El mejor inversionista no es el que sólo tiene el dinero, también la pasión por el proyecto en el cual pone su capital, dice Guillermo Padrón, country manager de Weeshing México, en cuyo negocio abundan ese tipo de inversionistas.
En entrevista con El Sol de México, Guillermo explica cómo es que el mundo de las inversiones no tiene que pasar forzosamente por el sondeo de las acciones de una empresa o el cálculo del tipo de cambio para el próximo año fiscal. Puede, en cambio, ser un viaje sencillo, redituable y placentero, y más cuando se invierte en algo tan apasionante como la música.
Weeshing es la primera plataforma de crowdinvesting enfocada en el fondeo de conciertos.
Mediante su modelo, cualquier persona puede ser partícipe de un fondo comunal que cubre una cuota previamente establecida entre Weeshing y el promotor de un concierto.
Una vez que el dinero es recolectado, según el éxito del evento los inversionistas reciben una tasa de retorno, boletos para el concierto o beneficios extra como encuentros con las bandas, artículos firmados o lugares preferenciales. "Lo que se hace es permitir a los usuarios invertir en conciertos compartiendo las ganancias con los promotores".
Según el evento, los inversionistas pueden obtener una renta variable promedio de 45% anual, de acuerdo con el número de boletos vendidos, o una renta fija de 24% anual y que se asegura desde un inicio.
Estas tasas de retorno –dice Guillermo– superan por mucho a las que ofrece el mercado tradicional y es mucho más sencillo. Los usuarios de la plataforma pueden elegir cuánto invertir y las potenciales ganancias, así como monitorear la meta de inversión.
Conciertos en México de Joaquín Sabina, Los Ángeles Azules, Yuridia, o Carlos Rivera se han fondeado en parte por inversionistas de Weeshing, a quienes los llenos totales ya les redituaron.
"Hay eventos que no necesitan el capital, pero nosotros necesitamos el evento para ofrecerlo a nuestros inversionistas, y hay eventos que buscan el capital porque quieren atraer a ese artista.
"Vamos, buscamos y hablamos con los promotores, o ellos llegan con nosotros, y analizamos los eventos que están disponibles y hacemos un análisis muy profundo del artista, los costos, (...) y vemos qué tan viable es que el concierto sea negocio. De ahí hacemos un análisis y sacamos un monto a levantar y la rentabilidad que se les va a ofrecer a los inversionistas".
El esquema beneficia tanto a inversionistas-fanáticos como a los promotores. Los primeros obtienen ganancias y pueden acudir a un concierto de su gusto, y los segundos cuentan con capital para liquidar gastos, invertir en publicidad y ofrecer mayores servicios.
Así, la plataforma de Weeshing no sólo es un instrumento de inversión, sino un generador de espectáculos al proveer a los promotores de medios para realizar más y mejores conciertos.
"Somos una herramienta financiera enfocada en la industria musical, eso es algo mucho más atractivo que estar viendo si suben o bajan las acciones de una empresa, ver el tipo de cambio, y es mucho más sencillo ver cómo invertir aquí", dice Guillermo.
NO ES CUESTIÓN DE FE
"¿Puedes sentirlo?, ¿verlo?, ¿escucharlo hoy? Si no puedes entonces no importa, de todas formas nunca lo entenderás porque sucede demasiado rápido", es la profética letra de la canción Epic, una de las más famosas de la banda californiana Faith No More, vinculada al origen de Weeshing.
Hasta 2009, Faith No More nunca había pisado suelo chileno para ofrecer un concierto, lo que motivó a los promotores Juan Pablo Duch, Rodrigo Segal y al emprendedor Javier Hasbun a reunir capital entre inversionistas para hacerlo posible.
El concierto con dos fechas resultó un éxito y desde entonces los chilenos continuaron organizando conciertos y recogiendo capital. En 2015 se abrieron al público inversionista y comenzaron su expansión por América en Argentina, Perú, Colombia, Uruguay y Estados Unidos.
