CELAYA, Gto. (OEM-Informex).- Con el asesinato de los dos sacerdotes Jesuitas, en México suman 27 los presbíteros que han perdido la vida a causa de la violencia, informó Monseñor Víctor Alejandro Aguilar Ledesma, Obispo de la Diócesis de Celaya, quien aseguró que desafortunadamente en el país los cuatro principales cánceres que existen son la corrupción, la inseguridad, impunidad y la violencia generalizada desde las familias y la sociedad, las cuales deben ser eliminadas.
El obispo indicó que en los últimos tres años se han registrado esos 27 asesinatos, de los cuales uno ocurrió en la diócesis de Celaya con el caso del padre Gumersindo Cortés, quien fue localizado el 27 de marzo de 2021 cerca de un camino de terracería de la comunidad Cerrito de Guadalupe, en Dolores Hidalgo, delito el cual continúa impune, ya que solo se dice que la investigación está en proceso y que después se informarán los avances que se tienen.
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Sobre el asesinato de los dos sacerdotes Jesuitas, el Obispo mencionó que en “nuestra patria, cualquier sector que toquemos ha estado dañado por la violencia, llámese la parte religiosa, económica, social, cultural, política, periodística, entre otras. Es necesario que nuestros gobiernos de los tres niveles revisen las estrategias para poder garantizar la seguridad que necesita nuestra sociedad”.
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“No basta con la pura intención, aunque sea muy buena, se necesita la inteligencia para que en coordinación con los tres niveles se asegure y se garantice este derecho que tiene la sociedad a ser cuidada y protegida”.
Por otra parte, dijo que se une al clamor de la Iglesia y la sociedad para pedir un alto a tantos asesinatos en México “nuestro país salpica sangre por todos lados, creo que es un tiempo oportuno para que reflexionemos, analicemos y toda la sociedad tomemos en serio lo que significa la seguridad”.
Refirió que en México existen cuatro principales cánceres que están invadiendo el tejido social y son: La corrupción, la inseguridad, impunidad y la violencia generalizada desde las familias y la sociedad, que deben ser eliminadas.
Indicó que de acuerdo a algunos criterios la gente percibe la inseguridad, pero dijo que la seguridad no se percibe, sino se siente y se vive, por ello considera importante que realmente la gente se sienta segura en los espacios públicos, en la escuela, los estadios, entre otros lugares.
“Necesitamos aprender a vivir en paz, a construir la paz, no solamente a pedirle a Dios, que los hacemos con oraciones y con gemidos, sino también ahora, una invitación a que todos seamos constructores, dice el Papa, artesanales de la paz, de tal modo que todos nos sintamos parte de la solución de tener una sociedad de buena convivencia y en paz”.
Destacó que no se puede seguir con un lenguaje de venganza, de confrontación, de oposición, ya que está destruyendo el país y “no es digno de un presidente que debe gobernar para la unidad nacional”.
Por otra parte, dijo que hasta el momento en la Diócesis de Celaya no se han registrado casos de sacerdotes amenazados o que no puedan ejercer su ministerio por causa de la violencia. “Sería lamentable llegar a esas condiciones en un país que todavía nos llamamos democrático, deben seguirse garantizando las libertades fundamentales de la vida, entre ellas la libertad de expresión religiosa y de consciencia”.
Anunció que se está considerando la posibilidad de que los sacerdotes lleven una identificación propia, aunque puede ser un riesgo para ellos porque “un anticlerical al verlos vestidos con el alza cuellos, el hábito o la sotana también nos volvemos blanco para la burla de algunos que no toleran que uno tenga estos signos”.
“Pero creo que es lo más importante saber que somos sacerdotes y que nos respeten, así como el médico puede tener su bata, su estetoscopio, el bombero trae su uniforme, el policía trae el suyo, los sacerdotes podemos traer el nuestro con toda tranquilidad, no tendría por qué haber ninguna dificultad, pero es parte de lo que hoy tenemos que aprender a vivir en esta sociedad tan convulsionada”, finalizó el obispo.