“Somos jóvenes, somos fuertes. Y cantaremos la canción juntos. Como uno nos levantamos, no dejaremos de luchar hasta que la noche se rinda al sol”. Canción “We are one”
Si partimos de que la palabra o la captación por los sentidos de algún objeto para concebirlo como imagen mental, se conduce al análisis de lo que percibimos. En ese “análisis” está la diferencia con los animales que asocian imágenes o sensaciones con algo bueno o malo sin el raciocinio que transforma las imágenes en ideas que pueden crear algo nuevo, que, sin bases que lo sustenten conllevan a formar juicios incorrectos.
Es el aprendizaje que surge cuando alguien asocia un elemento con otro, por ejemplo, el tañer de la campana de un templo se liga con un rito litúrgico. Los expertos lo teorizan desde el empirismo práctico, más concreto desde el asociacionismo y los psicólogos lo proponen como actos del conductismo, términos que merecen profundizarse para los que no somos duchos en el tema de orden filosófico.
Hace tres siglos el filósofo inglés David Hume explicó la asociación de ideas como “disposición natural de la imaginación por la que nuestra mente tiende a relacionar varias ideas como consecuencia de la asociación de ideas, la presencia en nuestra mente de una idea trae consigo la aparición de otra u otras”.
Es el caso del cáncer, en la mayoría de las personas la palabra tiene un impacto subjetivo al asociarla al dolor, sufrimiento y muerte. Correlación de ideas que se efectúan por un mecanismo mental mediante el cual se encadena con un suceso funesto. Justificable cuando hablamos de los tumores malignos que tienen alta incidencia de fatalidad.
En este mes de concienciación del Cáncer de Mama y el mes pasado sobre Cáncer Infantil muestro el panorama mundial de la OMS. Sitúa al Cáncer en el segundo puesto de frecuencia después de las enfermedades cardiovasculares y antes de las respiratorias crónicas. Por regiones y entre países ricos y pobres las causas de muerte tienen notable la diferencia. Sin embargo, al contrario de lo que muchos asocian el cáncer con el mundo desarrollado, la OMS señala que dos tercios de las víctimas de la enfermedad se producen en naciones de bajos ingresos. Empero, la alta incidencia de la enfermedad, en parte es debida al diagnóstico tardío y por escasez de servicios médicos y de salud preventiva.
En nuestro Continente, la OPS/OMS informa que las tasas más altas de mortalidad por cáncer están en Trinidad y Tobago; Cuba y Argentina y las más bajas en México, Nicaragua y El Salvador. Hechos que desorientan por la diferencia de estilos de vida entre esos países. Un ejemplo es que Argentina, después de los Estados Unidos, es el país que más consume carne y Cuba es una de las de menor ingesta de productos cárnicos. Vale reflexionar que en los EE UU y la nación rioplatense es donde la frecuencia de cáncer rectosigmoideo y de colon es la más alta.
Una vez pasada la crisis del SARS-CoV-2 en México, el 28 de julio del presente año el INEGI informó que los tumores malignos ocupan el segundo lugar de defunciones, después de las cardiopatías y antes de la Diabetes.
Sirvan estas líneas para promover en quienes leen esta opinión semanal y en particular entre los miembros de los Clubes de Leones el apoyo al programa que lleva una destacada y querida compañera, y la empatía con alguna actividad que aliente a las familias y a esos pequeños superhéroes que luchan por amanecer cada día con una sonrisa a pesar de las tormentas del cáncer infantil.
flokay33@gmail.com