Para 2016, el modelo fue reconocido por su capacidad disruptiva y de altos rendimientos por el fondo internacional NXTP Labs, uno de los más importantes en el escaparate tecnológico de la región y que seleccionó a Weeshing para ser objeto de inversión y asesorías.
Desde 2015 Weeshing ha registrado a 17 mil 573 inversionistas, financiado 308 eventos y acumulado un capital por 198 millones de pesos.
Cuando Guillermo contactó en 2017 a los fundadores de Weeshing para importar el modelo a México él ya contaba con una experiencia de 10 años en levantamiento de capital, financiamiento, desarrollo de estrategias de ventas, estudios de mercado y tácticas para posicionamiento de marca en empresas como TV Azteca, Grupo Fórmula, Active International y Grupo Raksa, además de haber intentado emprender en proyectos que no pudieron concretarse por falta de capital.
"Siempre me ha llamado la atención el emprender y estaba viendo cuál era el siguiente paso. Los contacté vía LinkedIn, estaban buscando un socio/director general en México y negociamos. Me tocó abrir la oficina, armar los muebles, contratar al equipo", recuerda.
Para ingresar a México la empresa logró levantar casi dos millones de pesos del público inversionista local a través de la plataforma de inversión Play Business; a partir de ahí ha probado ser un éxito y fondeado más de 40 conciertos a través de cinco mil socios registrados.
Sin límite para el tamaño de eventos a fondear, los inversionistas de Weeshing en México, cuyo edad va de los 20 a los 45 años, han aportado desde mil pesos; 85% de ellos ha vuelto a invertir.
Los beneficios de que un mismo inversionista sea un fanático de las bandas a presentarse –dice Guillermo– es que a la vez promueven los conciertos y aumenta la probabilidad de una venta total.
"Vemos a los inversionistas y fans en los conciertos y están muy agradecidos cuando ven los resultados. Se está corriendo mucho la voz entre ellos y están haciendo mucho esa labor que a veces nos cuesta trabajo con el equipo que tenemos, pero creo que ha sido bien aceptado el modelo", dice Guillermo.
LA ESCENA
La Ciudad de México resulta un mercado vital para los conciertos en Latinoamérica debido a su tamaño, demanda y poder adquisitivo, según explica Guillermo.
Mientras que la venta de discos físicos ha ido mermando año con año a favor de servicios de streaming o el mismo YouTube, los ingresos de las bandas dependen en gran parte de las presentaciones en vivo, lo que les incentiva a salir de los estudios de grabación.
"La Ciudad de México es el mero centro de todo; recuerdo una semana en el Pepsi Center que todos los días tuvieron algún concierto de distintos géneros, de distintos promotores. Es demasiada la demanda que hay por música.
"Es una industria que está creciendo porque al final el entretenimiento es eso, te distrae de tu rutina, de lo que haces y estás dispuesto a pagar para disfrutar lo que te genera la música", dice.
Derivado de esto, plazas que antes no figuraban como paradas para artistas internacionales o nacionales, ahora son parte de sus agendas, como Querétaro, León, Guadalajara, Monterrey, Tijuana o San Luis Potosí; ciudades en las que Weeshing tienen cada vez más presencia como consecuencia de esto.
Entre los planes de la plataforma para México está el desarrollar aún más un sistema de conciertos bajo demanda, en el que los inversionistas soliciten bandas específicas para traerlas al país ya con el capital en la mano.
Aunque las agendas de los artistas se planean con mucha antelación y la disposición de capital son algunos obstáculos, Weeshing elabora una propuesta más robusta basada en este modelo.
"El modelo funciona siempre y cuando se vendan boletos, nos enfocamos más en la música porque así nació Weeshing, pero hemos financiado teatro, ballet, pláticas, futbol, conferencias de yoga, (...) pero lo que hacemos más es música, y es lo que nos gusta.
"Creo que las dos partes son importantes para esta industria porque sin el promotor no existe el concierto y sin la persona que consume la música en vivo no existiría este negocio.
Lo único que hacemos nosotros es ser un puente para hacer más y mejores cosas, y tratar de transparentar la industria", finaliza.