/ miércoles 21 de febrero de 2024

Manifestaciones, Bloqueos, Protestas

“Cuando un individuo está protestando contra la negativa de la sociedad a reconocer su dignidad como ser humano, su acto de protesta le confiere dignidad”. Bayard Rustin.

Es de reconocer que las manifestaciones multitudinarias efectuadas en CDMX y en poblaciones del país en favor del respeto a la Democracia, obtuvieron la protección, algunas a regañadientes, de las autoridades al garantizar la libertad de expresión en acato a los postulados de los artículos 6 y 7 de nuestra Carta Magna. Reuniones en que los manifestantes ejercieron varios derechos, entre ellos el de la libertad de expresión y reunión pacífica, en este caso sin banderas partidistas. Aunque no es secreto que fueron promovidas por opositores al régimen que gobierna al país, sin duda motivadas por la suspicacia que las elecciones del 2 de junio no se apeguen a la legalidad y trasparencia.

Hay muchas formas de manifestarse, algunas como la del domingo son plausibles. Otras, en cambio, como las barricadas en las vías de comunicación así sean en demanda de seguridad familiar, por la escasez de medicinas, por promesas no cumplidas, por los damnificados por Otis y a veces por cualquier cosa sin sustento real y sí con fondo político, perturban la paz pública y las actividades primarias e impostergables en perjuicio de personas, empresas y del progreso en general.

En semanas pasadas se disparó el bloqueo en puntos estratégicos de carreteras en demanda de un alto a la delincuencia que ha costado la vida de operadores del trasporte y pérdidas millonarias en mercancías y productos agropecuarios perecederos que encarecen la vida y detonan la inflación. Si partimos que el derecho a manifestarse está condicionado a no perturbar el orden público y no incite al delito, los bloqueos son atentados a las vías de comunicación lo que, según entiendo, está penado por la ley. Por otro lado, si las exigencias para que se cumpla un derecho es desoída o no ha habido capacidad de contener la ola de violencia por la entidad a quien corresponde hacerlo, ¿son justificables los bloqueos? Consultando a un amigo abogado, me dice que, en Derecho, dichos actos, están tipificados como delito en el Código Penal. A pregunta a un empresario de autotransporte de carga, respondió: entonces, ¿seguiremos siendo víctimas de la delincuencia hasta cerrar puertas a lo que nos ha costado años de trabajo y sacrificios constituir por falta la protección de quien la debe proveer?

Como ciudadano de a pie, encuentro un choque en la interpretación de la ley.

El artículo primero de la Constitución consigna “Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover respetar, proteger y garantizar los derechos humanos…” y, los que cercan las carreteras alegan que no se respetan, no se protegen, ni se garantizan sus derechos humanos. Trances en que, de alguna forma, todos somos víctimas.

Sea cual fuere el origen de una protesta o el modo de manifestarse, regularmente se conciben como último recurso o instancia para expresar problemas que no han sido resueltos que exigen una solución efectiva. La historia enseña que estas manifestaciones, en buena parte de casos, han conducido a solucionar los conflictos dentro del marco de la Ley.

Por último, acudo a uno de mis héroes gringos, Martin Luther King: “No me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de los buenos”. Los buenos, los auto trasportistas dejaron de ser indiferentes.

flokay33@gmail.com

“Cuando un individuo está protestando contra la negativa de la sociedad a reconocer su dignidad como ser humano, su acto de protesta le confiere dignidad”. Bayard Rustin.

Es de reconocer que las manifestaciones multitudinarias efectuadas en CDMX y en poblaciones del país en favor del respeto a la Democracia, obtuvieron la protección, algunas a regañadientes, de las autoridades al garantizar la libertad de expresión en acato a los postulados de los artículos 6 y 7 de nuestra Carta Magna. Reuniones en que los manifestantes ejercieron varios derechos, entre ellos el de la libertad de expresión y reunión pacífica, en este caso sin banderas partidistas. Aunque no es secreto que fueron promovidas por opositores al régimen que gobierna al país, sin duda motivadas por la suspicacia que las elecciones del 2 de junio no se apeguen a la legalidad y trasparencia.

Hay muchas formas de manifestarse, algunas como la del domingo son plausibles. Otras, en cambio, como las barricadas en las vías de comunicación así sean en demanda de seguridad familiar, por la escasez de medicinas, por promesas no cumplidas, por los damnificados por Otis y a veces por cualquier cosa sin sustento real y sí con fondo político, perturban la paz pública y las actividades primarias e impostergables en perjuicio de personas, empresas y del progreso en general.

En semanas pasadas se disparó el bloqueo en puntos estratégicos de carreteras en demanda de un alto a la delincuencia que ha costado la vida de operadores del trasporte y pérdidas millonarias en mercancías y productos agropecuarios perecederos que encarecen la vida y detonan la inflación. Si partimos que el derecho a manifestarse está condicionado a no perturbar el orden público y no incite al delito, los bloqueos son atentados a las vías de comunicación lo que, según entiendo, está penado por la ley. Por otro lado, si las exigencias para que se cumpla un derecho es desoída o no ha habido capacidad de contener la ola de violencia por la entidad a quien corresponde hacerlo, ¿son justificables los bloqueos? Consultando a un amigo abogado, me dice que, en Derecho, dichos actos, están tipificados como delito en el Código Penal. A pregunta a un empresario de autotransporte de carga, respondió: entonces, ¿seguiremos siendo víctimas de la delincuencia hasta cerrar puertas a lo que nos ha costado años de trabajo y sacrificios constituir por falta la protección de quien la debe proveer?

Como ciudadano de a pie, encuentro un choque en la interpretación de la ley.

El artículo primero de la Constitución consigna “Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover respetar, proteger y garantizar los derechos humanos…” y, los que cercan las carreteras alegan que no se respetan, no se protegen, ni se garantizan sus derechos humanos. Trances en que, de alguna forma, todos somos víctimas.

Sea cual fuere el origen de una protesta o el modo de manifestarse, regularmente se conciben como último recurso o instancia para expresar problemas que no han sido resueltos que exigen una solución efectiva. La historia enseña que estas manifestaciones, en buena parte de casos, han conducido a solucionar los conflictos dentro del marco de la Ley.

Por último, acudo a uno de mis héroes gringos, Martin Luther King: “No me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de los buenos”. Los buenos, los auto trasportistas dejaron de ser indiferentes.

flokay33@gmail.com