/ domingo 24 de julio de 2022

Sol Y Sombras

Esta semana un buen amigo me compartió un texto que me hizo pensar mucho y me gustaría compartirlo con usted querido lector, nuestra sociedad ha cambiado y es innegable que muchas de las normas que nos rigieron durante muchos años, han pasado a ser casi historia, regularmente me escucho diciendo que todo era mejor antes y tal vez sí, pero hoy, esto es lo que tenemos y debemos tener la capacidad de adaptarnos a esta nueva realidad.

Me refiero al México que tenemos hoy, que nos guste o no como está siendo dirigido, es lo que tenemos y creo que perdemos más energías renegando y quejándonos permanentemente, además de denigrar e insultar sin empacho a quienes tienen la gran responsabilidad de conducir a este país, este estado y este municipio.

El cuestionamiento obligado debería ser, sirve de algo que yo me la pase renegando y quejándome de esta situación, la respuesta siempre será no, no resolvemos nada, criticando desde la comodidad de nuestra trinchera cualquiera que sea, somos muy fáciles de señalar pero muy indiferentes al momento de la acción, la indiferencia es el cáncer más terrible de cualquier grupo social, ese es el sector que más daño causa, no cuestiona, no participa, pero tampoco le importa, lo menciono porque es necesario guardar los equilibrios en cómo queremos que nuestra voz sea escuchada.

Ayer en una agradable reunión, compartíamos puntos de vista sobre la situación que vivimos en México un grupo de amigos y yo, algunos afirman en que nos encontramos en un momento de transición que es dolorosa, algo así como un parto y aun no somos capaces de saber cuál será el resultado de este momento tan complejo, pues en otros años, hubo cambios solo de forma, sin una autentica transformación en la manera de hacer política o gobernar, hoy, los cambios son muy drásticos, pero también nos generan mucha incertidumbre, pues pareciera que no está claro el rumbo que tendrán.

Otros coincidíamos en que hoy nuestro país, se parece mucho a la sociedad pre revolucionaria, aquella que estaba harta de la opresión y de la manera en que se estaba gobernando el país, de las injusticias, la corrupción y la impunidad que se vivía en esa época y que hoy después de tanto tiempo estamos casi igual.

En aquel tiempo en manos de un dictador como Porfirio Díaz, hoy en manos de gobernantes que lo único que buscan es satisfacer sus intereses personales, no los de la colectividad, ¿será que los mexicanos volveremos a convertirnos en revolucionarios?, tal vez, ya no por medio de las armas, ¿o sí? Tal vez una revolución de ideas a través de los canales institucionales y respetando las leyes de nuestro país, no lo sé, lo que si percibo es un hartazgo que requiere liderazgos auténticos que erradiquen de tajo la manera en la que hemos sido gobernados en las últimas décadas.

Tal vez lo único positivo de esta situación es que tocamos fondo y que no estamos conformes con la manera en que nuestro país está siendo visto en otras latitudes, no puede ser que un país con gente tan fregona, trabajadora, echada para adelante y tan resiliente, siga sometida por la delincuencia, que nos ha robado todo, la tranquilidad, el ánimo de levantarnos todos los días a trabajar, a buscar hacer mejor las cosas, a tener más, a base de esfuerzo y sacrificio, hoy nos han cercenado el deseo de crecimiento, de éxito, pues parece que eso es el peor delito que se puede cometer, pues entonces serás presa fácil de los parásitos que te van a quitar lo que legítimamente te pertenece.

Este movimiento se está gestando y no falta mucho para que estalle, hay ejemplos varios en México de grupos sociales que, al ver a sus autoridades rebasadas e inoperantes, no tuvieron más remedio que tomar la acción en sus manos.

Aquí el texto del que le hablaba, no conozco al autor, pero no es mío, no quiero cometer plagio solo me parece una pieza imperdible.

Mi más sentido pésame, murió el sentido común, estuvo entre nosotros durante muchos años, nadie sabe a ciencia cierta, que edad tenía, los datos sobre su nacimiento hace mucho que se han perdido entre los vericuetos de la vida y la burocracia.

Será recordado por haber sabido cultivar lecciones tan valiosas como lo ético como principio básico, el orden y la limpieza, la integridad, la puntualidad, la responsabilidad, el deseo de superación, el respeto a las leyes y los reglamentos, el respeto por el derecho de los demás, su amor al trabajo, su esfuerzo al ahorro y gastar de acuerdo a sus necesidades.

