/ sábado 30 de marzo de 2024

María Guadalupe Moscoso: Una de las primeras directoras de Escuelas Públicas en la Ciudad de Guanajuato

Dentro de la historia de la educación guanajuatense acontecida en el transcurso del siglo XIX, hay nombres de maestras que son referencias acerca de cómo fueron integrándose las mujeres en el espacio de la instrucción pública. Tan sólo en los archivos históricos ubicados en la ciudad de Guanajuato, León, Celaya, Dolores Hidalgo, Silao, San Miguel de Allende -por citar algunos- tienen expedientes o informes, de quienes obtuvieron sus nombramientos ya sea como directoras o preceptoras auxiliares en los establecimientos públicos para niñas.

De este nutrido grupo, destacó la maestra María Guadalupe Moscoso, quien asumió la dirección en una escuela de primeras letras, de la entonces capital provincial de Guanajuato. Ahora bien ¿Por qué hablar de ella es importante?, primeramente porque su administración ha sido una de las más largas que haya detentado una mujer al frente de una institución educativa. Comenzó a mediados de 1808 a ejercer la enseñanza y al mismo tiempo la función de directora interina, en una casa acondicionada como 2ª. Escuela Pública de Niñas en el barrio de San Roque. Mientras se desarrollaba el movimiento insurgente en 1811, a la maestra Moscoso le fue entregado el documento avalado por el Virrey Venegas, que la nombraba oficialmente directora de la institución.

Pese al estruendo del proceso independentista, ella siguió ejerciendo la instrucción; recordemos que en aquellos momentos, quien ocupaba el cargo directivo en una escuela pública no le exentaba de dar clases. En 1810 fue examinada por la otrora Comisión de las Escuelas, encabezada por Carlos Montes de Oca, quien sería el primer gobernador constitucional de la entidad hacia 1825.

El proceso de examinación que afrontó la maestra, fue para constatar hasta qué punto se encontraba preparada en el desempeño de sus funciones. Los ramos de instrucción que fueron ejes de lo que hoy podemos llamar “evaluación” para la preceptora Moscoso, han sido el de Doctrina Cristiana, Historia de la Religión, Lectura, Escritura, Historia Política, Costura y Bordado. Tras su aprobación, le fue reconocida la acreditación como Maestra de Primeras Letras, bajo los lineamientos en materia educativa, emanada de la Real Provisión que databa de 1771 y aplicable para todo el reino español.

Gracias a su informe proporcionado en 1813, sabemos que percibía un sueldo por $350 pesos anuales desde 1808 y divididos en 12 mensualidades, el cual se mantuvo en dicha cantidad hasta 1828, cuando obtuvo un ligero incremento por $50 pesos más.

En 1817 la administración de la directora Moscoso afrontó dos problemáticas: la primera, decreció el número de niñas inscritas y esto conllevó, a que surgiera una propuesta del Ayuntamiento para trasladar grupos de estudiantes matriculadas en la 1ª. Escuela Pública -cuya sede era uno de los espacios interiores del Hospital de Belén- hasta su institución. Lo que se buscaba era equilibrar y no sobresaturar un establecimiento en detrimento de otro.

La propuesta provocó acaloradas discusiones con la otra directora, que por ese año ocupaba dicho cargo la maestra María Josefa Madrid de la Rocha, quien se opuso desde el inicio a ceder parte de su alumnado. A raíz de esta situación, el segundo conflicto que vivió la preceptora Moscoso, fue que se le dejaron de pagar algunos meses de su sueldo. De esta gran maestra, volvemos a tener noticias hasta octubre de 1828, cuando culminaron los cursos de la Escuela Normal Lancasteriana, debiéndose inscribir a fines de 1827. Gracias a esto, logró obtener el certificado y el diploma como Preceptora de Primeras Letras, ahora bajo las directrices de la recién institución formadora de maestros.

Ella integró la primera generación de maestras lancasterianas en todo el estado de Guanajuato. Todavía en 1832 seguía al frente de su escuela; aunque pudieran existir indicios que hasta 1840 se separó del cargo, que sólo la prueba documental nos despejará la incógnita, si fue por vejez, enfermedad o fallecimiento que produjo dicha situación. Al corroborarse lo anterior, estaríamos hablando entonces de una larga administración como directora, en la 2ª. Escuela Pública de Niñas por alrededor de 32 años; comparada sólo con la prolongada gestión porfiriana de la profesora Angelina Castelazo, directora de la Escuela Normal para Señoritas.

Lo expresado, es tan sólo una muestra de la dedicación, el compromiso y la responsabilidad que tuvo la maestra María Guadalupe Moscoso para mantenerse durante mucho tiempo en la dirección de su escuela. Lamentablemente su trayectoria o estudio biográfico, no ha sido atendida por la historiografía de la educación guanajuatense. Su caso no es el único y refleja la deuda pendiente con ella, desconociendo si alguna escuela primaria lleva su nombre. Sólo el tiempo nos dará respuestas.

