/ miércoles 26 de diciembre de 2018

Un fin de transformación para un año de mejora

365 días han llegado a su prescripción donde se puede observar a través de hechos si lograron capitalizarse los propósitos planteados el 31 de diciembre del 2017. Una herramienta buena que nos servirá como introspección será preguntarnos cómo se encuentra nuestro entorno, incluyendo familia, amistades, compañeros, pareja, pero sobre todo lo más importante ¿Cómo me encuentro yo?

La frase “fin de año” representa entre muchas otras cosas el inicio de mejorar todo aquello que nos garantiza encontrarnos en plenitud con todo lo que iniciaremos para cumplir nuevos objetivos y así visualizarnos de una mejor manera de la que terminó este año para cada uno de nosotros.

Sucesos importantes han acontecido en el devenir de este año natural, nadie se imaginó que el tema educativo se llegó a encontrar monopolizado por unos cuantos y que hoy en día la base magisterial exija de nueva cuenta el mando de estos cuantos como líderes de este magisterio; en el tema migratorio todos nos encontrábamos mordiéndonos las uñas por lo que pudiera suceder con nuestros paisanos, lo que llevó a las amenazas de Trump hoy en día que su misma cámara de representantes el día 20 de diciembre del 2018 se opusieran a aprobar el recurso para la construcción del mundo fronterizo. Pero para nuestra nación nos resultada bastante relevante el término “la cuarta transformación”. Pues encapsula ciertas acciones que no se habían visto por años, habrán estados que se opongan, habrá estados que la aprueben pero sin duda alguna este proyecto de nación es punta de lanza para comenzar a realizar las cosas de cierta manera. Lo que nos lleva a la introspección inicial ¿Cómo me encuentro yo en mi transformación? Así como por consiguiente la ha llevado el país.

Generalmente el fin de año en muchas religiones y culturas se da con el fin de los ciclos solares, ya que en casi todas las religiones se le asigna al sol el máximo poder. Existen algunas tradiciones y simbolismos que dan cita en la última noche del año en los hogares de gran parte del mundo para recibir el año nuevo y cada una de esas tradiciones y simbolismos es una oportunidad para poner en marcha los propósitos que harán un año no peor del que hemos dejado atrás, y así comenzar con nuestra transformación interna.

Estas buenas intenciones bien ejecutadas (propósitos) no solamente nos llevarán a lo esencial de conducirnos bien hacía con Dios, bien hacia nuestros semejantes y bien hacía con nosotros mismos, así pues; la amplitud de nuestra conciencia será acorde a la forma en que visualicemos los sucesos que transcurrieron en todo este año. Así y sólo así también en nosotros surgirá una transformación, esa transformación será más elocuente y más congruente que cualquier palabra, cualquier discurso o cualquier párrafo que podamos leer y será tan importante como duplicar nuestro esfuerzo al fin de alcanzar la gracia y la virtud. He ahí donde radica la diferencia entre el fracaso y el éxito, el dar más de lo que se nos pide, el exigirnos más de lo que podamos dar, el querer más de lo que podamos gozar, pero sobre todo continuar intentando lograr todo aquello que anhelamos que nos toca por merecimiento.

Ser bien pues atentos a toda transformación mundial, nacional, regional y personal pues es bien dicho por los que saben que como es afuera es adentro y nada va acompañado por un mínimo esfuerzo de voluntad, de disciplina empujadas por el amor propio humano y hacia los demás, por eso es que todos esos llamados propósitos de Año nuevo deben estar con metas fijas visualizando los objetivos a corto y largo plazo pero sin perder la esencia de lo que somos y en lo que nos convertiremos.

365 días han llegado a su prescripción donde se puede observar a través de hechos si lograron capitalizarse los propósitos planteados el 31 de diciembre del 2017. Una herramienta buena que nos servirá como introspección será preguntarnos cómo se encuentra nuestro entorno, incluyendo familia, amistades, compañeros, pareja, pero sobre todo lo más importante ¿Cómo me encuentro yo?

La frase “fin de año” representa entre muchas otras cosas el inicio de mejorar todo aquello que nos garantiza encontrarnos en plenitud con todo lo que iniciaremos para cumplir nuevos objetivos y así visualizarnos de una mejor manera de la que terminó este año para cada uno de nosotros.

Sucesos importantes han acontecido en el devenir de este año natural, nadie se imaginó que el tema educativo se llegó a encontrar monopolizado por unos cuantos y que hoy en día la base magisterial exija de nueva cuenta el mando de estos cuantos como líderes de este magisterio; en el tema migratorio todos nos encontrábamos mordiéndonos las uñas por lo que pudiera suceder con nuestros paisanos, lo que llevó a las amenazas de Trump hoy en día que su misma cámara de representantes el día 20 de diciembre del 2018 se opusieran a aprobar el recurso para la construcción del mundo fronterizo. Pero para nuestra nación nos resultada bastante relevante el término “la cuarta transformación”. Pues encapsula ciertas acciones que no se habían visto por años, habrán estados que se opongan, habrá estados que la aprueben pero sin duda alguna este proyecto de nación es punta de lanza para comenzar a realizar las cosas de cierta manera. Lo que nos lleva a la introspección inicial ¿Cómo me encuentro yo en mi transformación? Así como por consiguiente la ha llevado el país.

Generalmente el fin de año en muchas religiones y culturas se da con el fin de los ciclos solares, ya que en casi todas las religiones se le asigna al sol el máximo poder. Existen algunas tradiciones y simbolismos que dan cita en la última noche del año en los hogares de gran parte del mundo para recibir el año nuevo y cada una de esas tradiciones y simbolismos es una oportunidad para poner en marcha los propósitos que harán un año no peor del que hemos dejado atrás, y así comenzar con nuestra transformación interna.

Estas buenas intenciones bien ejecutadas (propósitos) no solamente nos llevarán a lo esencial de conducirnos bien hacía con Dios, bien hacia nuestros semejantes y bien hacía con nosotros mismos, así pues; la amplitud de nuestra conciencia será acorde a la forma en que visualicemos los sucesos que transcurrieron en todo este año. Así y sólo así también en nosotros surgirá una transformación, esa transformación será más elocuente y más congruente que cualquier palabra, cualquier discurso o cualquier párrafo que podamos leer y será tan importante como duplicar nuestro esfuerzo al fin de alcanzar la gracia y la virtud. He ahí donde radica la diferencia entre el fracaso y el éxito, el dar más de lo que se nos pide, el exigirnos más de lo que podamos dar, el querer más de lo que podamos gozar, pero sobre todo continuar intentando lograr todo aquello que anhelamos que nos toca por merecimiento.

Ser bien pues atentos a toda transformación mundial, nacional, regional y personal pues es bien dicho por los que saben que como es afuera es adentro y nada va acompañado por un mínimo esfuerzo de voluntad, de disciplina empujadas por el amor propio humano y hacia los demás, por eso es que todos esos llamados propósitos de Año nuevo deben estar con metas fijas visualizando los objetivos a corto y largo plazo pero sin perder la esencia de lo que somos y en lo que nos convertiremos.