/ martes 23 de marzo de 2021

Escritora Ashley Audrin desmitifica la maternidad en novela El instinto

El instinto, de la novelista plantea la posibilidad de que las mujeres se arrepientan de ser madres

Publicada simultáneamente en 30 países, luego de una intensa puja entre editoriales que finalmente ganó Alfaguara, según contaron recientemente en conferencia Pilar Álvarez (directora literaria de Alfaguara) y Marta Selvas (editora de Columna, Grup 62) El instinto, de Ashley Audrain pone en tela de juicio uno de los máximos tabús: “que las madres podemos lamentar tener hijos”, relató la autora canadiense, quien comenzó a escribir la novela durante su embarazo y la estancia en el hospital junto a su hijo recién nacido, que estuvo al borde de la muerte. No es su caso, aclara, pero en El instinto desmitifica la idealización de la maternidad.

“Algo que se debate, una de las preguntas que exploro en el libro, es la idea de que lo innato es aprendido”, apunta la escritora. “A menudo cuando veo algo terrible en las noticias, como por ejemplo un asesinato, pienso en quiénes son los padres, o quiénes lo educaron, no para juzgarles, sino con curiosidad de saber si creían que sus hijos eran capaces de hacer algo así, cuándo se dieron cuenta y qué efecto tuvo en ellos”.

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Para la escritora, quien es madre de dos hijos, es imposible saberlo. “Traemos un hijo al mundo, confiamos en que sea una buena persona, pero no sabemos quiénes van a ser, ni lo que tienen en su interior. No me propuse desde un principio abordar ciertos tabúes, sino adentrarme en las expectativas de las madres y de ellas respecto a la maternidad, la realidad frente a las expectativas, eso sí que es un tabú”.

Reconoce que es posible que las madres deseen nunca haber tenido hijos, aunque es algo de lo que no se habla. “Es muy difícil encontrar que una madre lo admita, es una conversación que no se puede tener con nadie y quise explorar lo que siente una madre atrapada, pero a medida que fui escribiendo, también quise adentrarme en lugares inefables, pensamientos honestos y reales sobre los que es más difícil que alguien hable desde un punto de vista personal, la maternidad es eso que no nos abandona, no podemos deshacernos de esa carga, una tiene que ser buena madre sí o sí”.

La literatura permite abordar esos temas, pues “en la vida real no hay ningún lugar donde se pueda hablar sin sentir que hay algo que falla, por eso los lectores están engullendo literalmente la novela, porque es catártica”, abunda la también editora. “Un periodista británico dijo que El instinto es una ‘novela negra de maternidad’, era un artículo sobre cómo muchas madres escriben durante su baja por maternidad, supongo que no soy la única con ese deseo de escribir sobre las partes oscuras y tenebrosas de esa etapa”.

En tiempos en los que las redes sociales exigen la perfección, uno de los ámbitos más señalados es la maternidad, incluso la paternidad, agrega la autora. “ Esa es una de las grandes expectativas que sigue ahí, no ha cambiado a lo largo de muchas décadas, la presión de ser padres perfectos. Creo que mi generación -tengo 38 años-, es la primera de padres en los medios sociales, estamos conectados con muchísima gente y exhibimos una enorme parte de nuestra vida, con la presión de dar una imagen determinada, mostrar a los hijos de cierta forma, tendemos a filtrar mucho para mostrar una vida perfecta, esto hace que sea todavía más complejo sobre todo para las madres, ¿cómo hacer para cumplir esas expectativas? Es imposible, pero tampoco hacemos mucho para deshacernos de los estereotipos”.

Publicada simultáneamente en 30 países, luego de una intensa puja entre editoriales que finalmente ganó Alfaguara, según contaron recientemente en conferencia Pilar Álvarez (directora literaria de Alfaguara) y Marta Selvas (editora de Columna, Grup 62) El instinto, de Ashley Audrain pone en tela de juicio uno de los máximos tabús: “que las madres podemos lamentar tener hijos”, relató la autora canadiense, quien comenzó a escribir la novela durante su embarazo y la estancia en el hospital junto a su hijo recién nacido, que estuvo al borde de la muerte. No es su caso, aclara, pero en El instinto desmitifica la idealización de la maternidad.

“Algo que se debate, una de las preguntas que exploro en el libro, es la idea de que lo innato es aprendido”, apunta la escritora. “A menudo cuando veo algo terrible en las noticias, como por ejemplo un asesinato, pienso en quiénes son los padres, o quiénes lo educaron, no para juzgarles, sino con curiosidad de saber si creían que sus hijos eran capaces de hacer algo así, cuándo se dieron cuenta y qué efecto tuvo en ellos”.

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Para la escritora, quien es madre de dos hijos, es imposible saberlo. “Traemos un hijo al mundo, confiamos en que sea una buena persona, pero no sabemos quiénes van a ser, ni lo que tienen en su interior. No me propuse desde un principio abordar ciertos tabúes, sino adentrarme en las expectativas de las madres y de ellas respecto a la maternidad, la realidad frente a las expectativas, eso sí que es un tabú”.

Reconoce que es posible que las madres deseen nunca haber tenido hijos, aunque es algo de lo que no se habla. “Es muy difícil encontrar que una madre lo admita, es una conversación que no se puede tener con nadie y quise explorar lo que siente una madre atrapada, pero a medida que fui escribiendo, también quise adentrarme en lugares inefables, pensamientos honestos y reales sobre los que es más difícil que alguien hable desde un punto de vista personal, la maternidad es eso que no nos abandona, no podemos deshacernos de esa carga, una tiene que ser buena madre sí o sí”.

La literatura permite abordar esos temas, pues “en la vida real no hay ningún lugar donde se pueda hablar sin sentir que hay algo que falla, por eso los lectores están engullendo literalmente la novela, porque es catártica”, abunda la también editora. “Un periodista británico dijo que El instinto es una ‘novela negra de maternidad’, era un artículo sobre cómo muchas madres escriben durante su baja por maternidad, supongo que no soy la única con ese deseo de escribir sobre las partes oscuras y tenebrosas de esa etapa”.

En tiempos en los que las redes sociales exigen la perfección, uno de los ámbitos más señalados es la maternidad, incluso la paternidad, agrega la autora. “ Esa es una de las grandes expectativas que sigue ahí, no ha cambiado a lo largo de muchas décadas, la presión de ser padres perfectos. Creo que mi generación -tengo 38 años-, es la primera de padres en los medios sociales, estamos conectados con muchísima gente y exhibimos una enorme parte de nuestra vida, con la presión de dar una imagen determinada, mostrar a los hijos de cierta forma, tendemos a filtrar mucho para mostrar una vida perfecta, esto hace que sea todavía más complejo sobre todo para las madres, ¿cómo hacer para cumplir esas expectativas? Es imposible, pero tampoco hacemos mucho para deshacernos de los estereotipos”.

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