Inverosímil y absolutamente reprobable. No hay matices. Me refiero a la invasión al territorio nacional mexicano por parte de las fuerzas armadas de Ecuador ocurrida la noche del viernes próximo pasado (5 de abril de 2024) en la embajada mexicana en Quito, con la intención de secuestrar a una persona que México tenía bajo su protección en calidad de asilado (Jorge Glas, exvicepresidente ecuatoriano). Puede discutirse tal estatus, pues el Derecho admite diversas interpretaciones; sin embargo, aún en el caso de que no reunir los requisitos para considerarse asilado, la invasión con armas de fuego en territorio mexicano constituye, en los hechos, una declaración de guerra. Ni los nazis (en algún momento) ni Pinochet se atrevieron a un atropello diplomático similar. Pueden discutirse las declaraciones del jefe del Estado mexicano que, algunos pueden considerarlas como provocaciones discursivas; pero, de nuevo, la reacción ecuatoriana es desproporcionada y condenable.
Ocurrida la invasión, el Presidente de México ordenó a nuestros compatriotas diplomáticos regresaran de inmediato a nuestro país. Los embajadores de Cuba, de Alemania y de Panamá, así como la Encargada de negocios de Honduras, los acompañaron al aeropuerto, resguardándolos. Ya se presentaron las demandas correspondientes ante las instancias internacionales competentes. Entretanto, la comunidad internacional ha condenado los hechos ordenados por el presidente de Ecuador, Daniel Noboa Azín, quien fue formado personal y académicamente, en Estados Unidos y en cuyo país habrá un ejercicio participativo el próximo 28 de abril para cuestionar la validez de distintas normas.
De ahí que no se descarta motivación política local, personal y grupal en el atropello en contra de México, es decir, no solamente incidieron la inexperiencia e ignorancia supina de la élite gobernante ecuatoriana.
Entre los expertos y analistas internacionales, hay consenso en que hubo una franca violación al derecho internacional en perjuicio de México y que, en todo caso, ante el refugio de Glas en territorio mexicano, en nuestra embajada en Quito, debieron de buscarse e implementarse soluciones pacíficas ante el disenso, privilegiando el diálogo y evitando la violencia y la justicia por mano propia y con armas de fuego, cometiendo delitos ilícitos internacionales, al menos, allanamiento y secuestro.
Así, sigue vigente este alarmante capítulo en diplomacia internacional en la que fue atacada la soberanía mexicana y vulnerado el principio de inviolabilidad en las misiones diplomáticas. Las relaciones México-Ecuador ya se fracturaron. Hay condena internacional unánime ante el hecho violento ecuatoriano y nuestro país ha recibido el apoyo y la solidaridad internacionales.
México es pacifista. Por ataques similares, otros países ya hubiesen comenzado el conflicto bélico, pues lo que hizo el gobierno ecuatoriano (por ignorancia o por torpeza) es una franca declaración de guerra; sin embargo, las instancias internacionales harán lo propio y la sanción vendrá en consecuencia. Al tiempo.
Dice nuestro himno nacional: «Mas si osare un extraño enemigo, profanar con su planta tu suelo, piensa ¡oh Patria querida! que el cielo un soldado en cada hijo te dio. […]».
Desde nuestro espacio y con nuestras actividades defendamos a nuestro México.
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