental de cualquier ser humano, no debe verse como una opción decidir qué hacer con ese material, no tenemos ningún derecho de compartirlo, recuerda usted el caso más emblemático de una sobreviviente de este delito, Olimpia Coral Melo, una estudiante brillante que había ganado premios nacionales de debate y oratoria; tenía las mejores notas de su instituto.

Desde los 12 años mantenía una relación con su novio, a los 18 y, confiando en él, grabó un video sexual, que se difundió primero por su instituto, luego por toda su ciudad y finalmente por todo su estado.

Y así, Olimpia pasó de ser "la joven promesa de Huauchinango" a "la gordibuena de Puebla", su novio la abandonó y sus amigas dejaron de hablarle, ella se encerró durante 8 meses, se intentó suicidar y perdió el curso académico.

La madre de Olimpia, es una mujer indígena que apenas sabe leer y no utiliza internet; por tanto, su hija pensaba que se había mantenido al margen del asunto, tras 8 meses, Olimpia salió de su habitación y se lo confesó todo, descubriendo que su madre ya lo sabía.

Su madre le dijo que podía mantener la cabeza muy en alto porque no había hecho nada malo, entonces decidieron ir a denunciar y se encontraron con que los propios policías se reían de ella, dicho sea de paso, las autoridades en la materia carecen de capacitación, de niveles mínimos de empatía, son juzgadores precoces de una moral que es individual y subjetiva y que no nos define a todos por igual, son rapaces y re victimizan.

Después, buscó las páginas en las que se difundía su video y se encontró con que iban clasificando a las chicas por categorías; altas, bajas, delgadas, gordas, rubias, morenas, había un video de una chica con síndrome de Down y todos se reían de ella, Olimpia decidió, como estudiante de derecho, plantear una reforma de las leyes existentes hasta entonces en México.

Cuando entró al Palacio Municipal de Puebla todo mundo comenzó a cuchichear, era marzo del 2014, ella apenas tenía 19 años y demostró con capturas de pantalla que algunos de los que estaban allí habían compartido y dado "like" a su video en redes sociales, "ustedes son los delincuentes, no yo", les dijo.

El camino todavía era largo, pero nunca se dio por vencida, un diputado en aquella legislatura dijo que no podía apoyar esa ley porque sería "avalar la putería", entonces se sigue señalando a la víctima de culpable y a los agresores nadie los voltea a ver, piénselo, y hay cientos de delitos que siguen el mismo camino.

Fue hasta 2018 que se aprobó la reforma de delitos contra la intimidad sexual en el código penal, la página de Facebook que había compartido su video cerró "por culpa de una loca”, en aquellos años y respaldada por mujeres de todo México, logró que la ley de delitos contra la intimidad sexual, conocida como #LeyOlimpia se aprobara en 11 de los 32 estados de México y fue hasta el 5 de noviembre de 2020, cuando se aprobó por unanimidad la #LeyOlimpia en el Senado de la República y el jueves 29 de abril del 2021, se aprobó en todo el país.

Ella tuvo el coraje de salir de su depresión y luchar para que las cosas cambiaran y lo consiguió, pero hay miles de jóvenes, hombres y mujeres, que no lograrían soportar esa carga emocional y preferirían terminar con su vida.

Sé que algunos pensarán aun con toda esta explicación, la culpa es de ellas por video grabarse y no lo voy a discutir, el tema es mucho más que llegar a esa conclusión simplista, para mí, la solución en casi todo, tiene más que ver con el respeto y con la conciencia social de entender que nadie de nosotros tenemos derecho de juzgar, de compartir, de criminalizar, de señalar a nadie, independientemente de lo que haga, mejor cuidémonos nosotros y cuidemos a los que amamos, hoy, nadie está exento del escrutinio público y del desmedido odio que proyectan las redes sociales.


Recientemente vi una serie que abordaba la temática de la invasión a la intimidad de una persona y como actualmente se ha convertido en un arma para desprestigiar, la protección a la intimidad en este sentido implica la exclusión del conocimiento o presencia de terceros en ciertas dimensiones de la vida que quieren mantenerse privadas o reservarse para el conocimiento de un determinado y concreto grupo de personas.

Pero, ¿hasta dónde queremos procurar esa intimidad y cómo exigir ese derecho?, cuando pareciera que hoy, todo debe estar bajo la lupa pública, de lo contrario no existe.

Cada vez escucho más casos de personas que han preferido aislarse de las redes sociales por lo tóxicas que han resultado para ellos, sobre todo ante el odio tan marcado que se genera en los comentarios de propios y extraños, solo por el hecho de pensar diferente, no sé usted, pero a veces dan ganas de volver a recordar la vida como era antes, libres de la presión social que hoy nos genera la proyección correcta de nosotros mismos, en el ojo de cualquier red social.

En ese caso, le doy la razón a toda la gente que no tiene redes sociales, pues no necesita que la vean, muchos con el objetivo de ver a los demás, pero mantenerse anónimo, abren perfiles falsos y registran una identidad distinta, la mayoría de los que hacen esto, tuvieron una mala experiencia con temas de fidelidad y más, y quedaron claros de que no trae nada bueno estar metido en eso.

