Visita a sus Sagrados Difuntos

La señora Francisca Morales visitó a sus sagrados difuntos como muchos celayenses; narró que su padre, Serafino Morales, falleció en 1983; y su mamá, Rosario Alanís, muere dos años después, en 1985; y más tarde, en el 2009 pierde la vida su cuñado, Santos Noguez.

José Sánchez

  · domingo 4 de noviembre de 2018

La señora Francisca Morales se queda en casa el 2 de noviembre, y sólo va a visitar a sus difuntos en días en que no haya tanta gente. / Foto: José González

CELAYA, Gto.- (OEM-Informex).- Por la edad, y por un problema en la columna, la señora Francisca Morales Alanís acude al panteón para visitar a sus difuntos un día en que no haya mucha gente, como fue ayer, en donde encargados del panteón norte aseguran que durante el sábado y domingo siguen visitando tumbas, pero en menor cantidad que el pasado jueves y viernes, 1 y 2 de noviembre en que se recuerda a los pequeños difuntos y después a los grandes, respectivamente.

“Vengo al panteón varias veces al año, principalmente en estas fechas, pero no el mero 2 de noviembre, Día de Muertos, porque hay mucha gente, hay mucho ruido, y es tanto el ajetreo que no quiero arriesgarme a sufrir un accidente”, comentó la señora Francisca quien fue acompañada por su esposo, Miguel Garduño.



Mientras el señor Garduño visitó la tumba de su mamá, la señora Francisca se quedó en la tumba de sus padres y de un cuñado, para colocar ramos, deshojar las flores y hacer tres cruces de pétalos amarillos en memoria de sus tres difuntos.

Dijo que su padre, Serafino Morales, falleció en 1983; y su mamá, Rosario Alanís, muere dos años después, en 1985; y más tarde, en el 2009 pierde la vida su cuñado, Santos Noguez.

Narró que por mucho tiempo vivieron en Querétaro, en donde murieron y fueron enterrados sus padres, por lo que la familia visitaba las tumbas cada año. Pero después los hijos cambiaron su residencia en la ciudad de Celaya, y de igual forma, viajaban cada año al vecino estado de Querétaro para rezar un rosario.

Sin embargo, por el problema de la columna, ya no se podía ir con facilidad, así que adquirieron un espacio en el panteón, e inició toda una peregrinación para cambiar los restos de un camposanto a otro.



Finalmente los restos de sus padres quedaron en el panteón norte de Celaya y, como vecina de la colonia Benito Juárez, le es más fácil trasladarse para visitar a sus difuntos varias veces al año, pero nunca el 2 de noviembre, porque hay mucha gente y teme chocar con alguna persona, o caerse entre tanta gente.

“Vengo cuando hay pocas personas, porque las oraciones se escuchan aunque sean pronunciadas entre susurros”, comentó la señora Francisca mientras deshojaba las flores y hacía cruces con pétalos amarillos, una para su madre, otra sobre el nombre de su padre, y otra más cubriendo el nombre de su cuñado.