/ sábado 25 de mayo de 2024

Doña María Josefa Madrid de la Rocha, pionera en el incremento salarial para las maestras guanajuatenses, 1825-1832

Por José Juan Pérez Ramos

La historia de Guanajuato, ha tenido importantes personajes que contribuyeron con sus acciones y formas de pensar, a la configuración del estado desde diversos ángulos. Por ejemplo, hemos tenido a mujeres, dedicándose a la instrucción de primeras letras, las cuales fueron abriendo espacios en el magisterio desde fines del siglo XVIII y en el transcurso del XIX; ya sea en la capital guanajuatense, León, Celaya, Silao, San Miguel de Allende, Dolores Hidalgo, Irapuato, Salamanca, Piedragorda, Valle de Santiago, etc. De este amplio grupo de maestras, destacó una bajo el término de “maestro lancasteriano rebelde”, empleado por el gran historiador Jesús Rodríguez Fraustro en 1968, en su denominación a aquellos preceptores que demandaron mejores condiciones económicas al gobierno. El caso de Doña María Josefa Madrid de la Rocha, pasó a la historia de la educación en la entidad, forjando a tantas generaciones de niñas egresadas de la 1ª. Escuela Pública y siendo sinodal, en los procesos de titulación de las recibidas de la Normal Lancasteriana. De esta preceptora podemos hablar desde varias perspectivas, porque apareció en muchos legajos del Ayuntamiento de Guanajuato desde 1817.

Ahora bien, la maestra Madrid de la Rocha una vez instalado el gobierno del Lic. Carlos Montes de Oca, solicitó en enero de 1825 un aumento por $200 pesos más; ya que desde 1817 al frente de la dirección en la 1ª. Escuela Pública de Niñas, venía ganando $ 350 pesos anuales. Recordemos que las maestras en las últimas décadas de la época novohispana, en la capital provincial de Guanajuato, se les fijó dicho salario a partir de 1796. Por lo tanto, los vientos de cambio que se trazaron tras la consumación de la independencia, parecían no llegar en la mejoría económica de las preceptoras. No se habló realmente de aumentarles el sueldo en los establecimientos dependientes del gobierno; por lo que una de ellas tenía que elevar la voz para conseguir cierto beneficio. Aunque la directora Madrid de la Rocha no logró lo que exigió en su momento, sí obtuvo un incremento por $100 pesos más, quedando su sueldo a $450 pesos anuales.

Posteriormente, ante la política educativa del gobernador Montes de Oca, de solicitar al preceptorado de las escuelas públicas o municipales, tomar los cursos de la Cátedra de Pedagogía de manera obligatoria, para su formación académica por parte de la Normal Lancasteriana; Madrid de la Rocha se inscribió posiblemente en diciembre de 1827 a la institución. Recordemos también, que ella integró la primera generación de mujeres diplomadas y certificadas de la Normal en octubre de 1828. De esta manera, en noviembre del mismo año y ante la noticia de haberse titulado, obtuvo un segundo incremento por la cantidad de $600 anuales, de acuerdo a un dictamen del mismo gobernador. Esto repercutió en la capital del estado, debido a que se convirtió en la maestra mejor pagada hasta entonces. Otras preceptoras tuvieron sus salarios asignados, pero nunca igualando a Madrid de la Rocha. Por ejemplo, la directora de la 2ª. Escuela Pública de Niñas, maestra Doña María Guadalupe Moscoso, su sueldo se fijó en $400 pesos anuales; es decir, sólo obtuvo $ 50 pesos más, a lo que venía ganando desde 1808 por la cantidad de $350 pesos.

