/ lunes 3 de enero de 2022

Niños en edad preescolar fueron los más afectados por la pandemia

La rectora de la Universidad de los Andes afirma que se afecta la formación cerebral de los menores de 5 años

Los niños en edad preescolar han sido los más afectados por la pandemia de Covid-19 debido a que no sólo dejaron de ir a clases sino también, en las zonas más vulnerables, fueron privados de la alimentación que se les ofrece como apoyo y se canceló su posibilidad de socializar y de terminar la etapa de desarrollo de su sistema neuronal. Además, estuvieron expuestos a la violencia.

“Afectó la formación cerebral” y siempre están temerosos a la defensiva o amenazados, aseguró Raquel Bernal Salazar, rectora de la Universidad de los Andes en Colombia.

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En entrevista con El Sol de México, señaló que la desigualdad en México y Latinoamérica tiene su origen en la baja inversión en educación de primera infancia porque impide el desarrollo de habilidades físicas, sociales y cerebrales, lo que se traducen en 10 por ciento de salarios más bajos por cada año menos de escolaridad.

Anunció una iniciativa de universidades para que los países inviertan al menos el doble de lo que actualmente dedican a este nivel educativo. Citó como ejemplo que Colombia invierte 0.3 por ciento de su PIB en primera infancia y se calcula que necesita al menos el doble para reducir las brechas educativas. Suena a mucho dinero, pero si este país quisiera invertir más tarde, tendría que ser cuatro o cinco veces más grande para compensar el rezago en los jóvenes.

Bernal agregó que “la exposición a la violencia no solo altera la capacidad de formar conexiones neuronales, sino que se dañan y el cerebro se forma de manera diferenciada. Un niño expuesto a la violencia no reconoce las expresiones faciales y queda cancelada la posibilidad de saber si están enojados o contentos, por ejemplo, y eso es terrible para la interacción social. Son niños que siempre están temerosos, a la defensiva y amenazados”.

Por su parte, al participar en el Congreso Internacional de Innovación Educativa, organizado por el Tec de Monterrey, Eva Fernández Garza, gerente de Inversión Social en Primera Infancia de Fundación FEMSA, dijo a El Sol de México que en 2020 se impulsaron 35 proyectos en sus tres líneas de acción: habilidades socioemocionales para padres, cuidadores y maestros; espacios públicos diseñados para la infancia, y acción colectiva para poner a la primera infancia como prioridad en políticas públicas y privadas.



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Los niños en edad preescolar han sido los más afectados por la pandemia de Covid-19 debido a que no sólo dejaron de ir a clases sino también, en las zonas más vulnerables, fueron privados de la alimentación que se les ofrece como apoyo y se canceló su posibilidad de socializar y de terminar la etapa de desarrollo de su sistema neuronal. Además, estuvieron expuestos a la violencia.

“Afectó la formación cerebral” y siempre están temerosos a la defensiva o amenazados, aseguró Raquel Bernal Salazar, rectora de la Universidad de los Andes en Colombia.

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En entrevista con El Sol de México, señaló que la desigualdad en México y Latinoamérica tiene su origen en la baja inversión en educación de primera infancia porque impide el desarrollo de habilidades físicas, sociales y cerebrales, lo que se traducen en 10 por ciento de salarios más bajos por cada año menos de escolaridad.

Anunció una iniciativa de universidades para que los países inviertan al menos el doble de lo que actualmente dedican a este nivel educativo. Citó como ejemplo que Colombia invierte 0.3 por ciento de su PIB en primera infancia y se calcula que necesita al menos el doble para reducir las brechas educativas. Suena a mucho dinero, pero si este país quisiera invertir más tarde, tendría que ser cuatro o cinco veces más grande para compensar el rezago en los jóvenes.

Bernal agregó que “la exposición a la violencia no solo altera la capacidad de formar conexiones neuronales, sino que se dañan y el cerebro se forma de manera diferenciada. Un niño expuesto a la violencia no reconoce las expresiones faciales y queda cancelada la posibilidad de saber si están enojados o contentos, por ejemplo, y eso es terrible para la interacción social. Son niños que siempre están temerosos, a la defensiva y amenazados”.

Por su parte, al participar en el Congreso Internacional de Innovación Educativa, organizado por el Tec de Monterrey, Eva Fernández Garza, gerente de Inversión Social en Primera Infancia de Fundación FEMSA, dijo a El Sol de México que en 2020 se impulsaron 35 proyectos en sus tres líneas de acción: habilidades socioemocionales para padres, cuidadores y maestros; espacios públicos diseñados para la infancia, y acción colectiva para poner a la primera infancia como prioridad en políticas públicas y privadas.



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