/ miércoles 10 de junio de 2020

La Mañanera vista por Reyes Razo | "Fueron los halcones..."

En su conferencia matutina, el Presidente recordó el 10 de junio de 1971, el día en que los halcones salieron a las calles

10 de Junio. En 1971 fue Jueves de Corpus. Tradición popular, vestir niños y niñas con manta y huaraches. Y llevarlos la Catedral. Cargan un huacal. Se venden/compran mulitas. Día de San Manuel aquel.

Por los rumbos de Santo Tomás, frente a la entrada principal del Instituto Politécnico Nacional -en el Casco- el político Manuel Marcué Pardiñas da voces, organiza la marcha de jóvenes que se ataron paliacates de colores en la cabeza y coreaban: "¡Únete pueblo...Únete pueblo...” Estaba fresco el aumento al precio del kilo de azúcar. Apenas 7 meses del gobierno del Presidente Luis Echeverría Álvarez. "¡Únete pueblo...Únete pueblo...!”.

Pantalón acampanado a la cadera. Los cabellos revueltos al aire.

Manuel Marcué Pardiñas estrenaba entonces su libertad. Pocas semanas atrás había dejado la penitenciaría de Lecumberri. Un lujoso automóvil sport lo esperaba. "Dejo esta cárcel porfiriana con profundo dolor. Me separo de compañeros muy queridos que sufren estas mazmorras", discurseó cursilonamente Marcué Pardiñas quien años atrás se quedó con las ganas de repudiar la visita del Presidente John Fitzgerald Kennedy. Sin titubear Don Adolfo López Mateos ordenó su detención. Duraría pocos días. Marcué dirigía la revista "Política". Publicación muy apreciada y útil.

Pasadas las cinco y media de la tarde, la columna de alharaquientos, rientes, relajientos muchachos tomó el rumbo de la Avenida de los Maestros. Tenía a su derecha la maciza construcción de la Escuela Normal de Maestros.

"El Cadete" era -fue- una importante y bonita papelería. Estaba en la citada avenida de los Maestros muy cerca de la calle Sor Juana Inés de la Cruz. Apareció un general. Habló con Marcué Pârdiñas. Manoteaban los hombres. El general estaba decidido a disolver la marcha. Que los muchachos se fueran casa. Manuel Marcué Pardiñas se marchó. Dejó a los muchachos a su suerte

Que no fue nada buena. Por la calle Alzate, por la de Sor Juana Inés de la Cruz, -rumbo de la Escuela Altamirano del Profesor Jesús Sotelo Inclán- aparecieron lanzando voces intimidatorias, amedrentadoras hombres fornidos, vigorosos aptos para moler a golpes a quien se les pusiera enfrente.

Playeras, camisas ligeras, zapatos tenis, cabello bien recortado. A su agilidad y ordenado desplazamiento sumaban habilidad para manejar tremendo garrote. "Kendo". De las artes marciales orientales. De esas calles perpendiculares saltaron sobre los manifestantes. Inermes -encajonados- lanzaban gritos de intenso dolor. Los golpeadores se enseñaban contra los indefensos. Atrapados no acertaban a escapar. Hacia calzada México-Tacuba. Hacia Melchor Ocampo. Hacia Lauro Aguirre. Por la tienda "Deportes Bazan". Hasta el cine Cosmos.

Reporteros en juego de piernas. Como pugilistas. Sergio de Ávila de "Novedades". Emilio Cárdenas Cruz y Héctor Rivera Trujillo de "Diario de la Tarde". Pálidos, desencajados. Mudos. ¿Cómo cubrir la información y cuidarse? Allá estaba, pecho a tierra parapetado detrás de una banqueta el reportero Sotero Garciarreyes. De la redacción de "El Heraldo de México". El que era propiedad de Don Gabriel Alarcón Chargoy. Multimillonario socio de Don Manuel Espinosa Yglesias en el negocio de la salas de cine. La Cadena de Oro. Suyísima.

Se dispersaban, se reagrupaban los muchachos. Los perseguían los verdugos. Echaban a correr hacia el Colegio Militar. Por Maestro Rural a la Cruz Verde. El hospital Rubén Leñero. Hasta las salas de urgencia fueron alcanzadas por los desconocidos que tenían por misión exterminarlos.

Los reporteros supieron:

"Que son los halcones... Que los entrenaron militares en el Bosque de Aragón”.

Toda la ciudad de México se trastornó. Ondas de lo ocurrido en los rumbos de La Tlaxpana repercutieron en la Zona Rosa. En una sala de la Fraternidad Universal, en la calle Génova, la actriz Elsa Aguirre cumplía su sesión de yoga.

"Fueron los halcones...”

Esa noche el reportero Jacobo Zabludovsky entrevistó el Presidente Luis Echeverría. "Que el Jefe del Departamento del Distrito Federal, Alfonso Martínez Domínguez nos informe”. - dijo al entrevistador.

"Los halcones. Los halcones.”

"Fue Don Alconzo” - modificó el vulgo.

"Va a caer Don Alconzo...” -murmuraron.

Y Don Alfonso Martínez Domínguez -rebautizado Don Alconzo hasta el fin de sus días- renunció a la Regencia de la Ciudad.

El Presidente encargó a Pedro Ojeda Paullada -Abogado de la República- "una profunda investigación. Que llegue hasta sus últimas consecuencias".

El Presidente Andrés Manuel López Obrador recordó tal acontecimiento.

"¡Nunca más un gobierno que reprima a los ciudadanos! ¡Ya no más tortura o desaparición! Ni violencia. Ni autoritarismo. Es Jueves de Corpus, es 10 de junio de 1971 no debe repetirse jamás".

