/ martes 20 de noviembre de 2018

IDA VITALE. Premio Cervantes 2018

Ida Vitali. Poeta y crítica uruguaya nacida en Montevideo en 1924. Estudió Humanidades en su país, siendo profesora de literatura hasta 1973 cuando la dictadura la forzó al exilio.

Vivió en México de 1974 a 1984, radicándose definitivamente en Austin, Texas, desde 1989.
Su obra lírica, la convierte en una de las voces principales de la llamada generación del 45, y de la poesía hispanoamericana. Además de poeta, es autora de artículos periodísticos y de crítica literaria, así como de numerosas traducciones.
Parte de su obra está contenida en los siguientes volúmenes: «La luz de esta memoria» en 1949, «Palabra dada» en 1953, «Cada uno en su noche» en 1960,«Oidor andante» en 1972, «Jardín de sílice» en 1980, «Parvo reino» en 1984, «Sueños de la constancia» en 1988, «Procura de lo imposible» en 1998, «Reducción del infinito» en 2002, «Plantas y animales» en 2003, y «El Abc de Byobu» en 2005.

Ida Vitale ha sido galardonada con el Premio Cervantes 2018, considerado como Nobel de literatura en castellano. Inscrita en la tradición de las vanguardias latinoamericanas, es representante de la poesía esencialista. El premio valora "su lenguaje, uno de los más reconocidos en español".

Vitale es la quinta mujer reconocida por este premio que ha sido concedido a 40 hombres. Hasta ahora lo habían recibido las españolas María Zambrano (1988) y Ana María Matute (2010), la cubana Dulce María Loynaz (1992) y la mexicana Elena Poniatowska (2013).

En México, formó parte del consejo asesor de la revista Vuelta, impulsada por Octavio Paz, y fue una de los cofundadores del semanario Uno-Más-Uno, en 1982. En 1984 regresó a Uruguay, donde dirigió la página cultural del semanario Jaque.

“Los españoles están igual de locos que en la época de la conquista”, le dijo Vitale a José Guirao, ministro de Cultura, cuando le comunicó esta mañana el fallo. No hay duda de que lo recogerá, ha afirmado el ministro. “Es una mujer que responde como pocas a su apellido”.

Aclimatación

Primero te retraes,

te agostas,
pierdes alma en lo seco,
en lo que no comprendes,
intentas llegar al agua de la vida,
alumbrar una membrana mínima,
una hoja pequeña.
No soñar flores.
El aire te sofoca.
Sientes la arena
reinar en la mañana,
morir lo verde,
subir árido oro.

Pero, aún sin ella saberlo,
desde algún borde
una voz compadece, te moja
breve, dichosamente,
como cuando rozas
una rama de pino baja
ya concluida la lluvia.

De "Parvo Reino" 1984

Agosto, Santa Rosa

Una lluvia de un día puede no acabar nunca,
puede en gotas,
en hojas de amarilla tristeza
irnos cambiando el cielo todo, el aire,
en torva inundación la luz,
triste, en silencio y negra,
como un mirlo mojado.
Deshecha piel, deshecho cuerpo de agua
destrozándose en torre y pararrayos,
me sobreviene, se me viene sobre
mi altura tantas veces,
mojándome, mugiendo, compartiendo
mi ropa y mis zapatos,
también mi sola lágrima tan salida de madre.
Miro la tarde de hora en hora,
miro de buscarle la cara
con tierna proposición de acento,
miro de perderle pavor,
pero me da la espalda puesta ya a anochecer.
Miro todo tan malo, tan acérrimo y hosco.
¡Qué fácil desalmarse,
ser con muy buenos modos de piedra,
quedar sola, gritando como un árbol,
por cada rama temporal,
muriéndome de agosto!

De un fulgor a otro

Quizás no se deba ir más lejos.
Aventurarse quizás apenas sea
desventurarse más,
alejarse un atroz infinito
del sueño al que accedemos
para irisar la vida,
como el juego de luces que encendía,
en la infancia,
el prisma de cristal,
el lago de tristeza, ciertas islas.
Sí, entre biseles citados los colores,
un fulgor anidaba sobre otro
-seda y deslumbramiento
el margen del espejo-
y aquello también era un espectro,
sabido, exacto. Centelleos ajenos
en un mundo apagado.
Como un canto sin un cuerpo visible,
un reflejo del sol creaba
una cascada un río una floresta
entre paredes áridas.
Sí, no vayamos más lejos,
quedemos junto al pájaro humilde
que tiene nido entre la buganvilia
y de cerca vigila.
Más allá sé que empieza lo sórdido,
la codicia, el estrago.