Por otro lado, entre los meses de marzo y mayo de 1832, Madrid de la Rocha volvió a solicitar un tercer aumento a su sueldo; lo que generó problemas con el Ayuntamiento de la capital, el cual emitió un dictamen, en la que no se le podía brindar ese beneficio, porque ya los salarios del preceptorado estaban asignados sin poder hacer algún cambio. Fue entonces cuando la maestra radicalizó su discurso y postura antes las autoridades municipales. Ella advirtió primeramente, que el Ayuntamiento de la ciudad de Morelia, le había ofrecido la dirección de su 1ª. Escuela de Niñas con goce de sueldo por $800 pesos anuales; una cifra bastante elevada para la época y sobre todo porque en el estado de Guanajuato, ninguna maestra ganaba esa cantidad. Los únicos que lograban obtener esa cifra e incluso por arriba de la misma, eran determinados profesores del Colegio de la Purísima. La polémica sostenida entre Madrid de la Rocha y el Ayuntamiento de Guanajuato, escaló a tal grado, que la maestra dio la segunda advertencia, aceptaría la propuesta de la ciudad de Morelia y abandonaría la dirección de su establecimiento en la capital guanajuatense. Esto provocó un problema, en parte porque ante la rapidez de esta táctica de Madrid de la Rocha, no permitió con anticipación que el Ayuntamiento organizara una convocatoria para la plaza que dejaría; es decir, la maestra no informó con tiempo, acerca de sus pretensiones de irse a la institución de niñas en Michoacán. Por ello, el proceso de emitir la convocatoria, la cual llevaba meses de organización y de difusión en todo el estado, no pudo emitirse. Si a esto le sumamos, que a pesar de los esfuerzos del gobierno, todavía no se contaba con un buen número de egresadas de la Normal y por tanto, habilitadas en el sistema de enseñanza mutua, para que alguna sustituyera interinamente a Madrid de la Rocha; pues sólo la maestra Concepción Méndez en 1831 apenas se había diplomado, siendo la quinta preceptora en conseguirlo.

Así, la problemática llegó hasta la instancia del gobernador Manuel Gómez Linares, quien pidió una explicación de la situación al Ayuntamiento, el cual como hemos visto, no pudo resolver la querella. Fue entonces cuando el ejecutivo del estado, determinó resolver la demanda salarial de la directora, dejando de pagar a cierto maestro de un Mineral sus $200 pesos anuales, para que esta cantidad fuera integrada a partir de mayo, a Madrid de la Rocha. De este modo, la directora comenzó a cobrar los $800 pesos anuales, casi a mediados de 1832, renunciando a la propuesta de la ciudad de Morelia; pero en su lugar envío a su hija, la maestra María de la Luz Contreras a aceptar el nombramiento interino en Michoacán.

El nuevo sueldo de Madrid de la Rocha por $800 pesos anuales, la puso a la par del cobrado por el vicerrector del Colegio de la Purísima, de los profesores del primer curso de Matemáticas, del Derecho Civil y Canónico, Sagradas Escrituras y Lugares Teológicos; y por arriba de los catedráticos de Gramática Francesa, Cronología, Geografía e Historia, Gramática Latina, Lógica, Metafísica y Moral, Elementos de Retórica, Teología Moral, Delineación en Minería, quienes ganaban en 1832, la cantidad de $600 pesos anuales. Era la primera vez que una maestra conseguía tal incremento. Madrid de la Rocha hizo valer su papel y desempeño en el magisterio, puesto que la escuela dirigida por ella, regularmente ganaba los concursos públicos de primeras letras; además que siendo su establecimiento la segunda sede de la Normal Lancasteriana, ella estaba asumiendo la función de expedir el certificado de prácticas de las pretendientas al magisterio, pero no cobraba por tal función. También como directora, ejercía la enseñanza y el cuidado de la higiene y conducta de las niñas. Además que su institución siempre era la más saturada, por ubicarse al interior del Templo y Hospital de Belén en el centro de la ciudad. Era un hecho que la maestra era consciente de tales situaciones, por lo que no dudó en elevar la voz y exigir mejorías económicas como empleada del gobierno; las cuales siempre consiguió y que permitió, que en años posteriores, otras directoras también demandaran buenos sueldos. Lamentablemente, hacia 1841 no sabemos exactamente, la causa por la cual se separó del cargo directivo, probablemente a que fue por deceso. Con esto, terminaba una gran época para el magisterio femenino de la ciudad de Guanajuato, donde María Josefa Madrid de la Rocha tuvo un lugar importante por lo que hemos visto. Pero nuevamente surge la pregunta ¿Por qué no se le ha dado el reconocimiento en la historia de la educación guanajuatense?, la respuesta aún queda pendiente.

