/ jueves 2 de mayo de 2024

Festejamos a los Niños

A propósito del Día del Niño (así me referiré en esta colaboración, a sabiendas que, desde luego, es del niño y de la niña y de que no lo referiré como el día de la niñez), conmemoración que recién celebramos (el pasado martes, 30 de abril), algunas reflexiones.

El día del niño no debe trivializarse ni frivolizarse; tiene su razón de ser, su lugar específico entre tantos festejos que se suelen inventar, como el día del compadre, el día del taco o el día de… casi cualquier cosa o pariente. El día del niño es un festejo añejo en México, pues este año hace un siglo que así se señaló, siendo presidente de nuestro país el General Álvaro Obregón y Ministro de Educación el licenciado José Vasconcelos (https://www.cndh.org.mx/noticia/celebracion-del-dia-del-nino-y-de-la-nina-en-mexico)

Los niños tienen una importancia capital tanto en lo concreto (nuestros hijos, nietos, sobrinos, parientes, es decir, con quienes convivimos habitualmente), como en lo abstracto, es decir, el sector social de recién nacido a los trece años (arbitrariamente he señalado esta edad, pues de ahí a los 18 años en que se adquiere la mayoría de edad, estimo que ya entran a la categoría de adolescentes, con cuidados y atenciones de distinta índole).

Un niño no es un adulto pequeño y, sin embargo, advierto que con cierta frecuencia reciben tal trato. He ahí la dificultad de su adecuada instrucción. Los niños no son objetos de protección jurídica, sino titulares de derechos, los cuales ejercen de manera progresiva.

Importante procurar la felicidad del niño y fomentar su sentido crítico y de responsabilidad; fundamental enseñarle a pensar, a razonar, a decidir, para que paulatinamente, en el libre desarrollo de su personalidad, tomen las mejores decisiones posibles con los elementos disponibles. Para ello, la práctica de algún deporte y la lectura de un libro para ellos asequible y que despierte su interés, es esencial. No obstante, los niños están muy expuestos a contenidos basura que nos ofrecen los dispositivos electrónicos (niñeras actuales) que no contribuyen con el objetivo enunciado.

A los niños hay que prepararlos, pues, para cuando se conviertan en ciudadanos ejerzan a cabalidad sus derechos y cumplan responsablemente con sus obligaciones.

Existen diversos instrumentos jurídicos que protegen los derechos de los niños y, en 2011, se incorporó el concepto de Interés superior de la niñez a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, concepto indeterminado y en construcción, pues su contenido depende del caso concreto en análisis.

De los niños aprendemos mucho y nos motivan a ser mejores adultos; seamos pacientes y responsables con ellos.

De lo expuesto, podemos concluir que todos llevamos un niño por dentro, gocémoslo, seamos empáticos y no dejemos de divertirnos como ellos que, para lograrlo, requieren cosas sencillas, tiempo, salud e imaginación. Los prejuicios son, desgraciadamente, heredados por los adultos.

Mi respeto y reconocimiento a las personas que forman a los niños y se ocupan de su desarrollo, como los maestros, en la escuela, o los entrenadores, en actividades extraescolares, también necesarias.

germanrodriguez32@hotmail.com

A propósito del Día del Niño (así me referiré en esta colaboración, a sabiendas que, desde luego, es del niño y de la niña y de que no lo referiré como el día de la niñez), conmemoración que recién celebramos (el pasado martes, 30 de abril), algunas reflexiones.

El día del niño no debe trivializarse ni frivolizarse; tiene su razón de ser, su lugar específico entre tantos festejos que se suelen inventar, como el día del compadre, el día del taco o el día de… casi cualquier cosa o pariente. El día del niño es un festejo añejo en México, pues este año hace un siglo que así se señaló, siendo presidente de nuestro país el General Álvaro Obregón y Ministro de Educación el licenciado José Vasconcelos (https://www.cndh.org.mx/noticia/celebracion-del-dia-del-nino-y-de-la-nina-en-mexico)

Los niños tienen una importancia capital tanto en lo concreto (nuestros hijos, nietos, sobrinos, parientes, es decir, con quienes convivimos habitualmente), como en lo abstracto, es decir, el sector social de recién nacido a los trece años (arbitrariamente he señalado esta edad, pues de ahí a los 18 años en que se adquiere la mayoría de edad, estimo que ya entran a la categoría de adolescentes, con cuidados y atenciones de distinta índole).

Un niño no es un adulto pequeño y, sin embargo, advierto que con cierta frecuencia reciben tal trato. He ahí la dificultad de su adecuada instrucción. Los niños no son objetos de protección jurídica, sino titulares de derechos, los cuales ejercen de manera progresiva.

Importante procurar la felicidad del niño y fomentar su sentido crítico y de responsabilidad; fundamental enseñarle a pensar, a razonar, a decidir, para que paulatinamente, en el libre desarrollo de su personalidad, tomen las mejores decisiones posibles con los elementos disponibles. Para ello, la práctica de algún deporte y la lectura de un libro para ellos asequible y que despierte su interés, es esencial. No obstante, los niños están muy expuestos a contenidos basura que nos ofrecen los dispositivos electrónicos (niñeras actuales) que no contribuyen con el objetivo enunciado.

A los niños hay que prepararlos, pues, para cuando se conviertan en ciudadanos ejerzan a cabalidad sus derechos y cumplan responsablemente con sus obligaciones.

Existen diversos instrumentos jurídicos que protegen los derechos de los niños y, en 2011, se incorporó el concepto de Interés superior de la niñez a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, concepto indeterminado y en construcción, pues su contenido depende del caso concreto en análisis.

De los niños aprendemos mucho y nos motivan a ser mejores adultos; seamos pacientes y responsables con ellos.

De lo expuesto, podemos concluir que todos llevamos un niño por dentro, gocémoslo, seamos empáticos y no dejemos de divertirnos como ellos que, para lograrlo, requieren cosas sencillas, tiempo, salud e imaginación. Los prejuicios son, desgraciadamente, heredados por los adultos.

Mi respeto y reconocimiento a las personas que forman a los niños y se ocupan de su desarrollo, como los maestros, en la escuela, o los entrenadores, en actividades extraescolares, también necesarias.

germanrodriguez32@hotmail.com