Glaucoma
El martes pasado hablamos sobre qué es la hipertensión ocular y sus graves consecuencias si no se atiende a tiempo como es la generación del glaucoma.
El exceso de líquido acuoso que contiene el interior del ojo hace presión hacia toda la superficie interior del mismo, dañándola, en la que se encuentra el nervio óptico cuyas funciones son transmitir hasta el cerebro la información visual de lo que se observa.
El daño al nervio óptico genera una pérdida gradual del campo óptico que se va haciendo más extensa hasta llegar a la pérdida total de la visión.
El glaucoma no se anuncia, no tiene síntomas y cuando menos lo esperamos se hace presente como daño irreversible.
Sin embargo, si es previsible. La persona puede mediante su propia observación descubrir algunos indicios que le pueden anunciar la existencia del peligro y proceder de inmediato a realizarse los estudios oftalmológicos que lo llevarán a conocer su realidad.
¿Cuáles pueden ser tales indicios? Se enumeran a continuación algunos ejemplos:
*Existe uno muy claro: el campo visual periférico de la persona se va reduciendo y su visión se enmarca dentro del centro de una orla negra, como si viera a través de un tubo, cuando mira hacia el frente.
*Esta orla negra se va haciendo más grande y por obvias razones el campo de visión será cada vez más restringido.
*¿Cómo detectar la pérdida de la visión periférica que nos impide tener más visión hacia los lados? Veamos algunos casos: cuando alguien nos saluda estirando su mano y nosotros no la vemos, o cuando nos tropezamos con un escalón pequeño que no vimos, o cuando nos golpeamos con algún objeto lateral, golpe que no pudimos evitar porque no lo vimos.
El glaucoma no se cura, pero si se detecta a tiempo existen métodos que pueden retrasar su desarrollo, tratamiento que será de por vida.
Repasaremos lo visto cuando hablamos de la hipertensión ocular, origen del glaucoma, con la intención de atacar aquella a tiempo y evitar la presencia del glaucoma.
La hipertensión se da por el exceso de líquido acuoso. El exceso puede derivarse de dos factores: exceso no eliminado por los drenes naturales del ojo y mayor producción de lo que es capaz el ojo de eliminar.
Su tratamiento: el uso de colirios tendientes a aumentar el drenado del humor acuoso o disminuir la producción del mismo según el caso. En ocasiones es resultado es muy satisfactorio. Si no fuera así, se tendrá que recurrir a la cirugía.
Una recomendación: consulte a su oftalmólogo cuando menos una vez al año. No se automedique: cada paciente tiene requerimientos particulares.
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