Por José Juan Pérez Ramos

La historia de Guanajuato, ha tenido importantes personajes que contribuyeron con sus acciones y formas de pensar, a la configuración del estado desde diversos ángulos. Por ejemplo, hemos tenido a mujeres, dedicándose a la instrucción de primeras letras, las cuales fueron abriendo espacios en el magisterio desde fines del siglo XVIII y en el transcurso del XIX; ya sea en la capital guanajuatense, León, Celaya, Silao, San Miguel de Allende, Dolores Hidalgo, Irapuato, Salamanca, Piedragorda, Valle de Santiago, etc. De este amplio grupo de maestras, destacó una bajo el término de “maestro lancasteriano rebelde”, empleado por el gran historiador Jesús Rodríguez Fraustro en 1968, en su denominación a aquellos preceptores que demandaron mejores condiciones económicas al gobierno. El caso de Doña María Josefa Madrid de la Rocha, pasó a la historia de la educación en la entidad, forjando a tantas generaciones de niñas egresadas de la 1ª. Escuela Pública y siendo sinodal, en los procesos de titulación de las recibidas de la Normal Lancasteriana. De esta preceptora podemos hablar desde varias perspectivas, porque apareció en muchos legajos del Ayuntamiento de Guanajuato desde 1817.

Ahora bien, la maestra Madrid de la Rocha una vez instalado el gobierno del Lic. Carlos Montes de Oca, solicitó en enero de 1825 un aumento por $200 pesos más; ya que desde 1817 al frente de la dirección en la 1ª. Escuela Pública de Niñas, venía ganando $ 350 pesos anuales. Recordemos que las maestras en las últimas décadas de la época novohispana, en la capital provincial de Guanajuato, se les fijó dicho salario a partir de 1796. Por lo tanto, los vientos de cambio que se trazaron tras la consumación de la independencia, parecían no llegar en la mejoría económica de las preceptoras. No se habló realmente de aumentarles el sueldo en los establecimientos dependientes del gobierno; por lo que una de ellas tenía que elevar la voz para conseguir cierto beneficio. Aunque la directora Madrid de la Rocha no logró lo que exigió en su momento, sí obtuvo un incremento por $100 pesos más, quedando su sueldo a $450 pesos anuales.

Posteriormente, ante la política educativa del gobernador Montes de Oca, de solicitar al preceptorado de las escuelas públicas o municipales, tomar los cursos de la Cátedra de Pedagogía de manera obligatoria, para su formación académica por parte de la Normal Lancasteriana; Madrid de la Rocha se inscribió posiblemente en diciembre de 1827 a la institución. Recordemos también, que ella integró la primera generación de mujeres diplomadas y certificadas de la Normal en octubre de 1828. De esta manera, en noviembre del mismo año y ante la noticia de haberse titulado, obtuvo un segundo incremento por la cantidad de $600 anuales, de acuerdo a un dictamen del mismo gobernador. Esto repercutió en la capital del estado, debido a que se convirtió en la maestra mejor pagada hasta entonces. Otras preceptoras tuvieron sus salarios asignados, pero nunca igualando a Madrid de la Rocha. Por ejemplo, la directora de la 2ª. Escuela Pública de Niñas, maestra Doña María Guadalupe Moscoso, su sueldo se fijó en $400 pesos anuales; es decir, sólo obtuvo $ 50 pesos más, a lo que venía ganando desde 1808 por la cantidad de $350 pesos.

