/ lunes 4 de marzo de 2019

La salud entre dibujos y garabatos

La gente común no distingue entre el dibujo y el garabato; ni entre la poesía, los pies de ritmo, el verso blanco, el verso libre y el timo del 95% de los poetas actuales de escribir prosa para acomodarlo en líneas sin ton ni son y llamarlo poesía; así como tampoco saben la diferencia entre una incubadora y un casco cefálico. Los individuos soeces e ignorantes se dejan llevar solo por una imagen y un pie de página sin conocer o investigar más a fondo el asunto.

Ese fue el caso de Claudia Pavlovich, la gobernadora de Sonora, quien en cuanto miró la publicación de un garrafón utilizado como casco cefálico para salvar la vida de una recién nacida, similar a La Reina Roja de Alicia en el País de las Maravillas, exigió la cabeza de la directora del Hospital Comunitario Magdalena de Quino.

Sin ninguna investigación de por medio tuiteo:

“Es inadmisible lo ocurrido en el Hospital Comunitario de #Magdalena. Por esa razón y en tanto se realizan las investigaciones de lo sucedido, he girado estas instrucciones:

1) Que se separe de manera inmediata del cargo a la directora de dicho Hospital”.

Cuando ellos (los políticos), son los causantes del desabasto en los nosocomios de sus estados.


No pude evitar recordar la reacción del anterior delegado del IMSS Guanajuato, luego de que anunció la destitución de varios trabajadores, posterior a una muerte materno fetal en el Hospital General de Irapuato, ocasionada por la carencia de personal y la sobrecarga de trabajo, exhibiendo y culpando sin embargo a médicos y jefes de servicio de manera injustificada en una conferencia de prensa donde habló sin morderse la lengua, de las medidas punitivas para salvarse el pellejo y proteger a su jefe de personal y al de supervisión delegacional.

Cuando era director en el IMSS, me tocó recibir a los parientes de una niña de 13 años quien requirió la amputación de la pierna izquierda luego de una fractura expuesta que sufrió al ir en sentido contrario y chocar en su motocicleta contra un automóvil, donde dejó la tibia y el peroné en el pavimento. Cuando me cuestionaron sobre la culpa de mi personal por no haberle salvado la extremidad (seguramente aconsejados por algún abogado), me limité a recordarles que antes que cualquier médico, había tres responsables principales: quien le había comprado a una niña de 13 años una motocicleta, en segundo lugar, el automovilista que la atropelló y finalmente, el municipio que permite la circulación de motocicletas manejadas por menores de edad sin la debida protección ni precaución. —y párenle de contar—les dije molesto por la tentativa de obtener beneficio económico de una tragedia. Obvio que me denunciaron en Derechos Humanos por supuesta “insensibilidad” (decir la verdad lo consideran maltrato), y de la delegación me cuestionaron por no poner a mi personal a su disposición para ser cesado a través del departamento de investigaciones laborales. Afortunadamente el incidente no escaló a más conmigo porque al que le exprimieron hasta el último centavo fue al desafortunado automovilista que la tiró accidentalmente por una imprudencia de los padres.

¿Quieren otra historia?:

Me sancionaron por enviar de emergencia a terapia neonatal a un recién nacido con sepsis (infección en la sangre), hijo de derechohabientes, y quien no había sido de alta en el IMSS porque acababa de nacer (obvio), y debido a que por falta de cobertura de personal no había nadie en la oficina administrativa para que registrara al bebé en el sistema (el titular estaba incapacitado). Aún le debo al IMSS 3 días de terapia neonatal y la ambulancia en la que se trasladó el pequeño, quien afortunadamente goza de cabal salud y cuyos padres me están muy agradecidos por haberle salvado la vida poniendo mi trabajo en riesgo al no sométeme a las ridiculeces de las “desviaciones administrativas” a través de las que suelen sancionarnos.

