/ domingo 26 de junio de 2022

Un Grande De La Música

“La música expresa lo que no puede ser dicho y aquello sobre lo que es imposible permanecer en silencio” Víctor Hugo.

Como la salud y la enfermedad, los compositores tienen raíz en la genética y en el medio que los rodea, los talentos nacen y se cultivan, estudiando la vida de los virtuosos, autores e intérpretes, prácticamente todos sobresalieron desde la niñez. Un caso meritorio es W. A. Mozart al haber compuesto su primera sinfonía a la edad de 8 años, la KV16, teniendo para entonces en su haber 15 obras pequeñas cuando ya era conocido en toda Europa como “wunderkim” o niño prodigio.

Mozart falleció a los 35 años de edad tras haber compuesto más de 650 obras, entre ellas 41 sinfonías, siendo la última la No.41 en do mayor K551 “Júpiter”. Otra composición póstuma es el Réquiem en re menor KV626 que dejó inconcluso. Fue terminado por su alumno Franz Xaver Süssmayr.

Otra estrella de la música clásica que expiró tempranamente fue Franz Peter Schubert.

En los albores del siglo XIX, cuando la música desbordaba en poesía escrita sobre el pentagrama y dejaba atrás el clasisismo de Haydn y Mozart para dar entrada al romanticismo, brilló la luz de un compositor que en un principio lo figuraban como un hombrecito obeso, miope, amable y pobre. Sobre Schubert se han hilvanado numerosas anécdotas y leyendas. Debido a su pobreza y carecer de piano, siendo muy joven se auxiliaba de una guitarra para escribir melodías en cafés, bares y en casa de amigos, no por eso dejó de tener una personalidad fascinante y compleja.

Bautizado en la Iglesia católica, su obra nos acerca al lenguaje religioso y al sinfónico. En 1818 a la edad de 21 años había completado 6 de las 9 sinfonías, siendo la última, la novena, una eufonía monumental terminada a sus 29 años conocida como “La Grande”.

Una composición llena de misterio en cuando a su origen y fechas. Perdida entre papeles fue descubierta una década después de su muerte por Robert Schumann.

La obra de Schubert sobrepasa las mil composiciones de las cuales más de 600 son lieder (melodías o canciones) con textos de Goethe, Schiller, Heine y muy importante la figura del poeta alemán Wilhelm Müller, lo que muestra a una persona de refinada cultura. Cuando apenas cambiaba su voz a la de adulto, fue llamado al coro de la Capilla Imperial, un sitio reservado para voces y aptitudes privilegiadas donde más tarde estudiaría composición con Antonio Salieri. Si bien Schubert fue encasillado en el romanticismo, a su vez fue continuador de la sonata clásica siguiendo el modelo de Beethoven.

Para los poco enterados, a Franz Schubert se le conoce por dos obras populares y no menos creativas. Su afamada Serenata. ¡Oh, que dulce canción! Límpida brota… Esparciendo sus blandas armonías,… Y parece que lleva en cada nota… ¡Muchas tristezas y ternuras mías! como la describió el poeta Manuel Gutiérrez Nájera. La otra es Ellens Gessang III que conocemos como Ave María, una derivación del célebre poema de Sir Walter Scott “La Dama del Lago” con arreglos que difieren de la letra original para acomodar palabras de la oración católica del mismo nombre.

Salvo su círculo de amigos, Schubert fue poco reconocido mientras vivió entre penurias económicas. A pesar de su corta vida, dejó un gran legado. Es un grande de la música de todos los tiempos. Murió a los 31 años, sífilis complicada con fiebre tifoidea lo condujeron a la muerte.

flokay33@gmail.com

“La música expresa lo que no puede ser dicho y aquello sobre lo que es imposible permanecer en silencio” Víctor Hugo.

Como la salud y la enfermedad, los compositores tienen raíz en la genética y en el medio que los rodea, los talentos nacen y se cultivan, estudiando la vida de los virtuosos, autores e intérpretes, prácticamente todos sobresalieron desde la niñez. Un caso meritorio es W. A. Mozart al haber compuesto su primera sinfonía a la edad de 8 años, la KV16, teniendo para entonces en su haber 15 obras pequeñas cuando ya era conocido en toda Europa como “wunderkim” o niño prodigio.

Mozart falleció a los 35 años de edad tras haber compuesto más de 650 obras, entre ellas 41 sinfonías, siendo la última la No.41 en do mayor K551 “Júpiter”. Otra composición póstuma es el Réquiem en re menor KV626 que dejó inconcluso. Fue terminado por su alumno Franz Xaver Süssmayr.

Otra estrella de la música clásica que expiró tempranamente fue Franz Peter Schubert.

En los albores del siglo XIX, cuando la música desbordaba en poesía escrita sobre el pentagrama y dejaba atrás el clasisismo de Haydn y Mozart para dar entrada al romanticismo, brilló la luz de un compositor que en un principio lo figuraban como un hombrecito obeso, miope, amable y pobre. Sobre Schubert se han hilvanado numerosas anécdotas y leyendas. Debido a su pobreza y carecer de piano, siendo muy joven se auxiliaba de una guitarra para escribir melodías en cafés, bares y en casa de amigos, no por eso dejó de tener una personalidad fascinante y compleja.

Bautizado en la Iglesia católica, su obra nos acerca al lenguaje religioso y al sinfónico. En 1818 a la edad de 21 años había completado 6 de las 9 sinfonías, siendo la última, la novena, una eufonía monumental terminada a sus 29 años conocida como “La Grande”.

Una composición llena de misterio en cuando a su origen y fechas. Perdida entre papeles fue descubierta una década después de su muerte por Robert Schumann.

La obra de Schubert sobrepasa las mil composiciones de las cuales más de 600 son lieder (melodías o canciones) con textos de Goethe, Schiller, Heine y muy importante la figura del poeta alemán Wilhelm Müller, lo que muestra a una persona de refinada cultura. Cuando apenas cambiaba su voz a la de adulto, fue llamado al coro de la Capilla Imperial, un sitio reservado para voces y aptitudes privilegiadas donde más tarde estudiaría composición con Antonio Salieri. Si bien Schubert fue encasillado en el romanticismo, a su vez fue continuador de la sonata clásica siguiendo el modelo de Beethoven.

Para los poco enterados, a Franz Schubert se le conoce por dos obras populares y no menos creativas. Su afamada Serenata. ¡Oh, que dulce canción! Límpida brota… Esparciendo sus blandas armonías,… Y parece que lleva en cada nota… ¡Muchas tristezas y ternuras mías! como la describió el poeta Manuel Gutiérrez Nájera. La otra es Ellens Gessang III que conocemos como Ave María, una derivación del célebre poema de Sir Walter Scott “La Dama del Lago” con arreglos que difieren de la letra original para acomodar palabras de la oración católica del mismo nombre.

Salvo su círculo de amigos, Schubert fue poco reconocido mientras vivió entre penurias económicas. A pesar de su corta vida, dejó un gran legado. Es un grande de la música de todos los tiempos. Murió a los 31 años, sífilis complicada con fiebre tifoidea lo condujeron a la muerte.

flokay33@gmail.com