El sentido común, vivió bajo simples consignas: no gastes más de lo que ganas, los adultos están a cargo, no los niños.

El sentido común, perdió terreno cuando los padres atacaron a los maestros, sólo por hacer el trabajo de disciplinar a sus ingobernables hijos, trabajo en el que ellos fracasaron.

O, cuando se confundieron los derechos humanos con no castigar a la delincuencia, quitándole autoridad a la justicia y a los funcionarios del orden y la seguridad.

El sentido común, perdió el deseo de vivir, cuando los medios de comunicación vendieron su pluma al mejor postor, perdiendo la ética y acallando la verdad, dando paso al escándalo de la farándula y a la información incompleta y tergiversada.

La muerte del sentido común, fue precedida por la de sus padres: la verdad y la conciencia, la de su esposa la prudencia, su hija, la responsabilidad y si hijo, el raciocinio.

Le sobreviven sus tres hermanastros: sólo reconozco mis derechos, los demás tienen la culpa y soy una víctima de mi gobierno.

No hubo mucha gente en su funeral, pues muy pocos se enteraron que se había ido.

Hasta aquí la cita.

Que necesario recuperar el sentido común, creando altos niveles de conciencia en nuestras nuevas generaciones, eso será lo único que nos va a permitir tener la esperanza de un renacimiento social, donde toda la oscuridad que estamos viviendo, se termine.

Añoramos la buena música de antaño, la literatura, la economía, la sociedad, la iglesia, la escuela, la disciplina, y todas las instituciones que nos daban marcos de acción muy positivos y prudentes, hoy solamente podemos incidir en nuestros contextos más cercanos, permitiendo que estos valores no se pierdan, si no que formen parte del marco de acción de nuestros niños.

Hagamos algo, lo invito a abandonar la silla del conformismo, la queja y la indiferencia, si no nos convertimos en protagonistas de este cambio, nadie lo hará por nosotros, no podemos esperar resultados diferentes, si seguimos haciendo las cosas de la misma forma, hagamos las cosas diferentes y corramos el riesgo de indagar, si esto nos puede llevar a mejores estadios como sociedad.

Espero que tenga un buen domingo, hasta la próxima.

Esta semana un buen amigo me compartió un texto que me hizo pensar mucho y me gustaría compartirlo con usted querido lector, nuestra sociedad ha cambiado y es innegable que muchas de las normas que nos rigieron durante muchos años, han pasado a ser casi historia, regularmente me escucho diciendo que todo era mejor antes y tal vez sí, pero hoy, esto es lo que tenemos y debemos tener la capacidad de adaptarnos a esta nueva realidad.

Me refiero al México que tenemos hoy, que nos guste o no como está siendo dirigido, es lo que tenemos y creo que perdemos más energías renegando y quejándonos permanentemente, además de denigrar e insultar sin empacho a quienes tienen la gran responsabilidad de conducir a este país, este estado y este municipio.

El cuestionamiento obligado debería ser, sirve de algo que yo me la pase renegando y quejándome de esta situación, la respuesta siempre será no, no resolvemos nada, criticando desde la comodidad de nuestra trinchera cualquiera que sea, somos muy fáciles de señalar pero muy indiferentes al momento de la acción, la indiferencia es el cáncer más terrible de cualquier grupo social, ese es el sector que más daño causa, no cuestiona, no participa, pero tampoco le importa, lo menciono porque es necesario guardar los equilibrios en cómo queremos que nuestra voz sea escuchada.

Ayer en una agradable reunión, compartíamos puntos de vista sobre la situación que vivimos en México un grupo de amigos y yo, algunos afirman en que nos encontramos en un momento de transición que es dolorosa, algo así como un parto y aun no somos capaces de saber cuál será el resultado de este momento tan complejo, pues en otros años, hubo cambios solo de forma, sin una autentica transformación en la manera de hacer política o gobernar, hoy, los cambios son muy drásticos, pero también nos generan mucha incertidumbre, pues pareciera que no está claro el rumbo que tendrán.

Otros coincidíamos en que hoy nuestro país, se parece mucho a la sociedad pre revolucionaria, aquella que estaba harta de la opresión y de la manera en que se estaba gobernando el país, de las injusticias, la corrupción y la impunidad que se vivía en esa época y que hoy después de tanto tiempo estamos casi igual.