Y como estas puedo platicar muchas otras anécdotas que dejarían sin espacio un diario o un blog completo, pero la última indiscreción se la voy a platicar a mi nuevo jefe el Lic Germán Martínez, ahora que están auditando todas las áreas del IMSS: en el sexenio pasado, a los directores de hospital nos obligaban a firmar como administradores de todos los contratos (material de osteosíntesis, hemodiálisis, diálisis peritoneal, etc, etc, etc, sin siquiera saber cómo se licitaban dichos contratos, y sin tomarnos en cuenta, cómo no fuera para plasmar nuestras firmas. Por eso, como dijo Rosario Robles “a mi que me comprueben que firme algo”. Los mandos medios del IMSS lo saben, ni a nivel central o delegacional asumen responsabilidad alguna, y envían al equipo de supervisión contra los más subversivos para intimidarlos y que guarden silencio. Por eso el año pasado, solo en la delegación Guanajuato, desertaron más del 50% de los directores de segundo nivel (algunos hasta con 18 años de antigüedad en el puesto de confianza) por dignidad, ante los embates y amenazas del equipo de supervisión, a cuyo líder (ahora escondido tras un supuesto accidente), le gustaba patear a los perros cuando los miraba amarrados, pero ahora ni se les acerca una vez que se los sueltan. Bien decía un amado tío quien fue muchos años director del Hospital Juárez de México: si quieres un tirano a tu favor para que te haga el trabajo sucio, dale el poder al mas débil y cobarde, pero cuídate mucho de él, porque su miseria moral se engrandecerá a la par de su ego.

Ahora ha salido a la luz lo que ya todos sabíamos: el daño patrimonial al instituto y a la salud de los derechohabientes por los contratos subrogados de diálisis, hemodiálisis y lo que es peor: bancos de sangre que operaron en total opacidad e incluso fueron causantes de infecciones graves y que ya se les conoce como el Cártel de la sangre..

Deberían investigar bajo qué premisa González Anaya y Mikel Arriola Pañalosa desmantelaron los bancos de sangre de los hospitales del IMSS y luego los subrogaron.

Por eso entiendo que la directora del hospital de Magdalena de Kino Sonora fue la menos culpable al improvisar un casco cefálico. Si alguien debió renunciar fue la misma gobernadora. Los que ya estuvimos del lado de la barda en la que está el perro amarrado lo entendemos, y solo esperamos que nos aflojen la correa un poco para poder morder luego de que nos calentaron el hocico por años.

La gente común no distingue entre el dibujo y el garabato; ni entre la poesía, los pies de ritmo, el verso blanco, el verso libre y el timo del 95% de los poetas actuales de escribir prosa para acomodarlo en líneas sin ton ni son y llamarlo poesía; así como tampoco saben la diferencia entre una incubadora y un casco cefálico. Los individuos soeces e ignorantes se dejan llevar solo por una imagen y un pie de página sin conocer o investigar más a fondo el asunto.

Ese fue el caso de Claudia Pavlovich, la gobernadora de Sonora, quien en cuanto miró la publicación de un garrafón utilizado como casco cefálico para salvar la vida de una recién nacida, similar a La Reina Roja de Alicia en el País de las Maravillas, exigió la cabeza de la directora del Hospital Comunitario Magdalena de Quino.

Sin ninguna investigación de por medio tuiteo:

“Es inadmisible lo ocurrido en el Hospital Comunitario de #Magdalena. Por esa razón y en tanto se realizan las investigaciones de lo sucedido, he girado estas instrucciones:

1) Que se separe de manera inmediata del cargo a la directora de dicho Hospital”.

Cuando ellos (los políticos), son los causantes del desabasto en los nosocomios de sus estados.


No pude evitar recordar la reacción del anterior delegado del IMSS Guanajuato, luego de que anunció la destitución de varios trabajadores, posterior a una muerte materno fetal en el Hospital General de Irapuato, ocasionada por la carencia de personal y la sobrecarga de trabajo, exhibiendo y culpando sin embargo a médicos y jefes de servicio de manera injustificada en una conferencia de prensa donde habló sin morderse la lengua, de las medidas punitivas para salvarse el pellejo y proteger a su jefe de personal y al de supervisión delegacional.