10 de Junio. En 1971 fue Jueves de Corpus. Tradición popular, vestir niños y niñas con manta y huaraches. Y llevarlos la Catedral. Cargan un huacal. Se venden/compran mulitas. Día de San Manuel aquel.

Por los rumbos de Santo Tomás, frente a la entrada principal del Instituto Politécnico Nacional -en el Casco- el político Manuel Marcué Pardiñas da voces, organiza la marcha de jóvenes que se ataron paliacates de colores en la cabeza y coreaban: "¡Únete pueblo...Únete pueblo...” Estaba fresco el aumento al precio del kilo de azúcar. Apenas 7 meses del gobierno del Presidente Luis Echeverría Álvarez. "¡Únete pueblo...Únete pueblo...!”.

Pantalón acampanado a la cadera. Los cabellos revueltos al aire.

Manuel Marcué Pardiñas estrenaba entonces su libertad. Pocas semanas atrás había dejado la penitenciaría de Lecumberri. Un lujoso automóvil sport lo esperaba. "Dejo esta cárcel porfiriana con profundo dolor. Me separo de compañeros muy queridos que sufren estas mazmorras", discurseó cursilonamente Marcué Pardiñas quien años atrás se quedó con las ganas de repudiar la visita del Presidente John Fitzgerald Kennedy. Sin titubear Don Adolfo López Mateos ordenó su detención. Duraría pocos días. Marcué dirigía la revista "Política". Publicación muy apreciada y útil.

Pasadas las cinco y media de la tarde, la columna de alharaquientos, rientes, relajientos muchachos tomó el rumbo de la Avenida de los Maestros. Tenía a su derecha la maciza construcción de la Escuela Normal de Maestros.

"El Cadete" era -fue- una importante y bonita papelería. Estaba en la citada avenida de los Maestros muy cerca de la calle Sor Juana Inés de la Cruz. Apareció un general. Habló con Marcué Pârdiñas. Manoteaban los hombres. El general estaba decidido a disolver la marcha. Que los muchachos se fueran casa. Manuel Marcué Pardiñas se marchó. Dejó a los muchachos a su suerte

Que no fue nada buena. Por la calle Alzate, por la de Sor Juana Inés de la Cruz, -rumbo de la Escuela Altamirano del Profesor Jesús Sotelo Inclán- aparecieron lanzando voces intimidatorias, amedrentadoras hombres fornidos, vigorosos aptos para moler a golpes a quien se les pusiera enfrente.

Playeras, camisas ligeras, zapatos tenis, cabello bien recortado. A su agilidad y ordenado desplazamiento sumaban habilidad para manejar tremendo garrote. "Kendo". De las artes marciales orientales. De esas calles perpendiculares saltaron sobre los manifestantes. Inermes -encajonados- lanzaban gritos de intenso dolor. Los golpeadores se enseñaban contra los indefensos. Atrapados no acertaban a escapar. Hacia calzada México-Tacuba. Hacia Melchor Ocampo. Hacia Lauro Aguirre. Por la tienda "Deportes Bazan". Hasta el cine Cosmos.

Reporteros en juego de piernas. Como pugilistas. Sergio de Ávila de "Novedades". Emilio Cárdenas Cruz y Héctor Rivera Trujillo de "Diario de la Tarde". Pálidos, desencajados. Mudos. ¿Cómo cubrir la información y cuidarse? Allá estaba, pecho a tierra parapetado detrás de una banqueta el reportero Sotero Garciarreyes. De la redacción de "El Heraldo de México". El que era propiedad de Don Gabriel Alarcón Chargoy. Multimillonario socio de Don Manuel Espinosa Yglesias en el negocio de la salas de cine. La Cadena de Oro. Suyísima.

Se dispersaban, se reagrupaban los muchachos. Los perseguían los verdugos. Echaban a correr hacia el Colegio Militar. Por Maestro Rural a la Cruz Verde. El hospital Rubén Leñero. Hasta las salas de urgencia fueron alcanzadas por los desconocidos que tenían por misión exterminarlos.

Los reporteros supieron:

"Que son los halcones... Que los entrenaron militares en el Bosque de Aragón”.

Toda la ciudad de México se trastornó. Ondas de lo ocurrido en los rumbos de La Tlaxpana repercutieron en la Zona Rosa. En una sala de la Fraternidad Universal, en la calle Génova, la actriz Elsa Aguirre cumplía su sesión de yoga.

"Fueron los halcones...”

Esa noche el reportero Jacobo Zabludovsky entrevistó el Presidente Luis Echeverría. "Que el Jefe del Departamento del Distrito Federal, Alfonso Martínez Domínguez nos informe”. - dijo al entrevistador.

"Los halcones. Los halcones.”

"Fue Don Alconzo” - modificó el vulgo.

"Va a caer Don Alconzo...” -murmuraron.

Y Don Alfonso Martínez Domínguez -rebautizado Don Alconzo hasta el fin de sus días- renunció a la Regencia de la Ciudad.

El Presidente encargó a Pedro Ojeda Paullada -Abogado de la República- "una profunda investigación. Que llegue hasta sus últimas consecuencias".

El Presidente Andrés Manuel López Obrador recordó tal acontecimiento.

"¡Nunca más un gobierno que reprima a los ciudadanos! ¡Ya no más tortura o desaparición! Ni violencia. Ni autoritarismo. Es Jueves de Corpus, es 10 de junio de 1971 no debe repetirse jamás".

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