El pasado primero de mayo, día significativo en todo el mundo por conmemorarse el día internacional del trabajo, recordando por supuesto la lucha de los trabajadores y las trabajadoras por sus reivindicaciones, marcado por los sucesos de Chicago y la muerte de los mártires obreros. Sin embargo, fue para la ciudad de Celaya un día solo de asueto.
La ciudad de Celaya al ser parte de la zona industrial realizaba una enorme concentración de trabajadores y no solo obreros, también trabajadores de los tres sectores de la producción. Se realizaba una enorme marcha la cual era presenciada por las autoridades del municipio y una representación del gobierno del estado.
Los trabajadores desfilaban orgullosos de participar, sus familias los acompañaban desde las vallas colocadas en las orillas de las banquetas, gritaban consignas sobre su situación laboral y exigían mejores condiciones de trabajo y sueldos dignos.
Su participación el primero de mayo era un orgullo para todos los que sabemos que es la mano de obra y su labor cotidiana la que crea la riqueza de nuestro país, de Guanajuato y de Celaya.
Qué pasó entonces con la marcha del primero de mayo, dónde están los maestros, los trabajadores de las dependencias públicas, de las empresas de servicios además de los obreros.
Dónde están los organizadores, los líderes sindicales. Ya no hay que conmemorar nada, debemos olvidar la historia de las luchas de los que nos antecedieron.
Ya no existen demandas porque están satisfechas todas las condiciones de trabajo y son insuperables.
Gracias a que en el mundo salieron a las calles los trabajadores y que hubo publicaciones que recordaron el por qué del día del trabajo supimos o no perdimos la memoria que el primero de mayo es el día del trabajo y porque se debe recordar.
Quiero agradecer a todos los trabajadores por dar esa lucha incansable porque el ser humano no solo viva para trabajar y crear riqueza material pero también intelectual y de confort para toda la sociedad.
Dar las gracias a todos aquellos trabajadores y trabajadoras que lograron que las jornadas de trabajo se redujeran de 16 o 18 horas a las que hoy se trabajan, que aumentaran los salarios, que mejoraran las condiciones dentro de sus centros laborales, que no fueran encarcelados por protestar y hacer huelgas.
Quisiera que no consideraran que se hizo el fin de la historia, que seguimos vivos y la historia continúa y la hacemos todos los días y conmemoramos para no olvidar y que los malos momentos de los seres humanos no se vuelvan a repetir, por el contrario que siempre se construya un mundo mejor para todas y todos.
Son muchas las demandas que aún no están cubiertas, no se deben olvidar las 40 horas de trabajo, ni las horas extras y el trabajo nocturno y tantas otras cosas que aún falta por resolver
Vivan los trabajadores y trabajadoras del mundo y de Celaya.