José Juan Pérez Ramos

Dentro de la historia de la educación guanajuatense acontecida en el transcurso del siglo XIX, hay nombres de maestras que son referencias acerca de cómo fueron integrándose las mujeres en el espacio de la instrucción pública. Tan sólo en los archivos históricos ubicados en la ciudad de Guanajuato, León, Celaya, Dolores Hidalgo, Silao, San Miguel de Allende -por citar algunos- tienen expedientes o informes, de quienes obtuvieron sus nombramientos ya sea como directoras o preceptoras auxiliares en los establecimientos públicos para niñas.

De este nutrido grupo, destacó la maestra María Guadalupe Moscoso, quien asumió la dirección en una escuela de primeras letras, de la entonces capital provincial de Guanajuato. Ahora bien ¿Por qué hablar de ella es importante?, primeramente porque su administración ha sido una de las más largas que haya detentado una mujer al frente de una institución educativa. Comenzó a mediados de 1808 a ejercer la enseñanza y al mismo tiempo la función de directora interina, en una casa acondicionada como 2ª. Escuela Pública de Niñas en el barrio de San Roque. Mientras se desarrollaba el movimiento insurgente en 1811, a la maestra Moscoso le fue entregado el documento avalado por el Virrey Venegas, que la nombraba oficialmente directora de la institución.

Pese al estruendo del proceso independentista, ella siguió ejerciendo la instrucción; recordemos que en aquellos momentos, quien ocupaba el cargo directivo en una escuela pública no le exentaba de dar clases. En 1810 fue examinada por la otrora Comisión de las Escuelas, encabezada por Carlos Montes de Oca, quien sería el primer gobernador constitucional de la entidad hacia 1825.

El proceso de examinación que afrontó la maestra, fue para constatar hasta qué punto se encontraba preparada en el desempeño de sus funciones. Los ramos de instrucción que fueron ejes de lo que hoy podemos llamar “evaluación” para la preceptora Moscoso, han sido el de Doctrina Cristiana, Historia de la Religión, Lectura, Escritura, Historia Política, Costura y Bordado. Tras su aprobación, le fue reconocida la acreditación como Maestra de Primeras Letras, bajo los lineamientos en materia educativa, emanada de la Real Provisión que databa de 1771 y aplicable para todo el reino español.

Gracias a su informe proporcionado en 1813, sabemos que percibía un sueldo por $350 pesos anuales desde 1808 y divididos en 12 mensualidades, el cual se mantuvo en dicha cantidad hasta 1828, cuando obtuvo un ligero incremento por $50 pesos más.

En 1817 la administración de la directora Moscoso afrontó dos problemáticas: la primera, decreció el número de niñas inscritas y esto conllevó, a que surgiera una propuesta del Ayuntamiento para trasladar grupos de estudiantes matriculadas en la 1ª. Escuela Pública -cuya sede era uno de los espacios interiores del Hospital de Belén- hasta su institución. Lo que se buscaba era equilibrar y no sobresaturar un establecimiento en detrimento de otro.

La propuesta provocó acaloradas discusiones con la otra directora, que por ese año ocupaba dicho cargo la maestra María Josefa Madrid de la Rocha, quien se opuso desde el inicio a ceder parte de su alumnado. A raíz de esta situación, el segundo conflicto que vivió la preceptora Moscoso, fue que se le dejaron de pagar algunos meses de su sueldo. De esta gran maestra, volvemos a tener noticias hasta octubre de 1828, cuando culminaron los cursos de la Escuela Normal Lancasteriana, debiéndose inscribir a fines de 1827. Gracias a esto, logró obtener el certificado y el diploma como Preceptora de Primeras Letras, ahora bajo las directrices de la recién institución formadora de maestros.

Ella integró la primera generación de maestras lancasterianas en todo el estado de Guanajuato. Todavía en 1832 seguía al frente de su escuela; aunque pudieran existir indicios que hasta 1840 se separó del cargo, que sólo la prueba documental nos despejará la incógnita, si fue por vejez, enfermedad o fallecimiento que produjo dicha situación. Al corroborarse lo anterior, estaríamos hablando entonces de una larga administración como directora, en la 2ª. Escuela Pública de Niñas por alrededor de 32 años; comparada sólo con la prolongada gestión porfiriana de la profesora Angelina Castelazo, directora de la Escuela Normal para Señoritas.

Lo expresado, es tan sólo una muestra de la dedicación, el compromiso y la responsabilidad que tuvo la maestra María Guadalupe Moscoso para mantenerse durante mucho tiempo en la dirección de su escuela. Lamentablemente su trayectoria o estudio biográfico, no ha sido atendida por la historiografía de la educación guanajuatense. Su caso no es el único y refleja la deuda pendiente con ella, desconociendo si alguna escuela primaria lleva su nombre. Sólo el tiempo nos dará respuestas.

José Juan Pérez Ramos