CELAYA, Gto. (OEM-Informex).- Aunque en la Diócesis de Celaya la población, en su sentir religioso, tiene apertura a la trascendencia, la gran mayoría cuenta con una evangelización superficial, debido a que han sido formadas por personas que no se han dado tiempo de reflexionar su fe y experimentarla, lo que las lleva a desear milagros y soluciones inmediatas frente a sus necesidades y a sobrellevar las estructuras burocráticas con actitud poco acogedora, así lo reconoció el obispo Monseñor Víctor Alejandro Aguilar Ledesma.
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También dijo que este año jubilar tiene un contenido social importante que invita a crear una nueva cultura de solidaridad y cooperación, ya que asegura, la extrema pobreza es fuente de violencias, rencores y escándalos. Poner remedio a la misma es una obra de justicia y, por tanto, de paz.
Por lo que, “la verdadera caridad tiene que surgir de una sincera conversión interior. La solidaridad debe brotar de un corazón nuevo, que está anclado en el mandamiento del amor. Todas nuestras obras de caridad deben brotar de ese principio fundamental y no de otras motivaciones o intereses”.
“Necesitamos volver a lo esencial. La preocupación de Jesús fue siempre y en primer lugar el sufrimiento de los demás, y allí anunciar la vida nueva que el Padre ofrece gratuitamente. Tenemos que dejar a un lado cansancios y angustias, es tiempo de entrega, tiempo de compasión y solidaridad”.
Asimismo, reconoció que aunque los sacerdotes tienen deseo de renovar su caminar en una pastoral planificada, aún se dan trabajos aislados, “dejando entrever una resistencia a lo que implica una mayor entrega en los procesos de evangelización urgiendo una conversión personal y pastoral en clave sinodal”.
En el tema de los fieles, dijo, muchas veces dan su mensaje a favor de la Iglesia con palabras, sin embargo, en sus actitudes no se refleja y en lugar de acercar a más personas las alejan, por tal motivo, considera que para avanzar en la evangelización deben reflejar el mensaje a través de sus actitudes.
Tales como el diálogo, la escucha, tolerancia, sencillez, amabilidad, servicio, sobriedad, apertura en la aceptación y con la puesta en práctica del imperativo de hacer de la diócesis una Iglesia en estado permanente de misión, a fin de atender el llamado del Papa Francisco que les pide ser una Iglesia en salida, samaritana y sinodal.
“Nuestro Año Jubilar debe dejar como resultado una gran disposición y docilidad para convertirnos en instrumentos eficaces de salvación, capaces de vencer los vicios de la improvisación, la apatía y el paralelismo”.
“Celebrar cincuenta años de vida diocesana, nos impulsa a continuar siendo una Iglesia particular que, caminando agradecida en la fe, suscite una comunión eclesial que impulse un proceso evangelizador con estilo sinodal y decididamente misionero. Recordando que la Iglesia avanza, camina junta, es sinodal, pero siempre es el Espíritu su gran protagonista”.
Monseñor Aguilar Ledesma aseguró que los cristianos-católicos están llamados a dejar huella de la presencia de Dios en el momento histórico que les toca vivir, tal y como les sucedió a los antepasados quienes dejaron su testimonio de fe a través de la construcción de majestuosos templos, “lo que nos lleva a pensar en la centralidad de Dios en la vida de los hombres de esa época”.
“Ahora esta celebración jubilar debe provocar en nosotros, renovados impulsos en la construcción de nuestra Nueva Catedral, heredando a las generaciones venideras, no sólo un edificio, sino una muestra tangible de la grandeza y belleza de la fe que profesamos. Celebremos con gratitud y júbilo, la fidelidad de Dios Padre en nuestra historia diocesana”, finalizó el obispo.