En aquel tiempo en manos de un dictador como Porfirio Díaz, hoy en manos de gobernantes que lo único que buscan es satisfacer sus intereses personales, no los de la colectividad, ¿será que los mexicanos volveremos a convertirnos en revolucionarios?, tal vez, ya no por medio de las armas, ¿o sí? Tal vez una revolución de ideas a través de los canales institucionales y respetando las leyes de nuestro país, no lo sé, lo que si percibo es un hartazgo que requiere liderazgos auténticos que erradiquen de tajo la manera en la que hemos sido gobernados en las últimas décadas.

Tal vez lo único positivo de esta situación es que tocamos fondo y que no estamos conformes con la manera en que nuestro país está siendo visto en otras latitudes, no puede ser que un país con gente tan fregona, trabajadora, echada para adelante y tan resiliente, siga sometida por la delincuencia, que nos ha robado todo, la tranquilidad, el ánimo de levantarnos todos los días a trabajar, a buscar hacer mejor las cosas, a tener más, a base de esfuerzo y sacrificio, hoy nos han cercenado el deseo de crecimiento, de éxito, pues parece que eso es el peor delito que se puede cometer, pues entonces serás presa fácil de los parásitos que te van a quitar lo que legítimamente te pertenece.

Este movimiento se está gestando y no falta mucho para que estalle, hay ejemplos varios en México de grupos sociales que, al ver a sus autoridades rebasadas e inoperantes, no tuvieron más remedio que tomar la acción en sus manos.

Aquí el texto del que le hablaba, no conozco al autor, pero no es mío, no quiero cometer plagio solo me parece una pieza imperdible.

Mi más sentido pésame, murió el sentido común, estuvo entre nosotros durante muchos años, nadie sabe a ciencia cierta, que edad tenía, los datos sobre su nacimiento hace mucho que se han perdido entre los vericuetos de la vida y la burocracia.

Será recordado por haber sabido cultivar lecciones tan valiosas como lo ético como principio básico, el orden y la limpieza, la integridad, la puntualidad, la responsabilidad, el deseo de superación, el respeto a las leyes y los reglamentos, el respeto por el derecho de los demás, su amor al trabajo, su esfuerzo al ahorro y gastar de acuerdo a sus necesidades.

El sentido común, vivió bajo simples consignas: no gastes más de lo que ganas, los adultos están a cargo, no los niños.

El sentido común, perdió terreno cuando los padres atacaron a los maestros, sólo por hacer el trabajo de disciplinar a sus ingobernables hijos, trabajo en el que ellos fracasaron.

O, cuando se confundieron los derechos humanos con no castigar a la delincuencia, quitándole autoridad a la justicia y a los funcionarios del orden y la seguridad.

El sentido común, perdió el deseo de vivir, cuando los medios de comunicación vendieron su pluma al mejor postor, perdiendo la ética y acallando la verdad, dando paso al escándalo de la farándula y a la información incompleta y tergiversada.

La muerte del sentido común, fue precedida por la de sus padres: la verdad y la conciencia, la de su esposa la prudencia, su hija, la responsabilidad y si hijo, el raciocinio.

Le sobreviven sus tres hermanastros: sólo reconozco mis derechos, los demás tienen la culpa y soy una víctima de mi gobierno.

No hubo mucha gente en su funeral, pues muy pocos se enteraron que se había ido.

Hasta aquí la cita.

Que necesario recuperar el sentido común, creando altos niveles de conciencia en nuestras nuevas generaciones, eso será lo único que nos va a permitir tener la esperanza de un renacimiento social, donde toda la oscuridad que estamos viviendo, se termine.

Añoramos la buena música de antaño, la literatura, la economía, la sociedad, la iglesia, la escuela, la disciplina, y todas las instituciones que nos daban marcos de acción muy positivos y prudentes, hoy solamente podemos incidir en nuestros contextos más cercanos, permitiendo que estos valores no se pierdan, si no que formen parte del marco de acción de nuestros niños.

Hagamos algo, lo invito a abandonar la silla del conformismo, la queja y la indiferencia, si no nos convertimos en protagonistas de este cambio, nadie lo hará por nosotros, no podemos esperar resultados diferentes, si seguimos haciendo las cosas de la misma forma, hagamos las cosas diferentes y corramos el riesgo de indagar, si esto nos puede llevar a mejores estadios como sociedad.

Espero que tenga un buen domingo, hasta la próxima.

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