De "Nuevas arenas II" 2002

Estar solo

Un desventurado estar solo,
un venturoso al borde de uno mismo.
¿Qué menos? ¿Qué más sufres?
¿Qué rosa pides, sólo olor y rosa,
sólo tacto sutil, color y rosa,
sin ardua espina?

De "Palabra dada" 1953


Exilios

...tras tanto acá y allá yendo y viniendo.
Francisco de Aldana

Están aquí y allá: de paso,
en ningún lado.
Cada horizonte: donde un ascua atrae.
Podrían ir hacia cualquier fisura.
No hay brújula ni voces.

Cruzan desiertos que el bravo sol
o que la helada queman
y campos infinitos sin el límite
que los Vuelve reales,
que los haría de solidez y pasto.

La mirada se acuesta como un perro,
sin siquiera el recurso de mover una cola.
La mirada se acuesta o retrocede,
se pulveriza por el aire
si nadie la devuelve.
No regresa a la sangre ni alcanza
a quien debiera.

Se disuelve, tan solo.

De "De procura de lo imposible" 1998

Gotas

¿Se hieren y se funden?
Acaban de dejar de ser la lluvia.
Traviesas en recreo,
gatitos de un reino transparente,
corren libres por vidrios y barandas,
umbrales de su limbo,
se siguen, se persiguen,
quizá van, de soledad a bodas,
a fundirse y amarse.
Trasueñan otra muerte.

De "Reducción del infinito" 2002

Mariposa, poema


En el aire estaba
impreciso, tenue, el poema.
Imprecisa también
llegó la mariposa nocturna,
ni hermosa ni agorera,
a perderse entre biombos de papeles.
La deshilada, débil cinta de palabras
se disipó con ella.
¿Volverán ambas?
Quizás, en un momento de la noche,
cuando ya no quiera escribir
algo más agorero acaso
que esa escondida mariposa
que evita la luz,
como las Dichas.

De "De procura de lo imposible" 1998

Mes de mayo

Escribo, escribo, escribo
y no conduzco a nada, a nadie.
Las palabras se espantan de mí
como palomas, sordamente crepitan,
arraigan en su terrón oscuro,
se prevalecen con escrúpulo fino
del innegable escándalo:
por sobre la imprecisa escrita sombra
me importa más amarte.

De "Oidor andante" 1972


Ida Vitali. Poeta y crítica uruguaya nacida en Montevideo en 1924. Estudió Humanidades en su país, siendo profesora de literatura hasta 1973 cuando la dictadura la forzó al exilio.

Vivió en México de 1974 a 1984, radicándose definitivamente en Austin, Texas, desde 1989.
Su obra lírica, la convierte en una de las voces principales de la llamada generación del 45, y de la poesía hispanoamericana. Además de poeta, es autora de artículos periodísticos y de crítica literaria, así como de numerosas traducciones.
Parte de su obra está contenida en los siguientes volúmenes: «La luz de esta memoria» en 1949, «Palabra dada» en 1953, «Cada uno en su noche» en 1960,«Oidor andante» en 1972, «Jardín de sílice» en 1980, «Parvo reino» en 1984, «Sueños de la constancia» en 1988, «Procura de lo imposible» en 1998, «Reducción del infinito» en 2002, «Plantas y animales» en 2003, y «El Abc de Byobu» en 2005.

Ida Vitale ha sido galardonada con el Premio Cervantes 2018, considerado como Nobel de literatura en castellano. Inscrita en la tradición de las vanguardias latinoamericanas, es representante de la poesía esencialista. El premio valora "su lenguaje, uno de los más reconocidos en español".

Vitale es la quinta mujer reconocida por este premio que ha sido concedido a 40 hombres. Hasta ahora lo habían recibido las españolas María Zambrano (1988) y Ana María Matute (2010), la cubana Dulce María Loynaz (1992) y la mexicana Elena Poniatowska (2013).

En México, formó parte del consejo asesor de la revista Vuelta, impulsada por Octavio Paz, y fue una de los cofundadores del semanario Uno-Más-Uno, en 1982. En 1984 regresó a Uruguay, donde dirigió la página cultural del semanario Jaque.

“Los españoles están igual de locos que en la época de la conquista”, le dijo Vitale a José Guirao, ministro de Cultura, cuando le comunicó esta mañana el fallo. No hay duda de que lo recogerá, ha afirmado el ministro. “Es una mujer que responde como pocas a su apellido”.

