Algunos caminos se parecen mucho al de "Roma"

Miles de mujeres trabajadoras, provenientes de comunidades marginadas o de escasos recursos, se trasladan diariamente a las urbes más cercanas a comercializar algún producto, que es su sustento.

Mario Andrade

  · martes 22 de enero de 2019

Miles de mujeres de comunidades marginadas e indígenas se trasladan diariamente a las ciudades más cercanas a buscar su sustento. / Foto: Mario Andrade

El Sol del Bajío Online.- Ya sea por falta de oportunidades de estudio; suplir las necesidades básicas de los hijos en su hogar, o bien, por falta de recursos económicos, miles de personas de comunidades en toda la república, se trasladan a las ciudades más cercanas a sus hogares, donde desempeñan algún trabajo. Algunas de las mujeres de dichas comunidades, se encaminan a hogares residenciales, los cuales solicitan servicios de limpieza; otras, fungen de niñeras, cocineras o trabajadoras regulares para alguna empresa que les permite realizar alguna actividad en esta; mientras otras tantas, se disponen a vender algún producto, estableciéndose de manera ambulante en las vialidades.

Por ello, en entrevista con una vendedora de miel -la señora Juana- nos dispusimos a preguntarle sobre algunos puntos relacionados a si ha sentido algún tipo de discriminación, rechazo o marginación, por parte de la ciudadanía en general.

La señora Juana, vendedora de miel en el centro de la ciudad, comentó que ella lleva 17 años como comerciante en Celaya.

Ella viaja diariamente desde la comunidad de "El Carmen" en Juventino, Rosas, hacia la ciudad cajetera.

La señora Juana rememoró los años de trabajo y la rutina que ha hecho en ese tiempo, "la ciudad ha cambiado mucho", comentó; pero ella siempre sale con ganas de trabajar y de "llevar unos centavos a su casa."

Antes, "tardaba más en llegar", por la falta de camiones y de recursos. Ahora, los frutos de su trabajo y la accesibilidad al transporte, le permiten trasladarse diariamente, directo al jardín principal y así comenzar su rutina de trabajo.

Al cuestionarle sobre, si para ella ha sido difícil acoplarse al ritmo de vida de la ciudad, proviniendo de una comunidad, dijo que "siempre ha trabajado" y que se adaptó de inmediato, por que las exigencias y la necesidad le hicieron "aclimatarse" a la ciudad.


Se levanta en la mañana, se persigna uno y se va a trabajar... a sacar el pan nuestroSra. Juana. Vendedora de miel



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Al preguntarle si ha sentido algún tipo de discriminación por parte de los compradores o transeúntes, dijo que más que nada hay indiferencia por parte de la gente.


Las personas van pasando y ni siquiera voltean a verlo a uno.. Yo me dedico a vender mi miel, hay quien pasa y le ofrece uno la miel, pero no voltean ni a ver. Ni para bien ni para malSra. Juana. Vendedora de miel


Así catalogó la señora Juana el trato que percibe por parte de la gente que se cruza por su camino en el centro de Celaya.

Concluyó diciendo que "siente desconfianza" por parte del personal de fiscalización, ya que, al cumplir estos con su labor de supervisión, ella se ve afectada, ya que tiene que irse del lugar donde se situó para vender; esperar un rato, para luego volver y comercializar su miel.


Consulta algunas cifras oficiales sobre las mujeres indígenas en México en la página oficial del INEGI, pulsando aquí

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