Hoy quisiera abordar un tema que me resulta preocupante, por la forma en que se están relacionando nuestros hijos, al momento de enrolarse en una relación sentimental, la falta de vivencias, los hace ser confiados, inocentes, tal vez enamorados o entusiasmados con el sexo opuesto, nublan su criterio y son presa fácil de la invasión a su intimidad, la práctica de la entrega del “pack”, que no es más que fotos intimas de adolescentes que a fin de gustarle a su “quedante”, comparten con él o ella, sin imaginar que ese material fotográfico puede ser compartido a cientos de personas, escuelas completas o grupos de amigos, dejando en estado de indefensión a la víctima, el hecho de que el material se entregue de forma voluntaria, pareciera que le da derecho al receptor de difundirlo.

En Guanajuato está legislado y ciertamente ya hay penas para quien realiza estas prácticas, pero siendo honestos, el daño moral no se resarce, esas fotos llegan a lugares insospechados lastimando el auto concepto de cualquier joven, llevándolos a profundas depresiones y creyendo que ese infierno, no tendrá fin, la heteronomía que debemos de insertar en las mentes de todos los que habitamos este planeta y que nos toca vivir esta época es absoluta, porque igual dañamos compartiendo asesinatos, que amenazas o audios que vulneran nuestra tranquilidad, sin ser conscientes del efecto nocivo que podemos causar en otros.

La intimidad es un derecho fundamental de cualquier ser humano, no debe verse como una opción decidir qué hacer con ese material, no tenemos ningún derecho de compartirlo, recuerda usted el caso más emblemático de una sobreviviente de este delito, Olimpia Coral Melo, una estudiante brillante que había ganado premios nacionales de debate y oratoria; tenía las mejores notas de su instituto.

Desde los 12 años mantenía una relación con su novio, a los 18 y, confiando en él, grabó un video sexual, que se difundió primero por su instituto, luego por toda su ciudad y finalmente por todo su estado.

Y así, Olimpia pasó de ser "la joven promesa de Huauchinango" a "la gordibuena de Puebla", su novio la abandonó y sus amigas dejaron de hablarle, ella se encerró durante 8 meses, se intentó suicidar y perdió el curso académico.

La madre de Olimpia, es una mujer indígena que apenas sabe leer y no utiliza internet; por tanto, su hija pensaba que se había mantenido al margen del asunto, tras 8 meses, Olimpia salió de su habitación y se lo confesó todo, descubriendo que su madre ya lo sabía.

Su madre le dijo que podía mantener la cabeza muy en alto porque no había hecho nada malo, entonces decidieron ir a denunciar y se encontraron con que los propios policías se reían de ella, dicho sea de paso, las autoridades en la materia carecen de capacitación, de niveles mínimos de empatía, son juzgadores precoces de una moral que es individual y subjetiva y que no nos define a todos por igual, son rapaces y re victimizan.

Después, buscó las páginas en las que se difundía su video y se encontró con que iban clasificando a las chicas por categorías; altas, bajas, delgadas, gordas, rubias, morenas, había un video de una chica con síndrome de Down y todos se reían de ella, Olimpia decidió, como estudiante de derecho, plantear una reforma de las leyes existentes hasta entonces en México.

Cuando entró al Palacio Municipal de Puebla todo mundo comenzó a cuchichear, era marzo del 2014, ella apenas tenía 19 años y demostró con capturas de pantalla que algunos de los que estaban allí habían compartido y dado "like" a su video en redes sociales, "ustedes son los delincuentes, no yo", les dijo.

El camino todavía era largo, pero nunca se dio por vencida, un diputado en aquella legislatura dijo que no podía apoyar esa ley porque sería "avalar la putería", entonces se sigue señalando a la víctima de culpable y a los agresores nadie los voltea a ver, piénselo, y hay cientos de delitos que siguen el mismo camino.

Fue hasta 2018 que se aprobó la reforma de delitos contra la intimidad sexual en el código penal, la página de Facebook que había compartido su video cerró "por culpa de una loca”, en aquellos años y respaldada por mujeres de todo México, logró que la ley de delitos contra la intimidad sexual, conocida como #LeyOlimpia se aprobara en 11 de los 32 estados de México y fue hasta el 5 de noviembre de 2020, cuando se aprobó por unanimidad la #LeyOlimpia en el Senado de la República y el jueves 29 de abril del 2021, se aprobó en todo el país.

Ella tuvo el coraje de salir de su depresión y luchar para que las cosas cambiaran y lo consiguió, pero hay miles de jóvenes, hombres y mujeres, que no lograrían soportar esa carga emocional y preferirían terminar con su vida.

Sé que algunos pensarán aun con toda esta explicación, la culpa es de ellas por video grabarse y no lo voy a discutir, el tema es mucho más que llegar a esa conclusión simplista, para mí, la solución en casi todo, tiene más que ver con el respeto y con la conciencia social de entender que nadie de nosotros tenemos derecho de juzgar, de compartir, de criminalizar, de señalar a nadie, independientemente de lo que haga, mejor cuidémonos nosotros y cuidemos a los que amamos, hoy, nadie está exento del escrutinio público y del desmedido odio que proyectan las redes sociales.


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