CELAYA, Gto.- La educación tiene un papel importante en la sociedad, ya que “es donde se aprende a vivir con el otro y para el otro, no sin el otro, ni en contra del otro”, aseguró Monseñor Víctor Alejandro Aguilar Ledesma, Obispo de la Diócesis de Celaya, quien además destacó que la materia de filosofía es necesaria porque enseña a la persona a pensar de manera crítica, a argumentar y debatir.
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Mencionó que el ser humano que no es educado suele volverse enemigo del otro, por tal motivo, considera que es necesario que exista una revolución educativa en la que la otra persona sea la base pedagógica, es decir, donde el otro tenga su dignidad y se le respete para que “podamos vivir desde allí en el amor y juntos siguiendo la verdad y en la verdad para aprender a ser libres”.
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“Todos nos educamos entre todos, todos somos importantes en el proceso educativo, el maestro indudablemente tiene un papel insustituible. Es importante que todos nosotros recordemos a los maestros que con ese sentido de la vocación formaron nuestra inteligencia, nuestro carácter y conciencia. Gracias a ellos nosotros podemos responsablemente formar a otros”.
Por otro lado, aseguró que la filosofía es necesaria para que la sociedad siga diciendo “yo pienso, hoy nuestras tendencias son de una mentalidad líquida, nebulosa, de pocos fundamentos, y, sobre todo, no sabemos argumentar. Hoy somos categóricos, no más sí, no, porqué sí o porque lo digo yo”.
“Hoy necesitamos aprender a pensar, nuestros jóvenes, especialmente, dicen yo me imagino, pero hoy necesitamos formar jóvenes críticos y la crítica o la razón del conocimiento es la que nos lleva realmente a conocer la verdad y la verdad es la que nos hace libres, no somos libres para inventar la verdad, sino somos libres para aceptar, venerar y vivir la verdad”, pero para llegar a esto dijo, “la filosofía es el camino”.
Refirió que es importante que ese camino se recorra en conjunto, ya que para llegar a la verdad no solo basta lo que cada uno piense, sino lo que piensen todos. “De ahí la importancia de esa sinodalia que nos lleva a reconocer también en el otro, no solo un ser igual que yo, sino que el otro soy yo mismo, de tal manera, que el otro se vuelve una epifanía y una manifestación de lo que yo soy”, concluyó el obispo.
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