/ jueves 27 de septiembre de 2018

Recuerdan a fallecidos en las explosiones del Domingo Negro

José Sánchez

Mientras que los afectados se congregaron bajo el solde la calle Antonio Plaza para rezar un Rosario en memoria de susseres queridos que perdieron la vida en el Domingo Negro, FranciscoIsrael Montellano Rueda, en representación del alcalde RamónLemus Muñoz Ledo, así como integrantes del Ayuntamiento,directores de la administración municipal y empleados de lasdiferentes áreas administrativas, se reunieron en el techado patiode la presidencia municipal para recordar a los fallecidos de latragedia.

Al término del protocolo, Montellano Rueda dijo losdos eventos que se realizaron de forma simultánea, por un lado losfamiliares de los muertos en Antonio Plaza y por otro lado lasautoridades municipales en los patios de la presidencia, norepresenta ninguna falta de respeto.

Reconoció que el tema del dolor de los familiares delos difuntos es muy delicado, por lo tanto se tiene que asumir conmucha responsabilidad; por ello, a petición del alcalde, se hizoel reconocimiento como un símbolo de solidaridad, un mensaje derespeto y amor.

“Las personas van a seguir sufriendo y todos vamosa seguir sufriendo por la pérdida de un familiar o a un amigo, yno es una falta de respeto, sino una muestra de solidaridad”,consideró  elsecretario del Ayuntamiento que estuvo acompañado en el acto porregidores y la oficial mayor, Wendy Muñiz.

A la pregunta sobre la invitación que hicieron deforma escrita y entregaron personalmente al municipio los mismosafectados y familiares de los muertos del Domingo Negro, FranciscoMontellano aseguró que no le llegó invitación alguna, pero encaso de recibirla personalmente, seguramente iría.

Por su parte, y ya en el evento, el cronista deCelaya, Fernando Amate Zúñiga, hizo un memorial de lo quecalificó como un acontecimiento que dejó un gran dolor, perotambién una gran lección para los celayenses.

Ante regidores y trabajadores municipales, elcronista relató que la mañana de un domingo 26 de septiembre de1999, en la calle Antonio Plaza, se tenía almacenado de manerailegal un polvorín que desató 3 explosiones, dejando 72 personasfallecidas, según el conteo oficial, otras tantas desaparecidas,heridos y cuantiosos daños materiales.

“El reporte podrá consignar el número de muertos,heridos y desaparecidos, personas que tenían nombre y eran padresde familia, hijos, hermanos, gente con sueños y planes. A nosotroscomo celayenses nos convoca la tragedia, a hacernos responsables denuestras familias, nunca más en Celaya un domingo negro, nuncamás la negligencia”, enfatizó.

Asimismo, invitó a la ciudadanía a desde sushogares, sus barrios y su entorno, a realizar una labor deconciencia sobre la prohibición de la pirotecnia en Celaya, paraque esto jamás se repita.

Finalmente, en honor a quienes fallecieron en ese“Domingo Negro”, la Banda de Guerra de la policía Municipalrealizó un toque de guerra, mientras que en Antonio Plaza, loslesionados y familiares de los difuntos seguían orando sin lacompañía de autoridades municipales que previamente habían sidoinvitados por escrito.

Se reúnen en zona de latragedia

Sin la compañía y ni el consuelo de por lo menos unrepresentante de la presidencia municipal, sin la asistencia de unsacerdote, y ni el gesto de solidaridad de socorristas de CruzRoja, Policías o Bomberos, una veintena de lesionados y familiaresde personas que perdieron la vida en el Domingo Negro, se reunieronpara elevar sus oraciones  frente al establecimiento de lacalle Antonio Plaza y así no olvidar las tres explosiones del 26de septiembre de 1999 que causó la muerte de más de 70personas.

Juana García Vázquez, aseguró que llevó unainvitación por escrito a la Presidencia Municipal, la cual sefirmaron y sellaron de recibido, pero que, como otros años, noasistió ningún representante del municipio.

Explicó que tuvo que pagar 50 pesos en el templo deLa Resurrección para que en la lectura de las “Intensiones”,se pidiera una oración por los que murieron en el Domingo Negro,durante la misa de las ocho de la mañana que se ofrece todos losdías.

“Una vez más, se le invitó también al padre paraque se presentara en Antonio Plaza, exactamente en el lugar endonde fueron las explosiones, para que diera misa, pero, como en elaño pasado, nos dijo que no, porque durante la ceremonia pasagente y no le tiene respeto a la homilía. Lo comprendo, porque enla mesa en donde están las fotografías de los difuntos, unaseñora dejó un paquete de tortillas mientras compraba suscarnitas de puerco”, explicó.

