/ domingo 28 de agosto de 2022

Sol Y Sombras

Hoy festejamos la vida de nuestros abuelos, nuestros ancianos, esos hombres y mujeres llenos de sabiduría e historias de otras épocas, los mismos que nos dejan un legado de disciplina y respeto, que tal vez perdurará hasta que ellos vivan, pues las cosas ya han cambiado mucho.

Muchos aún tienen la fortuna de contar con su presencia y mi única recomendación desde aquí, es que usted lo disfrute lo más que pueda, yo solo conocí a mis abuelos maternos, con los paternos no tuve ninguna interacción, sin embargo me refiero a ellos con el mote de cariño que le pusieron los nietos mayores y quienes pudieron conocerlos, las fotos y las pláticas de ellos, me ayudan a imaginar lo buenas personas que debieron haber sido.

Cómo olvidar la casa de los abuelos, ese mueble lleno de pequeñas figuras de vidrio soplado que siempre me causaron tanto interés y que nunca pude tocar, solo podía contemplarlos a través del cristal que me separaba de ellos.

Ya más grande, tal vez adolescente, perdí el deseo de tomarlos con mis manos, pero siempre me quedaba viendo esas figuras tan finas que mi abuela conservaba y qué decir de las plácidas siestas que podía tomar, después de comer sin pudor las delicias que preparaba mi abuela, quien insistía siempre en servirme un poco más.

Siempre había un vaso de té de limón frío en el refrigerador, el refresco no formaba parte de su estilo de vida, todo era sano, preparado en casa, las gelatinas con rompope, los panes de ralladura de naranja, el ate de membrillo con queso ranchero que aprendí a comer y por supuesto la capirotada en semana santa, que era un verdadero lujo que sigo añorando.

El olor de la casa de mi mamá Chuy era increíble, sus manos arrugadas y pecosas y su sonrisa franca para recibirnos siempre; y mi abuelo, mi papá Gonzalo, un hombre difícil de abrazar, prácticamente era todo un reto plantarle un beso, porque él no estaba acostumbrado así.

Mi abuelo fue ampáyer “el pajòn” en la liga de Celaya, le encantaba el béisbol y nos platicaba sobre sus partidos, mi hermano aún conserva una bola de béisbol firmada por un pitcher cubano contra quien jugó en aquellas épocas.

Su ejemplo de honestidad y trabajo arduo han calado hondo y positivamente en todos sus hijos y nosotros sus nietos, un hombre sin estudios, pero profesional en lo que hacía, empleado de Refrigeración Nieto, experto en compostura de línea blanca, bien quedado, justo al cobrar y siempre con un trato amable, sencillo, sin pretensiones, un buen hombre.

Le cuento todo esto, porque es innegable que el ejemplo de nuestros abuelos, sigue incidiendo en nuestro actuar, el papel que se juega siendo abuelo es fundamental para crear en una sociedad con valores y respeto por los demás, si escucháramos mas a los abuelos, en lugar de considerarlos obsoletos o anticuados, les aseguro que nuestra ciudad sería mejor.

Hemos hecho a un lado sus consejos, sobre todo las generaciones más jóvenes, hemos abandonado sus conceptos de comportamiento, sus reglas de urbanidad, su amor a Dios, su respeto por las cosas divinas y por el dolor ajeno, veo a los hombres mayores descubrirse la cabeza en señal de respeto cuando un cortejo fúnebre pasa frente a ellos, aun sin conocer al difunto, al entrar a una iglesia o saludar a alguna autoridad, eso hace grandes a nuestros ancianos, hombres y mujeres sin mayor estima que la justa, dispuestos a ayudar.

Mi recuerdo de abuelos es muy lindo, aunque no todo fue bueno, la disciplina a costa de cinturonazos fue una constante para mi madre y mis tíos y aun cuando nos reunimos y recordamos esos momentos, no identifico ningún rastro de resentimiento de su parte, reconocen que los merecían y que hacía falta esa mano dura.

Misma que nos hace tanta falta hoy, los resultados saltan a la vista, cuando detectamos la descomposición de nuestra sociedad, qué falta le hacen a esta sociedad unos abuelos con mano dura para corregir a tanto joven desbalagado sin oficio ni beneficio, decían ellos.

Y qué decir de convertirte en madre y no estar a la altura de la exigencia del bebé, recuerdo a mi abuela decir que no era posible comprar las papillas del niño, “las debes de hacer tú”, dale mollejas de pollo y chayote cocido, crecí siempre con la presión de mi abuela y de mi madre por hacer que mi hijo tuviera los nutrientes necesarios para que no enfermara y aunque en el momento era abrumador, agradezco tanto su sabiduría, hoy veo los magníficos resultados de esas recetas.

