/ viernes 8 de noviembre de 2019

Ingenioso Hidalgo

Quijote y misericordia

Extremelygod, realizó una investigación me parece interesante sobre el Quijote y Misericordia: Más allá de la Justicia y la Compasión, señal de Esperanza. Al hablar de la misericordia, lo que significa y de sus implicaciones desde el punto de vista creyente y no creyente, es muy pertinente. Por qué el jubileo alcanza a quien lo busca y la Gracia le encuentra, por ello los cristianos vigilan el Adviento. Habría que empezar diciendo que el cristianismo distingue unas virtudes especialmente importantes, que son la teologales, las que refieren directamente a Dios, por lo que superan en importancia a las demás. Son Fe, Esperanza y Caridad.

Teológicamente y poniéndolas en relación, aunque a muchos pueda sorprender, la Fe sería la menos importante por ser la más evidente, la que más fácilmente se nos presenta, porque la persona necesita de ella; la Caridad sería también poco relevante, por su simplicidad y por ser parte integrante de la persona el amar.

Todo esto convierte a la Esperanza en la virtud que más dificultades tiene, pues forma parte del misterio fundamental en la relación que Dios mantendría con sus criaturas humanas. Los musulmanes dicen “Actúa en este mundo como si fueras a vivir eternamente, y para el otro mundo como si fueras a morir mañana”. Las virtudes se reflejan en nuestros actos, nuestra acción diaria, en nuestro desarrollo como personas. Es en ese actuar en el que deben ser visibles, y en el caso de las teologales, siempre. Dios consideraría que no tiene mérito demostrarle nuestra Fe porque es algo tan evidente que no alcanza tanto valor como que se visibilice nuestra Caridad, nuestro amor por los demás. Es la visibilización de la Esperanza lo que a Dios más le admiraría de las personas, esa virtud que le sería más preciada; ser capaz de hacer con la perspectiva que podría dar la eternidad, pero sin pausa, sin perder de vista nuestra finitud. Pero evidentemente esa acción se presenta hacia Dios (hacia el otro mundo) y hacia las personas (este mundo), y ahí están Fe y Caridad. Hoy estamos hablando aquí de Caridad y de los misericordiosos; como también dice el Islam “a estos Dios les concedió su Caridad; ejercedla en todos los de este mundo y será ejercida en vosotros por Aquel que está en el Cielo”. Es muy simple, ¿verdad? Pero ¿y para quien no aparenta tener Fe? ¿Qué fundamento tienen aquellos que no basan su acción en la trascendencia? Aquí la influencia al Quijote. Se trata de una novela, sí, pero en una época y un lugar en los que pensar y expresar lo que se pensaba a las claras significaba la cárcel o la muerte. Así decidió mostrar Cervantes sus pensamientos a través de un par de personajes complementarios y singulares que nos llenan de enseñanzas a lo largo de sus páginas. Pero ahora quisiera destacar aquellas en las que Don Quijote intenta transmitir a Sancho las buenas virtudes para el gobierno de la Ínsula Barataria. De ellas traigo aquí estas: “Al culpado que cayere debajo de tu jurisdicción, considérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente; porque aunque los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro ver, el de la misericordia que el de la justicia.” La inclusión de una virtud tan extraña a la justicia, viene a rubricar los consejos de buen gobierno que la locura de Don Quijote da para la pantomima de Sancho. Pero hay que hacer notar una diferencia notable en el caso de la Ínsula Barataria. Ésta proviene de un engaño, no de la imaginación de Alonso Quijano; y será de esa situación tragicómica de donde Sancho tomará medida de las injusticias de aquellos que se burlan de la aparente sin-razón. Porque con el simple entendimiento tendemos a escondernos tras las leyes y normas, dejando el sentido común del Bien aparte. Esto es Misericordia como clave de la Justicia, el amor puesto en juego para guiar las decisiones, una apuesta por la persona sin condiciones, una apuesta que se hace desde el convencimiento de que la persona es algo fundamental, y está por encima de cualquier otra consideración. La impresión, es que desde ahí se puede llegar a la Fe, al igual que desde la Fe se llega a la conclusión de que la Caridad es la regla para nuestros actos. Claro que aquí nos encontramos con un inconveniente en el mundo occidental cristiano, y es la perversión de las palabras, el cambio semántico de los conceptos que obliga a su revisión continua, para evitar que se haga un uso de ellas erróneo. Así, la caridad ha quedado reducida al acto de entregar una cantidad de dinero o cosas a quienes puedan necesitarlo, y la misericordia a un sentimiento de lástima por el otro. Obviamente si queremos establecer puentes de comunicación entre nuestras formas de entender el mundo, debemos hacerlo con una claridad diáfana en los conceptos. Para eso son muy necesarias personas que actúen en la frontera, con una visión de conjunto, que posibiliten y generen el diálogo intercultural, y por tanto la comunicación en sentido estricto entre las culturas. Comunicar no es sólo informar, es que el fluido cultural viaje de un contexto a otro y sea asimilado; de esta manera podemos comprender al otro. “Felices son los misericordiosos, puesto que a ellos se les mostrará misericordia, Jesús de Nazaret”. @ArellanoRabiela

Quijote y misericordia

Extremelygod, realizó una investigación me parece interesante sobre el Quijote y Misericordia: Más allá de la Justicia y la Compasión, señal de Esperanza. Al hablar de la misericordia, lo que significa y de sus implicaciones desde el punto de vista creyente y no creyente, es muy pertinente. Por qué el jubileo alcanza a quien lo busca y la Gracia le encuentra, por ello los cristianos vigilan el Adviento. Habría que empezar diciendo que el cristianismo distingue unas virtudes especialmente importantes, que son la teologales, las que refieren directamente a Dios, por lo que superan en importancia a las demás. Son Fe, Esperanza y Caridad.