También dijo que desde hace dosaños, ya no tienen un abogado que los represente, porque el añopasado ya estaba muy enfermo Florencio López Ojeda, quien no pudoasistir a la celebración en Antonio Plaza, y poco despuésfalleció; por lo que en este año se integró una fotografía quesu esposa hizo el favor de proporcionar.

Lamentó que no haya asistido un representante delmunicipio, a pesar de que se les hizo la invitación, pero tampocoasistieron los bomberos, de Cruz Roja y Policía, a pesar de quehubo “caídos” de dichas corporaciones. “Los únicos que nosacompañaron fueron los de Tránsito, para parahacernos el favor de cuidar la circulación vial que no fuera aprovocar un accidente por las personas reunidas.

Por su parte, la señora IgnaciaOrduña, de 53 años de edad, del Rancho de Yustis, dijo que suesposo Bernardino Martínez Soledad, quien era policía, fallecióen las explosiones, y el poco dinero que le llegaron a dar, se leacabó, pero para mayor desgracia, hace dos años le amputaron unpie a consecuencia de la diabetes.

“Nos han olvidado. Cada vez vienemenos gente. Ni los bomberos, de Cruz Roja o de Policía, vienen ahonrar la memoria de sus elementos que también perdieron la vida,como fue el caso de mi esposo”, comentó todavía abatida por elrecuerdo.

La señora Ernestina Lizardi Córdoba, de la coloniaSanta María, comentó que falleció su esposo Socorro CaracheoPérez durante las explosiones, y su hijo José Juan, quien apenastenía seis años de edad. “Es una herida que nunca va acerrar”.

Don Eusebio Soto, de 63 años de edad, de San Joséel Nuevo, comentó que en las explosiones perdió la vida su hijaMónica Soto quien tenía 19 años de edad y trabajaba en lacarnicería.

“Se había dicho que el municipio había destinadoel lugar en donde se almacenaba la pólvora para un monumento o unlugar recreativo, una plaza de convivencia; sin embargo ya haynuevamente locales. Al municipio no le importa siquiera asistir, ypor eso seguramente vendieron los terrenos que ahora ya sonnegocios. Pero nosotros, jamás vamos a olvidar a nuestrosmuertos”, concluyó e iniciaron un Rosario por el eterno descansode los que murieron en el Domingo Negro.

José Sánchez

Mientras que los afectados se congregaron bajo el solde la calle Antonio Plaza para rezar un Rosario en memoria de susseres queridos que perdieron la vida en el Domingo Negro, FranciscoIsrael Montellano Rueda, en representación del alcalde RamónLemus Muñoz Ledo, así como integrantes del Ayuntamiento,directores de la administración municipal y empleados de lasdiferentes áreas administrativas, se reunieron en el techado patiode la presidencia municipal para recordar a los fallecidos de latragedia.

Al término del protocolo, Montellano Rueda dijo losdos eventos que se realizaron de forma simultánea, por un lado losfamiliares de los muertos en Antonio Plaza y por otro lado lasautoridades municipales en los patios de la presidencia, norepresenta ninguna falta de respeto.

Reconoció que el tema del dolor de los familiares delos difuntos es muy delicado, por lo tanto se tiene que asumir conmucha responsabilidad; por ello, a petición del alcalde, se hizoel reconocimiento como un símbolo de solidaridad, un mensaje derespeto y amor.

“Las personas van a seguir sufriendo y todos vamosa seguir sufriendo por la pérdida de un familiar o a un amigo, yno es una falta de respeto, sino una muestra de solidaridad”,consideró  elsecretario del Ayuntamiento que estuvo acompañado en el acto porregidores y la oficial mayor, Wendy Muñiz.

A la pregunta sobre la invitación que hicieron deforma escrita y entregaron personalmente al municipio los mismosafectados y familiares de los muertos del Domingo Negro, FranciscoMontellano aseguró que no le llegó invitación alguna, pero encaso de recibirla personalmente, seguramente iría.

Por su parte, y ya en el evento, el cronista deCelaya, Fernando Amate Zúñiga, hizo un memorial de lo quecalificó como un acontecimiento que dejó un gran dolor, perotambién una gran lección para los celayenses.

Ante regidores y trabajadores municipales, elcronista relató que la mañana de un domingo 26 de septiembre de1999, en la calle Antonio Plaza, se tenía almacenado de manerailegal un polvorín que desató 3 explosiones, dejando 72 personasfallecidas, según el conteo oficial, otras tantas desaparecidas,heridos y cuantiosos daños materiales.