Los famosos tés y mi abuela eran todo, el té de boldo, el de hierba del perro para el estómago, el té de estafiate para los cólicos y muchos más que tenía en su enorme lista, cómo lamento no haber tomado nota de cada cosa que ella sabía, de toda esa sabiduría que se fue junto con ella, cuando su corazón crecido no aguanto más.

Mientras escribo esto, no puedo evitar extrañarles y llorar un poco, siento que me falto honrarlos.

En fin, la historia de esta conmemoración data desde 1982, el mes de agosto se denominó como el mes de la vejez, pero por un tema de inclusión se cambió al día del abuelo y se celebra hoy, el día 28 de agosto, esta conmemoración busca reconocer la noble labor familiar y la importancia de los abuelos para con sus nietos y demás familiares.

Los abuelos son la más grande influencia de los niños y jóvenes después de sus padres, y en su mayoría, son los impulsores de los valores en la sociedad, antes de la formalización de esta conmemoración, ya existía la tradición de dedicar un día a los grandes del hogar, aunque no se sabe muy bien a qué tiempo se remonta esta celebración.

En la actualidad, se conoce como Día Nacional de las Personas Mayores, pues esta designación incluye tanto a abuelos como abuelas, así como a todas las personas mayores que no son abuelos o abuelas.

Recientemente el sistema DIF municipal me hizo el honor de invitarme a ser parte del jurado para elegir a la reina y rey del adulto mayor, fue muy refrescante verlos bailar, cantar y responder a las preguntas para poder ganar el concurso, no cabe duda que verlos con tal ánimo, solo te hace reflexionar en la importancia de disfrutar la vida tanto como ellos.

Parece que hasta que sentimos más cerca el momento del final, comenzamos a valorar cada instante y es increíble ver su actitud, rompiendo los estigmas de la edad cronológica, y haciendo a un lado las arrugas de sus manos y rostros que seguro guardan dolores y muchos problemas acumulados, se permiten sonreír y agradecer por la vida.

Sigamos su ejemplo y vivamos cada día con gratitud, personalmente agradezco a Dios por mis padres, que hoy son abuelos de mi hijo y que siempre han sido un sostén emocional para mí y los míos, ¡larga vida a nuestros abuelos!

Hoy festejamos la vida de nuestros abuelos, nuestros ancianos, esos hombres y mujeres llenos de sabiduría e historias de otras épocas, los mismos que nos dejan un legado de disciplina y respeto, que tal vez perdurará hasta que ellos vivan, pues las cosas ya han cambiado mucho.

Muchos aún tienen la fortuna de contar con su presencia y mi única recomendación desde aquí, es que usted lo disfrute lo más que pueda, yo solo conocí a mis abuelos maternos, con los paternos no tuve ninguna interacción, sin embargo me refiero a ellos con el mote de cariño que le pusieron los nietos mayores y quienes pudieron conocerlos, las fotos y las pláticas de ellos, me ayudan a imaginar lo buenas personas que debieron haber sido.

Cómo olvidar la casa de los abuelos, ese mueble lleno de pequeñas figuras de vidrio soplado que siempre me causaron tanto interés y que nunca pude tocar, solo podía contemplarlos a través del cristal que me separaba de ellos.

Ya más grande, tal vez adolescente, perdí el deseo de tomarlos con mis manos, pero siempre me quedaba viendo esas figuras tan finas que mi abuela conservaba y qué decir de las plácidas siestas que podía tomar, después de comer sin pudor las delicias que preparaba mi abuela, quien insistía siempre en servirme un poco más.

Siempre había un vaso de té de limón frío en el refrigerador, el refresco no formaba parte de su estilo de vida, todo era sano, preparado en casa, las gelatinas con rompope, los panes de ralladura de naranja, el ate de membrillo con queso ranchero que aprendí a comer y por supuesto la capirotada en semana santa, que era un verdadero lujo que sigo añorando.

El olor de la casa de mi mamá Chuy era increíble, sus manos arrugadas y pecosas y su sonrisa franca para recibirnos siempre; y mi abuelo, mi papá Gonzalo, un hombre difícil de abrazar, prácticamente era todo un reto plantarle un beso, porque él no estaba acostumbrado así.

Mi abuelo fue ampáyer “el pajòn” en la liga de Celaya, le encantaba el béisbol y nos platicaba sobre sus partidos, mi hermano aún conserva una bola de béisbol firmada por un pitcher cubano contra quien jugó en aquellas épocas.

