/ viernes 18 de septiembre de 2020

Y si nos quedamos solos en el camino... ¿qué pasa?

Aprovecho la oportunidad para felicitar a todos los abuelos que son personas mayores, por el día oficial que se ha establecido para festejarlo el 28 de agosto, así como también extiendo mi felicitación a todos los gerontólogos colegas del estado de Guanajuato, quienes celebramos el Día Nacional del Gerontólogo, el primero de septiembre, muchas gracias a todas y cada una de las personas mayores que nos ayudan en nuestro crecimiento personal y desarrollo profesional.

Hoy quiero poner en manifiesto las ocasiones en que como personas hemos perdido alguna amistad, un amor, un hijo, una persona que amamos o es importante para nosotros, ¿cuántas veces hemos pensado que no sobreviviremos cuando llega esa tormenta y nos moja de la cabeza a los pies? ¿cuántas veces hemos sentido que se cae nuestra casa y que nos quedamos sin nada? probablemente la respuesta sea muchas veces.

En relación a lo anterior, ¿cuántas veces somos capaces de aceptar lo que nos pasa y seguir en nuestro camino o en dirección opuesta?¿quién ha analizado si es necesario pedir ayuda para salir a flote? O seguir a la deriva porque no sabemos nadar.

Las pérdidas las vivimos en el transcurso de nuestra vida, en diferentes situaciones y contextos, todos procesando de manera diferente, sin embargo, nos es más sencillo mencionar el que perdimos al que ganamos, porque en la vida se nos ha enseñado a ganar no a perder ni a quedarnos solos.

La capacidad de aceptación de la realidad va más allá de un ejercicio que involucra el reconocimiento de nuestros sentimientos y el vivir cada una de nuestras emociones. Es de suma importancia mencionar que justamente en la etapa de la vejez se es más sensible a las pérdidas, principalmente las físicas, las de carácter económico y sociales, acentuándose significativamente cuando se tiene una carencia espiritual.

Los viejos piensan que el quedarse sin nada o comenzar a perder en el camino, los convierte en personas solas, probablemente enfocan el término de soledad al hecho de no contar con alguien con quien compartir sus días o sus vivencias, sin embargo, no han quedado completamente solos y eso es muy difícil de asimilar y trabajar ya cuando se tienen casos en la realidad.

No hagamos a nuestros mayores dependientes a nosotros, ni generemos dependencias irreales, pues el día que no nos encontremos a su lado les generaremos la necesidad de tener una persona al lado para que los asista y se volverán unas personas mayores con dependencia no real y muy probablemente melancólicos o en estado de soledad.

Frecuentemos la convivencia con nuestros padres o abuelos a través o uso de las tecnologías, buscando estrategias para el disfrute de sus tiempos de esparcimiento; si es una persona mayor que ha perdido a un ser querido lo importante es que sienta que no está solo y buscarle ayuda profesional y darle su espacio para que viva su proceso de duelo.

Estamos en una época en la que la economía es importante, y la gran mayoría de las personas de 60 años y más han quedado sin empleo, porque probablemente se han dedicado al comercio, porque probablemente han muerto familiares, aún existen personas que pueden apoyar a las más necesitadas, el hecho de que seamos empáticos y sientan nuestra presencia puede cambiar el estado de muchas personas.

Las esperanza es un estado que todos ayudamos a construir en otra persona cuando “Generamos seguridad, confianza y protección”. Generemos juntos una nueva cultura de envejecimiento y bienestar”. heleentologa@gmail.com

Aprovecho la oportunidad para felicitar a todos los abuelos que son personas mayores, por el día oficial que se ha establecido para festejarlo el 28 de agosto, así como también extiendo mi felicitación a todos los gerontólogos colegas del estado de Guanajuato, quienes celebramos el Día Nacional del Gerontólogo, el primero de septiembre, muchas gracias a todas y cada una de las personas mayores que nos ayudan en nuestro crecimiento personal y desarrollo profesional.

Hoy quiero poner en manifiesto las ocasiones en que como personas hemos perdido alguna amistad, un amor, un hijo, una persona que amamos o es importante para nosotros, ¿cuántas veces hemos pensado que no sobreviviremos cuando llega esa tormenta y nos moja de la cabeza a los pies? ¿cuántas veces hemos sentido que se cae nuestra casa y que nos quedamos sin nada? probablemente la respuesta sea muchas veces.

En relación a lo anterior, ¿cuántas veces somos capaces de aceptar lo que nos pasa y seguir en nuestro camino o en dirección opuesta?¿quién ha analizado si es necesario pedir ayuda para salir a flote? O seguir a la deriva porque no sabemos nadar.

Las pérdidas las vivimos en el transcurso de nuestra vida, en diferentes situaciones y contextos, todos procesando de manera diferente, sin embargo, nos es más sencillo mencionar el que perdimos al que ganamos, porque en la vida se nos ha enseñado a ganar no a perder ni a quedarnos solos.

La capacidad de aceptación de la realidad va más allá de un ejercicio que involucra el reconocimiento de nuestros sentimientos y el vivir cada una de nuestras emociones. Es de suma importancia mencionar que justamente en la etapa de la vejez se es más sensible a las pérdidas, principalmente las físicas, las de carácter económico y sociales, acentuándose significativamente cuando se tiene una carencia espiritual.

Los viejos piensan que el quedarse sin nada o comenzar a perder en el camino, los convierte en personas solas, probablemente enfocan el término de soledad al hecho de no contar con alguien con quien compartir sus días o sus vivencias, sin embargo, no han quedado completamente solos y eso es muy difícil de asimilar y trabajar ya cuando se tienen casos en la realidad.

No hagamos a nuestros mayores dependientes a nosotros, ni generemos dependencias irreales, pues el día que no nos encontremos a su lado les generaremos la necesidad de tener una persona al lado para que los asista y se volverán unas personas mayores con dependencia no real y muy probablemente melancólicos o en estado de soledad.

Frecuentemos la convivencia con nuestros padres o abuelos a través o uso de las tecnologías, buscando estrategias para el disfrute de sus tiempos de esparcimiento; si es una persona mayor que ha perdido a un ser querido lo importante es que sienta que no está solo y buscarle ayuda profesional y darle su espacio para que viva su proceso de duelo.

Estamos en una época en la que la economía es importante, y la gran mayoría de las personas de 60 años y más han quedado sin empleo, porque probablemente se han dedicado al comercio, porque probablemente han muerto familiares, aún existen personas que pueden apoyar a las más necesitadas, el hecho de que seamos empáticos y sientan nuestra presencia puede cambiar el estado de muchas personas.

Las esperanza es un estado que todos ayudamos a construir en otra persona cuando “Generamos seguridad, confianza y protección”. Generemos juntos una nueva cultura de envejecimiento y bienestar”. heleentologa@gmail.com