Teológicamente y poniéndolas en relación, aunque a muchos pueda sorprender, la Fe sería la menos importante por ser la más evidente, la que más fácilmente se nos presenta, porque la persona necesita de ella; la Caridad sería también poco relevante, por su simplicidad y por ser parte integrante de la persona el amar.

Todo esto convierte a la Esperanza en la virtud que más dificultades tiene, pues forma parte del misterio fundamental en la relación que Dios mantendría con sus criaturas humanas. Los musulmanes dicen “Actúa en este mundo como si fueras a vivir eternamente, y para el otro mundo como si fueras a morir mañana”. Las virtudes se reflejan en nuestros actos, nuestra acción diaria, en nuestro desarrollo como personas. Es en ese actuar en el que deben ser visibles, y en el caso de las teologales, siempre. Dios consideraría que no tiene mérito demostrarle nuestra Fe porque es algo tan evidente que no alcanza tanto valor como que se visibilice nuestra Caridad, nuestro amor por los demás. Es la visibilización de la Esperanza lo que a Dios más le admiraría de las personas, esa virtud que le sería más preciada; ser capaz de hacer con la perspectiva que podría dar la eternidad, pero sin pausa, sin perder de vista nuestra finitud. Pero evidentemente esa acción se presenta hacia Dios (hacia el otro mundo) y hacia las personas (este mundo), y ahí están Fe y Caridad. Hoy estamos hablando aquí de Caridad y de los misericordiosos; como también dice el Islam “a estos Dios les concedió su Caridad; ejercedla en todos los de este mundo y será ejercida en vosotros por Aquel que está en el Cielo”. Es muy simple, ¿verdad? Pero ¿y para quien no aparenta tener Fe? ¿Qué fundamento tienen aquellos que no basan su acción en la trascendencia? Aquí la influencia al Quijote. Se trata de una novela, sí, pero en una época y un lugar en los que pensar y expresar lo que se pensaba a las claras significaba la cárcel o la muerte. Así decidió mostrar Cervantes sus pensamientos a través de un par de personajes complementarios y singulares que nos llenan de enseñanzas a lo largo de sus páginas. Pero ahora quisiera destacar aquellas en las que Don Quijote intenta transmitir a Sancho las buenas virtudes para el gobierno de la Ínsula Barataria. De ellas traigo aquí estas: “Al culpado que cayere debajo de tu jurisdicción, considérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente; porque aunque los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro ver, el de la misericordia que el de la justicia.” La inclusión de una virtud tan extraña a la justicia, viene a rubricar los consejos de buen gobierno que la locura de Don Quijote da para la pantomima de Sancho. Pero hay que hacer notar una diferencia notable en el caso de la Ínsula Barataria. Ésta proviene de un engaño, no de la imaginación de Alonso Quijano; y será de esa situación tragicómica de donde Sancho tomará medida de las injusticias de aquellos que se burlan de la aparente sin-razón. Porque con el simple entendimiento tendemos a escondernos tras las leyes y normas, dejando el sentido común del Bien aparte. Esto es Misericordia como clave de la Justicia, el amor puesto en juego para guiar las decisiones, una apuesta por la persona sin condiciones, una apuesta que se hace desde el convencimiento de que la persona es algo fundamental, y está por encima de cualquier otra consideración. La impresión, es que desde ahí se puede llegar a la Fe, al igual que desde la Fe se llega a la conclusión de que la Caridad es la regla para nuestros actos. Claro que aquí nos encontramos con un inconveniente en el mundo occidental cristiano, y es la perversión de las palabras, el cambio semántico de los conceptos que obliga a su revisión continua, para evitar que se haga un uso de ellas erróneo. Así, la caridad ha quedado reducida al acto de entregar una cantidad de dinero o cosas a quienes puedan necesitarlo, y la misericordia a un sentimiento de lástima por el otro. Obviamente si queremos establecer puentes de comunicación entre nuestras formas de entender el mundo, debemos hacerlo con una claridad diáfana en los conceptos. Para eso son muy necesarias personas que actúen en la frontera, con una visión de conjunto, que posibiliten y generen el diálogo intercultural, y por tanto la comunicación en sentido estricto entre las culturas. Comunicar no es sólo informar, es que el fluido cultural viaje de un contexto a otro y sea asimilado; de esta manera podemos comprender al otro. “Felices son los misericordiosos, puesto que a ellos se les mostrará misericordia, Jesús de Nazaret”. @ArellanoRabiela