Su ejemplo de honestidad y trabajo arduo han calado hondo y positivamente en todos sus hijos y nosotros sus nietos, un hombre sin estudios, pero profesional en lo que hacía, empleado de Refrigeración Nieto, experto en compostura de línea blanca, bien quedado, justo al cobrar y siempre con un trato amable, sencillo, sin pretensiones, un buen hombre.

Le cuento todo esto, porque es innegable que el ejemplo de nuestros abuelos, sigue incidiendo en nuestro actuar, el papel que se juega siendo abuelo es fundamental para crear en una sociedad con valores y respeto por los demás, si escucháramos mas a los abuelos, en lugar de considerarlos obsoletos o anticuados, les aseguro que nuestra ciudad sería mejor.

Hemos hecho a un lado sus consejos, sobre todo las generaciones más jóvenes, hemos abandonado sus conceptos de comportamiento, sus reglas de urbanidad, su amor a Dios, su respeto por las cosas divinas y por el dolor ajeno, veo a los hombres mayores descubrirse la cabeza en señal de respeto cuando un cortejo fúnebre pasa frente a ellos, aun sin conocer al difunto, al entrar a una iglesia o saludar a alguna autoridad, eso hace grandes a nuestros ancianos, hombres y mujeres sin mayor estima que la justa, dispuestos a ayudar.

Mi recuerdo de abuelos es muy lindo, aunque no todo fue bueno, la disciplina a costa de cinturonazos fue una constante para mi madre y mis tíos y aun cuando nos reunimos y recordamos esos momentos, no identifico ningún rastro de resentimiento de su parte, reconocen que los merecían y que hacía falta esa mano dura.

Misma que nos hace tanta falta hoy, los resultados saltan a la vista, cuando detectamos la descomposición de nuestra sociedad, qué falta le hacen a esta sociedad unos abuelos con mano dura para corregir a tanto joven desbalagado sin oficio ni beneficio, decían ellos.

Y qué decir de convertirte en madre y no estar a la altura de la exigencia del bebé, recuerdo a mi abuela decir que no era posible comprar las papillas del niño, “las debes de hacer tú”, dale mollejas de pollo y chayote cocido, crecí siempre con la presión de mi abuela y de mi madre por hacer que mi hijo tuviera los nutrientes necesarios para que no enfermara y aunque en el momento era abrumador, agradezco tanto su sabiduría, hoy veo los magníficos resultados de esas recetas.

Los famosos tés y mi abuela eran todo, el té de boldo, el de hierba del perro para el estómago, el té de estafiate para los cólicos y muchos más que tenía en su enorme lista, cómo lamento no haber tomado nota de cada cosa que ella sabía, de toda esa sabiduría que se fue junto con ella, cuando su corazón crecido no aguanto más.

Mientras escribo esto, no puedo evitar extrañarles y llorar un poco, siento que me falto honrarlos.

En fin, la historia de esta conmemoración data desde 1982, el mes de agosto se denominó como el mes de la vejez, pero por un tema de inclusión se cambió al día del abuelo y se celebra hoy, el día 28 de agosto, esta conmemoración busca reconocer la noble labor familiar y la importancia de los abuelos para con sus nietos y demás familiares.

Los abuelos son la más grande influencia de los niños y jóvenes después de sus padres, y en su mayoría, son los impulsores de los valores en la sociedad, antes de la formalización de esta conmemoración, ya existía la tradición de dedicar un día a los grandes del hogar, aunque no se sabe muy bien a qué tiempo se remonta esta celebración.

En la actualidad, se conoce como Día Nacional de las Personas Mayores, pues esta designación incluye tanto a abuelos como abuelas, así como a todas las personas mayores que no son abuelos o abuelas.

Recientemente el sistema DIF municipal me hizo el honor de invitarme a ser parte del jurado para elegir a la reina y rey del adulto mayor, fue muy refrescante verlos bailar, cantar y responder a las preguntas para poder ganar el concurso, no cabe duda que verlos con tal ánimo, solo te hace reflexionar en la importancia de disfrutar la vida tanto como ellos.

Parece que hasta que sentimos más cerca el momento del final, comenzamos a valorar cada instante y es increíble ver su actitud, rompiendo los estigmas de la edad cronológica, y haciendo a un lado las arrugas de sus manos y rostros que seguro guardan dolores y muchos problemas acumulados, se permiten sonreír y agradecer por la vida.

Sigamos su ejemplo y vivamos cada día con gratitud, personalmente agradezco a Dios por mis padres, que hoy son abuelos de mi hijo y que siempre han sido un sostén emocional para mí y los míos, ¡larga vida a nuestros abuelos!

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