CELAYA, Gto.- (OEM-Informex):- El padre Cirilo, del templo de la Resurrección, ofició la misa en memoria a las víctimas del llamado Domingo Negro, hace ya 20 años, e hizo un llamado a las familias de las víctimas para que dejen descansar a los muertos.
En la homilía que inició a las 8 de la mañana, el sacerdote reconoció es bueno recordar a los difuntos, a la misma vez en que se acercan a la iglesia y piden por su paz eterna, pero también comentó que es bueno dejarlos descansar.
Por su parte, familiares de las víctimas, comentaron después de misa que una tragedia como la del Domingo Negro es imposible olvidarla.
La señora Rafaela Santoyo comentó que es bueno recordar a los muertos, pero en especial a las víctimas del Domingo Negro, porque fue una tragedia que dejó una profunda huella en todos los celayenses.
También, después de la homilía, José Luis Ramírez, enlace de Alianza Ciudadana Celayense, en solidaridad con los familiares de las víctimas, comentó que el mensaje de la iglesia sigue siendo el de buscar culpables y regañar a la gente.
Siguen viendo la tragedia como un accidente, cuando mejor deberían de reconocer el acto heroico de los socorristas tanto de bomberos así como de Cruz Roja, así como de periodistas y fotógrafos que arriesgaron su vidaJosé Luis Ramírez
Luis Ramírez aclaró que no se trata de buscar culpables, sino el de recordar a los difuntos y consolar a los familiares.
Rosario
Como cada día 26, los familiares de las víctimas se concentraron fuera del establecimiento en donde se registraron las explosiones, sobre la calle Antonio Plaza, y después de colocar un altar con flores y las fotografías de los difuntos, una docena de personas fueron parte de un Rosario a cargo de la señora Juana García Vázquez, por su hijo que murió durante la tragedia, Pedro Dávila García.
También estuvieron el señor Pedro Soto Ramírez, quien asistió para orar por su hija Mónica Soto, quien tenía 18 años de edad cuando falleció por las explosiones; así como la señora Margarita Ramírez, quien también elevó oraciones por la paz eterna de su esposo José Antonio Ocampo, quien era taxista y falleció a los 35 años de edad, durante las explosiones del Domingo Negro.