/ lunes 16 de septiembre de 2019

¡Viva México!

“Un pueblo sin tradición es un pueblo sin porvenir”. Alberto Lleras Camargo.

Las pautas y costumbres de la convivencia humana dignas de significarse que se prenden en la sociedad se vuelven tradiciones. Usos y costumbres que se arraigan a con del tiempo, a veces corto, a veces largo. Genéricamente son legados socioculturales que se transmiten de generación en generación, que con frecuencia, con la edad suelen sufrir cambios o rectificaciones por capricho de algún gobernante.

En México tenemos un legado del virreinato que según mi parecer erróneamente se dice época colonial, que se ha convertido en tradiciones religiosas, deportivas, musicales, gastronómicas, culturales en general. La influencia y costumbres españolas, se mezclaron con nuestras raíces prehispánicas para lograr con el mestizaje una corriente cultural fuerte que es la base de nuestras costumbres e idiosincrasia. Peculiaridad distintiva, aunque con semejanzas, del resto de los países de Latinoamérica, con variantes más patentes en Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Haití y las antiguas Guayanas.

Dos son las tradiciones más enraizadas en nuestro haber nacional, la conmemoración festiva de la versión mexicana de la extremeña virgen de Guadalupe de la provincia de Cáceres España y el “grito” en la noche previa al aniversario del inicio de la marcha insurgente en el pueblo de Dolores. Ambas tienen falsedades, pero son tradiciones que año con año celebramos con júbilo.

La primera fecha es un despertar religioso lleno de promesas y propósitos de enmienda. La segunda es el avivar patriótico. Una y otra llevan los colores patrios. Ambas son más de “dientes para afuera”. Lo más importante no es izar la bandera o gritar Viva México, o hacer leña de las sandeces que día tras día con lenguaje inarticulado y con muchos “este, este” dicta en las mañaneras nuestro presidente de la república.

En esta época incierta, es tiempo de poner nuestro granito de arena, Es fecha de renovar nuestro patriotismo, primero cumpliendo con nuestros deberes cívicos y nuestra conducta en la vía pública que es el espacio de todos para tener derecho levantar la vox y hacer sentir al presidente que como tal, es de todos los mexicanos y no de un grupo afín a sus ideas. De hacerle saber que un presidente no debe tener rivales, como lo repite con frecuencia.

Es la hora de gritar ¡Viva México! con la convicción que cumplimos como buenos mexicanos dispuestos a luchar con ideas y acciones patrióticas ante los peligros que acechan a nuestra patria. Juntos, entre todos podemos enderezar el rumbo equivocado en que estamos inmersos.

“Un pueblo sin tradición es un pueblo sin porvenir”. Alberto Lleras Camargo.

Las pautas y costumbres de la convivencia humana dignas de significarse que se prenden en la sociedad se vuelven tradiciones. Usos y costumbres que se arraigan a con del tiempo, a veces corto, a veces largo. Genéricamente son legados socioculturales que se transmiten de generación en generación, que con frecuencia, con la edad suelen sufrir cambios o rectificaciones por capricho de algún gobernante.

En México tenemos un legado del virreinato que según mi parecer erróneamente se dice época colonial, que se ha convertido en tradiciones religiosas, deportivas, musicales, gastronómicas, culturales en general. La influencia y costumbres españolas, se mezclaron con nuestras raíces prehispánicas para lograr con el mestizaje una corriente cultural fuerte que es la base de nuestras costumbres e idiosincrasia. Peculiaridad distintiva, aunque con semejanzas, del resto de los países de Latinoamérica, con variantes más patentes en Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Haití y las antiguas Guayanas.

Dos son las tradiciones más enraizadas en nuestro haber nacional, la conmemoración festiva de la versión mexicana de la extremeña virgen de Guadalupe de la provincia de Cáceres España y el “grito” en la noche previa al aniversario del inicio de la marcha insurgente en el pueblo de Dolores. Ambas tienen falsedades, pero son tradiciones que año con año celebramos con júbilo.

La primera fecha es un despertar religioso lleno de promesas y propósitos de enmienda. La segunda es el avivar patriótico. Una y otra llevan los colores patrios. Ambas son más de “dientes para afuera”. Lo más importante no es izar la bandera o gritar Viva México, o hacer leña de las sandeces que día tras día con lenguaje inarticulado y con muchos “este, este” dicta en las mañaneras nuestro presidente de la república.

En esta época incierta, es tiempo de poner nuestro granito de arena, Es fecha de renovar nuestro patriotismo, primero cumpliendo con nuestros deberes cívicos y nuestra conducta en la vía pública que es el espacio de todos para tener derecho levantar la vox y hacer sentir al presidente que como tal, es de todos los mexicanos y no de un grupo afín a sus ideas. De hacerle saber que un presidente no debe tener rivales, como lo repite con frecuencia.

Es la hora de gritar ¡Viva México! con la convicción que cumplimos como buenos mexicanos dispuestos a luchar con ideas y acciones patrióticas ante los peligros que acechan a nuestra patria. Juntos, entre todos podemos enderezar el rumbo equivocado en que estamos inmersos.