OJO FLOJO
El ojo flojo se presenta como consecuencia de que el órgano visual deja de recibir adecuadamente las órdenes que emite el cerebro, centro de control de las facultades de la persona, por lo que sus funciones no se realizan en forma correcta dejando progresivamente de ejercerlas.
Si el daño se detecta a tiempo, podrá detenerse en su avance pero si se deja pasar el tiempo la visión puede llegar a una grave disminución y allí estancarse.
Es obvio que si un ojo deja de ejercer correctamente sus funciones, la carga de trabajo la tendrá el ojo bueno el que también a la larga resentirá un daño por el exceso de visión al que se le somete.
Atender a tiempo el daño del ojo flojo es un imperativo ya que de no hacerlo tendremos dos consecuencias: a) el ojo dañado irá perdiendo el ejercicio de sus funciones hasta dejar de hacerlas y b) el ojo bueno sufrirá afectación al grado que se permita mientras la persona se atiende.
El ojo flojo, atendido a tiempo, es curable.
En términos médicos el daño del ojo flojo se le conoce como “ambliopía”.
La alteración del ojo flojo puede presentarse en todo momento y puede detectarse en los exámenes periódicos que se sugiere que una persona se haga cuando menos una vez al año.
Las personas que tienen vista normal podrán detectar el daño mediante el síntoma de que su visión se vaya deteriorando. Es el momento de consultar a su oftalmólogo quien le podrá diagnosticar el probable origen de su problema y tal vez corregirlo con sólo el uso de lentes.
En ocasiones el ojo flojo que se descuida puede generar otra alteración que se conoce como estrabismo, de la que ya hemos hablado.
El estrabismo se da cuando el ojo desvía su eje visual y la pupila mira hacia un lado, conocido también como ojo bizco. Esta alteración puede darse en uno o en los dos ojos al mismo tiempo.
La catarata congénita puede también generar el padecimiento de ojo flojo. Este caso requiere de intervención quirúrgica para detener su desarrollo.
A pesar de que vea bien, no deje de examinarse sus ojos cuando menos una vez al año.
Una recomendación: consulte a su oftalmólogo cuando menos una vez al año. No se automedique: cada paciente tiene requerimientos particulares.
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