/ jueves 29 de febrero de 2024

Datos Personales

La protección de datos personales es tan importante como la libertad de prensa o la seguridad jurídica, en tanto que goza de la protección constitucional y legal y, en consecuencia, es de considerarse como un derecho humano: tengo derecho a la salvaguarda de mis datos personales y la autoridad tiene la obligación de respetarlo, protegerlo y garantizarlo. Los datos personales se vinculan a la esfera privada de las personas y consisten en cualquier información que haga posible su identificación (identificado o identificable), es decir, cuando su identidad pueda determinarse mediante la información contenida en tales datos.

El debate público sigue vigente, a partir de los hechos ocurridos la semana pasada: un periódico extranjero publicó un reportaje insinuando un vínculo entre el crimen organizado y personas cercanas al hoy presidente de México. Cabe señalar que, acorde al juicio de especialistas en periodismo, tal reportaje o investigación periodística incumplía con el rigor impuesto por los estándares en la materia; incluso el gobierno norteamericano (de ahí es el periódico en cuestión) aclaró que no hay investigación alguna en torno al tema.

Una corresponsal, vía telefónica (whats app) al jefe de Comunicación del gobierno de la república, pidió la postura presidencial. En el pedir está el dar, dice la conseja, y en la solicitud se daban como ciertas las imputaciones del reportaje. El presidente no se contuvo y, con el ánimo de explicar y desmentir, divulgó ilegalmente un dato personal (el número telefónico) de la corresponsal en cuestión. Así, se transgredió el derecho a la autodeterminación informativa, es decir, el derecho personalísimo de la corresponsal a decidir en torno al uso y manejo de su información personal (de su ámbito privado).

Entiendo la molestia del presidente, quien otorga mucha valía al honor, a la honestidad y a la honradez, virtudes ineludibles en el servicio público, pero desapareció la prudencia, el buen juicio, al momento de divulgar un dato personal, información sensible de una persona que, si bien es cierto, influye en la vida pública (al ejercer la profesión del periodismo, importantísimo para la consolidación democrática) es del ámbito privado. Faltaron prudencia y templanza, dos virtudes cardinales.

Después vinieron más vulneraciones, haciendo crecer la bola de nieve, pues también se divulgaron números telefónicos de un hijo del presidente, de las candidatas presidenciales y de otras personas importantes en la vida pública mexicana. A todas, con esta información, se les pone en riesgo innecesario. (De por sí, todos estamos en riesgo, pues todos somos víctimas potenciales -y delincuentes potenciales, también-).

Al parecer, no hay mucha cultura en la protección y defensa de la vida privada; es común ver en redes sociales que las personas, que debieran ser celosas de su información, divulgan qué comen, en dónde se encuentran, cómo se sienten, qué les gusta/disgusta, etc.

Intuyo que no se tiene conciencia plena de la importancia de los datos personales, lo cual es un yerro mayúsculo, toda vez que, en tanto ciudadanos, debemos conocer nuestros derechos y, en consecuencia, hacerlos respetar.

Valdría la pena leer los artículos 7 y 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como la Ley General de Protección de Datos Personales en Posesión de Sujetos Obligados.

germanrodriguez32@hotmail.com

La protección de datos personales es tan importante como la libertad de prensa o la seguridad jurídica, en tanto que goza de la protección constitucional y legal y, en consecuencia, es de considerarse como un derecho humano: tengo derecho a la salvaguarda de mis datos personales y la autoridad tiene la obligación de respetarlo, protegerlo y garantizarlo. Los datos personales se vinculan a la esfera privada de las personas y consisten en cualquier información que haga posible su identificación (identificado o identificable), es decir, cuando su identidad pueda determinarse mediante la información contenida en tales datos.

El debate público sigue vigente, a partir de los hechos ocurridos la semana pasada: un periódico extranjero publicó un reportaje insinuando un vínculo entre el crimen organizado y personas cercanas al hoy presidente de México. Cabe señalar que, acorde al juicio de especialistas en periodismo, tal reportaje o investigación periodística incumplía con el rigor impuesto por los estándares en la materia; incluso el gobierno norteamericano (de ahí es el periódico en cuestión) aclaró que no hay investigación alguna en torno al tema.

Una corresponsal, vía telefónica (whats app) al jefe de Comunicación del gobierno de la república, pidió la postura presidencial. En el pedir está el dar, dice la conseja, y en la solicitud se daban como ciertas las imputaciones del reportaje. El presidente no se contuvo y, con el ánimo de explicar y desmentir, divulgó ilegalmente un dato personal (el número telefónico) de la corresponsal en cuestión. Así, se transgredió el derecho a la autodeterminación informativa, es decir, el derecho personalísimo de la corresponsal a decidir en torno al uso y manejo de su información personal (de su ámbito privado).

Entiendo la molestia del presidente, quien otorga mucha valía al honor, a la honestidad y a la honradez, virtudes ineludibles en el servicio público, pero desapareció la prudencia, el buen juicio, al momento de divulgar un dato personal, información sensible de una persona que, si bien es cierto, influye en la vida pública (al ejercer la profesión del periodismo, importantísimo para la consolidación democrática) es del ámbito privado. Faltaron prudencia y templanza, dos virtudes cardinales.

Después vinieron más vulneraciones, haciendo crecer la bola de nieve, pues también se divulgaron números telefónicos de un hijo del presidente, de las candidatas presidenciales y de otras personas importantes en la vida pública mexicana. A todas, con esta información, se les pone en riesgo innecesario. (De por sí, todos estamos en riesgo, pues todos somos víctimas potenciales -y delincuentes potenciales, también-).

Al parecer, no hay mucha cultura en la protección y defensa de la vida privada; es común ver en redes sociales que las personas, que debieran ser celosas de su información, divulgan qué comen, en dónde se encuentran, cómo se sienten, qué les gusta/disgusta, etc.

Intuyo que no se tiene conciencia plena de la importancia de los datos personales, lo cual es un yerro mayúsculo, toda vez que, en tanto ciudadanos, debemos conocer nuestros derechos y, en consecuencia, hacerlos respetar.

Valdría la pena leer los artículos 7 y 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como la Ley General de Protección de Datos Personales en Posesión de Sujetos Obligados.

germanrodriguez32@hotmail.com