CELAYA, Gto. – (OEM-Informex). - El magisterio mexicano, representado en los líderes de las distintas expresiones, exige al Comité Nacional que se emita la convocatoria para la realización inmediata de un Congreso Nacional y nombrar a un nuevo dirigente, ya que Alfonso Cepeda Salas no es quien represente legalmente los intereses de los trabajadores de la educación; dijo el maestro Rafael Ochoa Guzmán, ex secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
En su visita a Celaya, opinó el ex líder sindical que, tanto Juan Díaz como Cepeda, se entregaron a los brazos de la autoridad federal y vendieron, a cambio de millones de pesos, los intereses del magisterio nacional y la dignidad de los maestros; pero también dejaron perder la plaza base, la doble plaza, la carrera magisterial, el escalafón, el contrato colectivo y las negociaciones locales en los estados.
Agregó que también se dedicaron a hacer campaña por todo el país para promocionar la reforma educativa que carecía de todo y que pretendía engañar a los maestros, pero menos alcanzar la calidad de la educación en México.
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Destacó que las secciones sindicales del país están abandonadas, vacías y sucias, porque los maestros no confían en sus dirigentes, porque han sido ellos los primeros en firmar la reforma educativa.
Uno de los ejemplos más claros de que los maestros del país tienen memoria, es que el Partido Nueva Alianza ha perdido su registro, porque se dieron cuenta que “son una bola de traidores estos señores, que los engañaron (a los maestros) y permitieron que el gobierno los insultara, los menospreciara, los vejara y amenazara con esa evaluación punitiva donde los obligan a presentar un examen”.
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Ochoa Guzmán, quien también fue senador de la república por Nueva Alianza, comentó que más de dos mil maestros en todo el país fueron cesados por no querer presentar la evaluación o porque la reprobaron, y consideró que lo más lamentable fue que hicieron el examen vigilados y hasta amenazados.
Fueron estas medidas las que causaron desprestigio al maestro que, en otra época, fue siempre comparado con un estatus de formalidad y cumplimiento, casi equiparable al Ejército y a los ministros de culto, pero ahora se empezó a perder el respeto, ya que el propósito de la evaluación, dijo, era exhibir y molestar a los profesionales de la educación; ya que si se tratara de mejorar, también se evaluaría a los médicos y a los presidentes municipales, entre otros.
