CELAYA, Gto.- El gusto por la música de Luis Enrique Zamora Baeza y Roberto Carlos Muñiz Sánchez les ha permitido que ésta sea un medio de superación, ya que gracias a los ingresos que generan cantando en el transporte público han podido pagar sus estudios de licenciatura.
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Las dificultades económicas que tuvieron ambos jóvenes desde la preparatoria despertaron el interés por ayudar a sus padres con los gastos escolares.
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“Este oficio se inició desde la preparatoria porque nosotros teníamos complicaciones por gastos que ya tenían nuestros padres, y veíamos que se les complicaba pagar uno o dos exámenes, entonces fue que mi amigo me dijo, oye por qué no nos vamos a tocar a los camiones yo veo que sí sale”, mencionó Zamora Baeza.
En el caso de Luis Enrique, tiene 22 años y estudia Ingeniería Industrial en la Universidad SABES. Mientras que Roberto Carlos Muñiz Sánchez está en busca de una oportunidad escolar, pero es importante destacar que ambos se trasladan desde la comunidad de Roque.
Nos platicaron en la entrevista que al inicio fueron dos o tres veces las que salieron a trabajar juntos en el transporte público, luego se fueron cada uno por su lado.
Y pese a que actualmente Luis Enrique tiene un trabajo formal en la cafetería del Tecnológico de Roque, en el periodo del receso escolar se queda sin empleo y recurre nuevamente a este empleo temporal.
“En la temporada de vacaciones yo me quedé desempleado, y hay veces que las vacaciones del Tecnológico son largas como, por ejemplo: las que acaban de pasar de Navidad, yo me quedé desempleado desde a principios de diciembre, siendo casi dos meses. Pero vienen las vacaciones de Semana Santa y de verano, en ese tiempo me quedo a la deriva”, puntualizó el estudiante.
Ambos aprendieron las bases de tocar guitarra en la Casa de la Cultura y en la Casa del Diezmo, después terminaron de aprender de manera autodidacta mediante tutoriales en plataformas digitales.
Asimismo, nos relataron que pese a que han tenido experiencias positivas, este oficio puede tener su parte complicada, ya que, al permanecer a la espera de que un camión del transporte público los quiera subir, puede transcurrir hasta una hora y esto se ve reflejado en una disminución de sus ganancias. Mientras que, por otro lado la ruta que los quiera subir los puede bajar en una zona muy solitaria y que tengan que arriesgar su integridad física y sus artículos personales.
“Hay choferes que no te dejan subir, o que se molestan por preguntarles que si nos dejan cantar, pero sus experiencias tendrán ellos también, es lo más difícil quedarse hasta una hora parado y que nadie te quiera subir. Perdemos mucho tiempo. Otra es que nos podemos quedar parados en una zona completamente solitaria de Celaya, nos puede pasar algo o nos pueden hacer algo, nos quitan nuestras ganancias, como nuestras guitarras, que son nuestro elemento de trabajo”, puntualizaron.
Para finalizar, comentaron que es importante que la sociedad tenga empatía y evite prejuicios con los jóvenes que se suben a cantar al transporte público, debido a que hay algunos casos, como el de ellos, que ocupan el ingreso para sus estudios.