/ viernes 12 de julio de 2019

Diario de Finanzas

Con la Idea Clara

“Hay que ser una persona sana para pensar con claridad, pero uno puede ser una persona insana y pensar con bastante profundidad.”

Nikola Tesla.

Cuando inicia un negocio las posibilidades de que éste prospere con el transcurso de los años no son estadísticamente las más altas, sin embargo, se tiene una idea de lo que se pretende hacer e incluso lograr en lo que se podría definir como corto y mediano plazo.

Es claro que si se trata de un negocio de inversión privada, usualmente lo que se desea es ganar dinero, por lo que cuando se comienza la estructura del negocio, la misma usualmente es simple, y así también es la forma en que se puede manejar y dirigir; sin embargo, a medida que el tiempo transcurre, y las cosas se hacen bien, irremediablemente el negocio comienza a crecer, por lo que comienza presentar un mayor número de necesidades para su adecuado funcionamiento.

Así entonces requiere de más dinero para invertir en los inventarios y en las ventas a crédito, las cuales se convierten en cuentas por cobrar, y lo que antes era sencillo de administrar y controlar, ahora puede convertirse en un serio dolor de cabeza, pues un inventario requiere mayor control, dado que se pueden estar agregando nuevas líneas, o simplemente el crecimiento de volumen de entradas y salidas puede resultar en un aspecto a verificar constantemente; además la posibilidad de que las cuentas por cobrar aumenten debido al incremento de las ventas por esta modalidad implicará mayor control sobre la cobranza, pues de lo contrario se puede afectar seriamente la viabilidad del negocio.

Por todo lo anterior, cuando el negocio crece, la atención adecuada sobre todos los aspectos se puede dispersar, y la consecuencia de ello es que comienza a resolver problemas urgentes más no del todo importantes; posteriormente se pierde la claridad que se tenía al respecto del destino que definía para el negocio, y el mismo sigue creciendo, constante y continuamente, pero no existe un ajuste que puede resultar de máxima importancia, no existe el ajuste del destino, del objetivo de largo plazo, y eso puede representar un alto costo.

Ese costo se representa por la falta de rumbo, la falta de acciones que encaminen hacia un objetivo determinado, y poco a poco comienza a reflejarse en un estancamiento del crecimiento del negocio, pues al no tener claro un punto como objetivo, las acciones diarias no tienen sentido o rumbo.

Por ello es importante no perder de vista que hasta los objetivos de largo plazo requieren ajustes periódicamente, pues cuando el tiempo transcurre, más pronto de lo que se da cuenta ha pasado más tiempo del que se creía, y los objetivos que antes se veían de largo plazo ahora pueden ya estar demasiados cercanos, y al ver que todo está logrado o muy cerca de ello, las medidas administrativas corren el riesgo de relajarse, o simplemente no corresponder al nuevo escenario que se presenta.

Por ello la recomendación es que implemente una revisión periódica sobre sus objetivos de largo plazo, para así tener una idea muy clara de a dónde va, para simultáneamente estar verificando si las acciones del día a día contribuyen adecuadamente para lograr los objetivos. Comentarios y sugerencias: vmurosal@prodigy.net.mx o bien en twitter: @victorlmuro

Con la Idea Clara

“Hay que ser una persona sana para pensar con claridad, pero uno puede ser una persona insana y pensar con bastante profundidad.”

Nikola Tesla.

Cuando inicia un negocio las posibilidades de que éste prospere con el transcurso de los años no son estadísticamente las más altas, sin embargo, se tiene una idea de lo que se pretende hacer e incluso lograr en lo que se podría definir como corto y mediano plazo.

Es claro que si se trata de un negocio de inversión privada, usualmente lo que se desea es ganar dinero, por lo que cuando se comienza la estructura del negocio, la misma usualmente es simple, y así también es la forma en que se puede manejar y dirigir; sin embargo, a medida que el tiempo transcurre, y las cosas se hacen bien, irremediablemente el negocio comienza a crecer, por lo que comienza presentar un mayor número de necesidades para su adecuado funcionamiento.

Así entonces requiere de más dinero para invertir en los inventarios y en las ventas a crédito, las cuales se convierten en cuentas por cobrar, y lo que antes era sencillo de administrar y controlar, ahora puede convertirse en un serio dolor de cabeza, pues un inventario requiere mayor control, dado que se pueden estar agregando nuevas líneas, o simplemente el crecimiento de volumen de entradas y salidas puede resultar en un aspecto a verificar constantemente; además la posibilidad de que las cuentas por cobrar aumenten debido al incremento de las ventas por esta modalidad implicará mayor control sobre la cobranza, pues de lo contrario se puede afectar seriamente la viabilidad del negocio.

Por todo lo anterior, cuando el negocio crece, la atención adecuada sobre todos los aspectos se puede dispersar, y la consecuencia de ello es que comienza a resolver problemas urgentes más no del todo importantes; posteriormente se pierde la claridad que se tenía al respecto del destino que definía para el negocio, y el mismo sigue creciendo, constante y continuamente, pero no existe un ajuste que puede resultar de máxima importancia, no existe el ajuste del destino, del objetivo de largo plazo, y eso puede representar un alto costo.

Ese costo se representa por la falta de rumbo, la falta de acciones que encaminen hacia un objetivo determinado, y poco a poco comienza a reflejarse en un estancamiento del crecimiento del negocio, pues al no tener claro un punto como objetivo, las acciones diarias no tienen sentido o rumbo.

Por ello es importante no perder de vista que hasta los objetivos de largo plazo requieren ajustes periódicamente, pues cuando el tiempo transcurre, más pronto de lo que se da cuenta ha pasado más tiempo del que se creía, y los objetivos que antes se veían de largo plazo ahora pueden ya estar demasiados cercanos, y al ver que todo está logrado o muy cerca de ello, las medidas administrativas corren el riesgo de relajarse, o simplemente no corresponder al nuevo escenario que se presenta.

Por ello la recomendación es que implemente una revisión periódica sobre sus objetivos de largo plazo, para así tener una idea muy clara de a dónde va, para simultáneamente estar verificando si las acciones del día a día contribuyen adecuadamente para lograr los objetivos. Comentarios y sugerencias: vmurosal@prodigy.net.mx o bien en twitter: @victorlmuro

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