/ miércoles 13 de mayo de 2020

Territorio de todos

Digital is the new black

Han transcurrido 74 días desde que se confirmó el primer caso de coronavirus en el país, y hemos pasado por una serie de eventos, desde el clásico “aquí no pasa nada”, pasando por una parálisis de fuentes de trabajo, hasta una cuarentena muy a modo de la idiosincrasia del “mexa”, adaptándonos para sobrevivir. Aunque este modus vivendi llegó para quedarse, seguramente son las nuevas generaciones las q podrán acostumbrarse más rápido a este nuevo challenge llamado COVID19.

Algunos ejemplos de los nuevos usos y costumbres que esta década trae para nosotros abarcan desde la forma de trabajar, estudiar, relacionarnos entre la sociedad, es decir la vida de todos los días. Desde un home office que resulta ser más productivo que ir a hacer las suficientes horas nalga para desquitar un salario, tener clases por zoom las cuáles aún cuentan con las bromas de alumnos y hasta de profesores y una convivencia con sana distancia. Todas estas actividades gracias a la tecnología y su aplicación.

Claro está que no todas las actividades podrán encajar en este nuevo sistema de uso de tecnología. Ya hemos hablado sobre aquellos estratos que los separa una brecha importante, pero para aquellos que sí pueden y que además tienen la obligación social de poder cerrar esa brecha también haciendo uso de la tecnología. Estos son los efectos que podremos ver en el corto y mediano plazo, utilizándolos hasta que se nos haga algo cotidiano.

Si bien la industria de la construcción tiene aún un largo trecho para subirse al tren de la tecnología, existen ejemplos que ya existían. En algunas de las zonas metropolitanas del país la demanda de oficinas ha disminuido en un 20% durante el 2020 y si bien este virus es una de las razones, también lo es que los beneficios de compartir oficinas en los modelos del coworking son mejores que tener un desperdicio de inversión en ladrillos. Además de que seamos sinceros no todas las juntas que pide tu jefe los lunes a las 8 am son necesarias, al menos no físicamente.

Business as usual dejará de utilizarse y pasaremos a utilizar manuales de innovación para dummies, de eso se trata, de poder adaptarse lo más rápido y lo mejor posible al cambio, la arquitectura, la construcción y las ciudades no son ajenos a este principio. Aquellos diseños que mejor adapten el uso de tecnologías, encontrarán mercados más fácilmente, aquellas construcciones que dejen de lado la producción artesanal y utilicen elementos prefabricados entenderán que las reglas del juego están hechas para aquellos que tienen visión y por último pero no menos importante, las ciudades, estas que se vuelvan inteligentes, lo cual es mucho más que internet en todo su territorio, podrán eventualmente brindar mejores oportunidades para sus habitantes, creando siempre un territorio de todos.

@marcosornelasm

marcosornelasm@gmail.com

Digital is the new black

Han transcurrido 74 días desde que se confirmó el primer caso de coronavirus en el país, y hemos pasado por una serie de eventos, desde el clásico “aquí no pasa nada”, pasando por una parálisis de fuentes de trabajo, hasta una cuarentena muy a modo de la idiosincrasia del “mexa”, adaptándonos para sobrevivir. Aunque este modus vivendi llegó para quedarse, seguramente son las nuevas generaciones las q podrán acostumbrarse más rápido a este nuevo challenge llamado COVID19.

Algunos ejemplos de los nuevos usos y costumbres que esta década trae para nosotros abarcan desde la forma de trabajar, estudiar, relacionarnos entre la sociedad, es decir la vida de todos los días. Desde un home office que resulta ser más productivo que ir a hacer las suficientes horas nalga para desquitar un salario, tener clases por zoom las cuáles aún cuentan con las bromas de alumnos y hasta de profesores y una convivencia con sana distancia. Todas estas actividades gracias a la tecnología y su aplicación.

Claro está que no todas las actividades podrán encajar en este nuevo sistema de uso de tecnología. Ya hemos hablado sobre aquellos estratos que los separa una brecha importante, pero para aquellos que sí pueden y que además tienen la obligación social de poder cerrar esa brecha también haciendo uso de la tecnología. Estos son los efectos que podremos ver en el corto y mediano plazo, utilizándolos hasta que se nos haga algo cotidiano.

Si bien la industria de la construcción tiene aún un largo trecho para subirse al tren de la tecnología, existen ejemplos que ya existían. En algunas de las zonas metropolitanas del país la demanda de oficinas ha disminuido en un 20% durante el 2020 y si bien este virus es una de las razones, también lo es que los beneficios de compartir oficinas en los modelos del coworking son mejores que tener un desperdicio de inversión en ladrillos. Además de que seamos sinceros no todas las juntas que pide tu jefe los lunes a las 8 am son necesarias, al menos no físicamente.

Business as usual dejará de utilizarse y pasaremos a utilizar manuales de innovación para dummies, de eso se trata, de poder adaptarse lo más rápido y lo mejor posible al cambio, la arquitectura, la construcción y las ciudades no son ajenos a este principio. Aquellos diseños que mejor adapten el uso de tecnologías, encontrarán mercados más fácilmente, aquellas construcciones que dejen de lado la producción artesanal y utilicen elementos prefabricados entenderán que las reglas del juego están hechas para aquellos que tienen visión y por último pero no menos importante, las ciudades, estas que se vuelvan inteligentes, lo cual es mucho más que internet en todo su territorio, podrán eventualmente brindar mejores oportunidades para sus habitantes, creando siempre un territorio de todos.

@marcosornelasm

marcosornelasm@gmail.com