/ jueves 10 de marzo de 2022

Un mensaje a García. Parte I.

Es un texto de autosuperación escrito por Elbert Hubbard en 1899. Relata brevemente la anécdota del soldado estadounidense Rowan, que es llamado para entregar de parte del presidente de Estados Unidos, un mensaje al jefe de los rebeldes, Calixto García, oculto en la sierra cubana, en el curso de la Guerra hispano-estadounidense a fines del siglo XIX.

Nadie sabía cómo encontrar al General García, es un escrito que destaca la importancia del compromiso y de la voluntad de ejecutar las tareas que uno asume en el trabajo y en la vida. También existen personas que sobrevalora el poder de la autoridad y asume la sabiduría de aquellos que están arriba, como sus jefes, sus líderes. Hemos escuchado por ahí que la competencia está dentro de uno mismo, cuantas excusas existen para no llevar a cabo una tarea: Se me olvidó, No vi, No me fijé, Se me pasó, Tuve mala suerte, No me acordaba, Yo creía, No pude, No había, Fui y se me olvidó, Me equivoqué, Me dijeron, No le pregunté, No lo encontré, Ni modo, Creo que sí, Creo que no, ¿Yo?, Puede que sí, Se me hizo tarde, Voy de nuevo, Ya lo dije, Ya lo ordené, No es culpa mía.

Este es el mensaje que nos ayuda y que nos puede llevar a progresar “EL mensaje a García”. Inicia así.

“Entre los acontecimientos ocurridos durante la guerra de Cuba, hay uno que descuella sobre todos los demás y el nombre del individuo que lo ejecutó brilla como brilla el planeta Marte cuando está en su perihelio. Al estallar la guerra entre España y los Estados Unidos, fue necesario establecer comunicaciones rápidas con García, jefe de los insurrectos, quien se hallaba en las regiones montañosas de la isla, sin que persona alguna pudiera precisar donde y en qué lugares, a las que ni el correo ni el telégrafo llegaban. El Presidente Mackinley deseaba, sin pérdida de tiempo, obtener la cooperación del expresado jefe. ¿Qué hacer en estas circunstancias?

Hubo quien, acercándose al Presidente dijo: -Hay un hombre, llamado Rowan, que, si es posible encontrarlo, encontrará a García. Llamaron a Rowan, quien recibió una carta que debía entregar a García, tomó el parte, lo colocó en una bolsita de hule y lo ató su corazón. De cómo a los cuatros días un bote lo desembarcó en las costas de Cuba, de cómo se internó en las selvas y tres semanas mas tarde apareció en la otra costa, después de haber cruzado un país hostil y de haber entregado a García el mensaje recibido, son cosas de las que no deseo ocuparme. Lo que quiero hacer constar es que Mackinley entregó a Rowan una carta para que la llevara a García, y que aquél la tomó sin preguntar ¿dónde está García? He ahí un hombre cuyas formas deberían vaciarse en bronce que inmortalizara su memoria y cuya estatua debiera colocarse en los colegios del Estado. Lo que necesitan los jóvenes no es solo estudiar libros es instruirse respecto de tal o cual cosa, sino dar a sus vértebras la rapidez necesaria para cumplir fielmente sus deberes, para obrar con rapidez, para concentrar su energía y saber llevar un mensaje a García. El General García ha muerto; pero hay otros muchos Garcías. Todos los que se han esforzado en llevar a buen término una empresa determinada, donde participan muchos, han comprobado llenos de consternación, la imbecilidad de los hombres que constituyen el término medio de la humanidad y su incapacidad, y mala voluntad para concentrar su energía sobre una cosa y hacerla”. Continuamos con la parte II de este tema.

Facebook Morelos Calixto Lauro.

Es un texto de autosuperación escrito por Elbert Hubbard en 1899. Relata brevemente la anécdota del soldado estadounidense Rowan, que es llamado para entregar de parte del presidente de Estados Unidos, un mensaje al jefe de los rebeldes, Calixto García, oculto en la sierra cubana, en el curso de la Guerra hispano-estadounidense a fines del siglo XIX.

Nadie sabía cómo encontrar al General García, es un escrito que destaca la importancia del compromiso y de la voluntad de ejecutar las tareas que uno asume en el trabajo y en la vida. También existen personas que sobrevalora el poder de la autoridad y asume la sabiduría de aquellos que están arriba, como sus jefes, sus líderes. Hemos escuchado por ahí que la competencia está dentro de uno mismo, cuantas excusas existen para no llevar a cabo una tarea: Se me olvidó, No vi, No me fijé, Se me pasó, Tuve mala suerte, No me acordaba, Yo creía, No pude, No había, Fui y se me olvidó, Me equivoqué, Me dijeron, No le pregunté, No lo encontré, Ni modo, Creo que sí, Creo que no, ¿Yo?, Puede que sí, Se me hizo tarde, Voy de nuevo, Ya lo dije, Ya lo ordené, No es culpa mía.

Este es el mensaje que nos ayuda y que nos puede llevar a progresar “EL mensaje a García”. Inicia así.

“Entre los acontecimientos ocurridos durante la guerra de Cuba, hay uno que descuella sobre todos los demás y el nombre del individuo que lo ejecutó brilla como brilla el planeta Marte cuando está en su perihelio. Al estallar la guerra entre España y los Estados Unidos, fue necesario establecer comunicaciones rápidas con García, jefe de los insurrectos, quien se hallaba en las regiones montañosas de la isla, sin que persona alguna pudiera precisar donde y en qué lugares, a las que ni el correo ni el telégrafo llegaban. El Presidente Mackinley deseaba, sin pérdida de tiempo, obtener la cooperación del expresado jefe. ¿Qué hacer en estas circunstancias?

Hubo quien, acercándose al Presidente dijo: -Hay un hombre, llamado Rowan, que, si es posible encontrarlo, encontrará a García. Llamaron a Rowan, quien recibió una carta que debía entregar a García, tomó el parte, lo colocó en una bolsita de hule y lo ató su corazón. De cómo a los cuatros días un bote lo desembarcó en las costas de Cuba, de cómo se internó en las selvas y tres semanas mas tarde apareció en la otra costa, después de haber cruzado un país hostil y de haber entregado a García el mensaje recibido, son cosas de las que no deseo ocuparme. Lo que quiero hacer constar es que Mackinley entregó a Rowan una carta para que la llevara a García, y que aquél la tomó sin preguntar ¿dónde está García? He ahí un hombre cuyas formas deberían vaciarse en bronce que inmortalizara su memoria y cuya estatua debiera colocarse en los colegios del Estado. Lo que necesitan los jóvenes no es solo estudiar libros es instruirse respecto de tal o cual cosa, sino dar a sus vértebras la rapidez necesaria para cumplir fielmente sus deberes, para obrar con rapidez, para concentrar su energía y saber llevar un mensaje a García. El General García ha muerto; pero hay otros muchos Garcías. Todos los que se han esforzado en llevar a buen término una empresa determinada, donde participan muchos, han comprobado llenos de consternación, la imbecilidad de los hombres que constituyen el término medio de la humanidad y su incapacidad, y mala voluntad para concentrar su energía sobre una cosa y hacerla”. Continuamos con la parte II de este tema.

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