Por otro lado, entre los meses de marzo y mayo de 1832, Madrid de la Rocha volvió a solicitar un tercer aumento a su sueldo; lo que generó problemas con el Ayuntamiento de la capital, el cual emitió un dictamen, en la que no se le podía brindar ese beneficio, porque ya los salarios del preceptorado estaban asignados sin poder hacer algún cambio. Fue entonces cuando la maestra radicalizó su discurso y postura antes las autoridades municipales. Ella advirtió primeramente, que el Ayuntamiento de la ciudad de Morelia, le había ofrecido la dirección de su 1ª. Escuela de Niñas con goce de sueldo por $800 pesos anuales; una cifra bastante elevada para la época y sobre todo porque en el estado de Guanajuato, ninguna maestra ganaba esa cantidad. Los únicos que lograban obtener esa cifra e incluso por arriba de la misma, eran determinados profesores del Colegio de la Purísima. La polémica sostenida entre Madrid de la Rocha y el Ayuntamiento de Guanajuato, escaló a tal grado, que la maestra dio la segunda advertencia, aceptaría la propuesta de la ciudad de Morelia y abandonaría la dirección de su establecimiento en la capital guanajuatense. Esto provocó un problema, en parte porque ante la rapidez de esta táctica de Madrid de la Rocha, no permitió con anticipación que el Ayuntamiento organizara una convocatoria para la plaza que dejaría; es decir, la maestra no informó con tiempo, acerca de sus pretensiones de irse a la institución de niñas en Michoacán. Por ello, el proceso de emitir la convocatoria, la cual llevaba meses de organización y de difusión en todo el estado, no pudo emitirse. Si a esto le sumamos, que a pesar de los esfuerzos del gobierno, todavía no se contaba con un buen número de egresadas de la Normal y por tanto, habilitadas en el sistema de enseñanza mutua, para que alguna sustituyera interinamente a Madrid de la Rocha; pues sólo la maestra Concepción Méndez en 1831 apenas se había diplomado, siendo la quinta preceptora en conseguirlo.

Así, la problemática llegó hasta la instancia del gobernador Manuel Gómez Linares, quien pidió una explicación de la situación al Ayuntamiento, el cual como hemos visto, no pudo resolver la querella. Fue entonces cuando el ejecutivo del estado, determinó resolver la demanda salarial de la directora, dejando de pagar a cierto maestro de un Mineral sus $200 pesos anuales, para que esta cantidad fuera integrada a partir de mayo, a Madrid de la Rocha. De este modo, la directora comenzó a cobrar los $800 pesos anuales, casi a mediados de 1832, renunciando a la propuesta de la ciudad de Morelia; pero en su lugar envío a su hija, la maestra María de la Luz Contreras a aceptar el nombramiento interino en Michoacán.

El nuevo sueldo de Madrid de la Rocha por $800 pesos anuales, la puso a la par del cobrado por el vicerrector del Colegio de la Purísima, de los profesores del primer curso de Matemáticas, del Derecho Civil y Canónico, Sagradas Escrituras y Lugares Teológicos; y por arriba de los catedráticos de Gramática Francesa, Cronología, Geografía e Historia, Gramática Latina, Lógica, Metafísica y Moral, Elementos de Retórica, Teología Moral, Delineación en Minería, quienes ganaban en 1832, la cantidad de $600 pesos anuales. Era la primera vez que una maestra conseguía tal incremento. Madrid de la Rocha hizo valer su papel y desempeño en el magisterio, puesto que la escuela dirigida por ella, regularmente ganaba los concursos públicos de primeras letras; además que siendo su establecimiento la segunda sede de la Normal Lancasteriana, ella estaba asumiendo la función de expedir el certificado de prácticas de las pretendientas al magisterio, pero no cobraba por tal función. También como directora, ejercía la enseñanza y el cuidado de la higiene y conducta de las niñas. Además que su institución siempre era la más saturada, por ubicarse al interior del Templo y Hospital de Belén en el centro de la ciudad. Era un hecho que la maestra era consciente de tales situaciones, por lo que no dudó en elevar la voz y exigir mejorías económicas como empleada del gobierno; las cuales siempre consiguió y que permitió, que en años posteriores, otras directoras también demandaran buenos sueldos. Lamentablemente, hacia 1841 no sabemos exactamente, la causa por la cual se separó del cargo directivo, probablemente a que fue por deceso. Con esto, terminaba una gran época para el magisterio femenino de la ciudad de Guanajuato, donde María Josefa Madrid de la Rocha tuvo un lugar importante por lo que hemos visto. Pero nuevamente surge la pregunta ¿Por qué no se le ha dado el reconocimiento en la historia de la educación guanajuatense?, la respuesta aún queda pendiente.

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