“El reporte podrá consignar el número de muertos,heridos y desaparecidos, personas que tenían nombre y eran padresde familia, hijos, hermanos, gente con sueños y planes. A nosotroscomo celayenses nos convoca la tragedia, a hacernos responsables denuestras familias, nunca más en Celaya un domingo negro, nuncamás la negligencia”, enfatizó.

Asimismo, invitó a la ciudadanía a desde sushogares, sus barrios y su entorno, a realizar una labor deconciencia sobre la prohibición de la pirotecnia en Celaya, paraque esto jamás se repita.

Finalmente, en honor a quienes fallecieron en ese“Domingo Negro”, la Banda de Guerra de la policía Municipalrealizó un toque de guerra, mientras que en Antonio Plaza, loslesionados y familiares de los difuntos seguían orando sin lacompañía de autoridades municipales que previamente habían sidoinvitados por escrito.

Se reúnen en zona de latragedia

Sin la compañía y ni el consuelo de por lo menos unrepresentante de la presidencia municipal, sin la asistencia de unsacerdote, y ni el gesto de solidaridad de socorristas de CruzRoja, Policías o Bomberos, una veintena de lesionados y familiaresde personas que perdieron la vida en el Domingo Negro, se reunieronpara elevar sus oraciones  frente al establecimiento de lacalle Antonio Plaza y así no olvidar las tres explosiones del 26de septiembre de 1999 que causó la muerte de más de 70personas.

Juana García Vázquez, aseguró que llevó unainvitación por escrito a la Presidencia Municipal, la cual sefirmaron y sellaron de recibido, pero que, como otros años, noasistió ningún representante del municipio.

Explicó que tuvo que pagar 50 pesos en el templo deLa Resurrección para que en la lectura de las “Intensiones”,se pidiera una oración por los que murieron en el Domingo Negro,durante la misa de las ocho de la mañana que se ofrece todos losdías.

“Una vez más, se le invitó también al padre paraque se presentara en Antonio Plaza, exactamente en el lugar endonde fueron las explosiones, para que diera misa, pero, como en elaño pasado, nos dijo que no, porque durante la ceremonia pasagente y no le tiene respeto a la homilía. Lo comprendo, porque enla mesa en donde están las fotografías de los difuntos, unaseñora dejó un paquete de tortillas mientras compraba suscarnitas de puerco”, explicó.

También dijo que desde hace dosaños, ya no tienen un abogado que los represente, porque el añopasado ya estaba muy enfermo Florencio López Ojeda, quien no pudoasistir a la celebración en Antonio Plaza, y poco despuésfalleció; por lo que en este año se integró una fotografía quesu esposa hizo el favor de proporcionar.

Lamentó que no haya asistido un representante delmunicipio, a pesar de que se les hizo la invitación, pero tampocoasistieron los bomberos, de Cruz Roja y Policía, a pesar de quehubo “caídos” de dichas corporaciones. “Los únicos que nosacompañaron fueron los de Tránsito, para parahacernos el favor de cuidar la circulación vial que no fuera aprovocar un accidente por las personas reunidas.

Por su parte, la señora IgnaciaOrduña, de 53 años de edad, del Rancho de Yustis, dijo que suesposo Bernardino Martínez Soledad, quien era policía, fallecióen las explosiones, y el poco dinero que le llegaron a dar, se leacabó, pero para mayor desgracia, hace dos años le amputaron unpie a consecuencia de la diabetes.

“Nos han olvidado. Cada vez vienemenos gente. Ni los bomberos, de Cruz Roja o de Policía, vienen ahonrar la memoria de sus elementos que también perdieron la vida,como fue el caso de mi esposo”, comentó todavía abatida por elrecuerdo.

La señora Ernestina Lizardi Córdoba, de la coloniaSanta María, comentó que falleció su esposo Socorro CaracheoPérez durante las explosiones, y su hijo José Juan, quien apenastenía seis años de edad. “Es una herida que nunca va acerrar”.

Don Eusebio Soto, de 63 años de edad, de San Joséel Nuevo, comentó que en las explosiones perdió la vida su hijaMónica Soto quien tenía 19 años de edad y trabajaba en lacarnicería.

“Se había dicho que el municipio había destinadoel lugar en donde se almacenaba la pólvora para un monumento o unlugar recreativo, una plaza de convivencia; sin embargo ya haynuevamente locales. Al municipio no le importa siquiera asistir, ypor eso seguramente vendieron los terrenos que ahora ya sonnegocios. Pero nosotros, jamás vamos a olvidar a nuestrosmuertos”, concluyó e iniciaron un Rosario por el eterno descansode los que murieron en el Domingo Negro.

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