Aclimatación

Primero te retraes,

te agostas,
pierdes alma en lo seco,
en lo que no comprendes,
intentas llegar al agua de la vida,
alumbrar una membrana mínima,
una hoja pequeña.
No soñar flores.
El aire te sofoca.
Sientes la arena
reinar en la mañana,
morir lo verde,
subir árido oro.

Pero, aún sin ella saberlo,
desde algún borde
una voz compadece, te moja
breve, dichosamente,
como cuando rozas
una rama de pino baja
ya concluida la lluvia.

De "Parvo Reino" 1984

Agosto, Santa Rosa

Una lluvia de un día puede no acabar nunca,
puede en gotas,
en hojas de amarilla tristeza
irnos cambiando el cielo todo, el aire,
en torva inundación la luz,
triste, en silencio y negra,
como un mirlo mojado.
Deshecha piel, deshecho cuerpo de agua
destrozándose en torre y pararrayos,
me sobreviene, se me viene sobre
mi altura tantas veces,
mojándome, mugiendo, compartiendo
mi ropa y mis zapatos,
también mi sola lágrima tan salida de madre.
Miro la tarde de hora en hora,
miro de buscarle la cara
con tierna proposición de acento,
miro de perderle pavor,
pero me da la espalda puesta ya a anochecer.
Miro todo tan malo, tan acérrimo y hosco.
¡Qué fácil desalmarse,
ser con muy buenos modos de piedra,
quedar sola, gritando como un árbol,
por cada rama temporal,
muriéndome de agosto!

De un fulgor a otro

Quizás no se deba ir más lejos.
Aventurarse quizás apenas sea
desventurarse más,
alejarse un atroz infinito
del sueño al que accedemos
para irisar la vida,
como el juego de luces que encendía,
en la infancia,
el prisma de cristal,
el lago de tristeza, ciertas islas.
Sí, entre biseles citados los colores,
un fulgor anidaba sobre otro
-seda y deslumbramiento
el margen del espejo-
y aquello también era un espectro,
sabido, exacto. Centelleos ajenos
en un mundo apagado.
Como un canto sin un cuerpo visible,
un reflejo del sol creaba
una cascada un río una floresta
entre paredes áridas.
Sí, no vayamos más lejos,
quedemos junto al pájaro humilde
que tiene nido entre la buganvilia
y de cerca vigila.
Más allá sé que empieza lo sórdido,
la codicia, el estrago.

De "Nuevas arenas II" 2002

Estar solo

Un desventurado estar solo,
un venturoso al borde de uno mismo.
¿Qué menos? ¿Qué más sufres?
¿Qué rosa pides, sólo olor y rosa,
sólo tacto sutil, color y rosa,
sin ardua espina?

De "Palabra dada" 1953


Exilios

...tras tanto acá y allá yendo y viniendo.
Francisco de Aldana

Están aquí y allá: de paso,
en ningún lado.
Cada horizonte: donde un ascua atrae.
Podrían ir hacia cualquier fisura.
No hay brújula ni voces.

Cruzan desiertos que el bravo sol
o que la helada queman
y campos infinitos sin el límite
que los Vuelve reales,
que los haría de solidez y pasto.

La mirada se acuesta como un perro,
sin siquiera el recurso de mover una cola.
La mirada se acuesta o retrocede,
se pulveriza por el aire
si nadie la devuelve.
No regresa a la sangre ni alcanza
a quien debiera.

Se disuelve, tan solo.

De "De procura de lo imposible" 1998

Gotas

¿Se hieren y se funden?
Acaban de dejar de ser la lluvia.
Traviesas en recreo,
gatitos de un reino transparente,
corren libres por vidrios y barandas,
umbrales de su limbo,
se siguen, se persiguen,
quizá van, de soledad a bodas,
a fundirse y amarse.
Trasueñan otra muerte.

De "Reducción del infinito" 2002

Mariposa, poema


En el aire estaba
impreciso, tenue, el poema.
Imprecisa también
llegó la mariposa nocturna,
ni hermosa ni agorera,
a perderse entre biombos de papeles.
La deshilada, débil cinta de palabras
se disipó con ella.
¿Volverán ambas?
Quizás, en un momento de la noche,
cuando ya no quiera escribir
algo más agorero acaso
que esa escondida mariposa
que evita la luz,
como las Dichas.

De "De procura de lo imposible" 1998

Mes de mayo

Escribo, escribo, escribo
y no conduzco a nada, a nadie.
Las palabras se espantan de mí
como palomas, sordamente crepitan,
arraigan en su terrón oscuro,
se prevalecen con escrúpulo fino
del innegable escándalo:
por sobre la imprecisa escrita sombra
me importa más amarte.

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