Cuando era director en el IMSS, me tocó recibir a los parientes de una niña de 13 años quien requirió la amputación de la pierna izquierda luego de una fractura expuesta que sufrió al ir en sentido contrario y chocar en su motocicleta contra un automóvil, donde dejó la tibia y el peroné en el pavimento. Cuando me cuestionaron sobre la culpa de mi personal por no haberle salvado la extremidad (seguramente aconsejados por algún abogado), me limité a recordarles que antes que cualquier médico, había tres responsables principales: quien le había comprado a una niña de 13 años una motocicleta, en segundo lugar, el automovilista que la atropelló y finalmente, el municipio que permite la circulación de motocicletas manejadas por menores de edad sin la debida protección ni precaución. —y párenle de contar—les dije molesto por la tentativa de obtener beneficio económico de una tragedia. Obvio que me denunciaron en Derechos Humanos por supuesta “insensibilidad” (decir la verdad lo consideran maltrato), y de la delegación me cuestionaron por no poner a mi personal a su disposición para ser cesado a través del departamento de investigaciones laborales. Afortunadamente el incidente no escaló a más conmigo porque al que le exprimieron hasta el último centavo fue al desafortunado automovilista que la tiró accidentalmente por una imprudencia de los padres.

¿Quieren otra historia?:

Me sancionaron por enviar de emergencia a terapia neonatal a un recién nacido con sepsis (infección en la sangre), hijo de derechohabientes, y quien no había sido de alta en el IMSS porque acababa de nacer (obvio), y debido a que por falta de cobertura de personal no había nadie en la oficina administrativa para que registrara al bebé en el sistema (el titular estaba incapacitado). Aún le debo al IMSS 3 días de terapia neonatal y la ambulancia en la que se trasladó el pequeño, quien afortunadamente goza de cabal salud y cuyos padres me están muy agradecidos por haberle salvado la vida poniendo mi trabajo en riesgo al no sométeme a las ridiculeces de las “desviaciones administrativas” a través de las que suelen sancionarnos.

Y como estas puedo platicar muchas otras anécdotas que dejarían sin espacio un diario o un blog completo, pero la última indiscreción se la voy a platicar a mi nuevo jefe el Lic Germán Martínez, ahora que están auditando todas las áreas del IMSS: en el sexenio pasado, a los directores de hospital nos obligaban a firmar como administradores de todos los contratos (material de osteosíntesis, hemodiálisis, diálisis peritoneal, etc, etc, etc, sin siquiera saber cómo se licitaban dichos contratos, y sin tomarnos en cuenta, cómo no fuera para plasmar nuestras firmas. Por eso, como dijo Rosario Robles “a mi que me comprueben que firme algo”. Los mandos medios del IMSS lo saben, ni a nivel central o delegacional asumen responsabilidad alguna, y envían al equipo de supervisión contra los más subversivos para intimidarlos y que guarden silencio. Por eso el año pasado, solo en la delegación Guanajuato, desertaron más del 50% de los directores de segundo nivel (algunos hasta con 18 años de antigüedad en el puesto de confianza) por dignidad, ante los embates y amenazas del equipo de supervisión, a cuyo líder (ahora escondido tras un supuesto accidente), le gustaba patear a los perros cuando los miraba amarrados, pero ahora ni se les acerca una vez que se los sueltan. Bien decía un amado tío quien fue muchos años director del Hospital Juárez de México: si quieres un tirano a tu favor para que te haga el trabajo sucio, dale el poder al mas débil y cobarde, pero cuídate mucho de él, porque su miseria moral se engrandecerá a la par de su ego.

Ahora ha salido a la luz lo que ya todos sabíamos: el daño patrimonial al instituto y a la salud de los derechohabientes por los contratos subrogados de diálisis, hemodiálisis y lo que es peor: bancos de sangre que operaron en total opacidad e incluso fueron causantes de infecciones graves y que ya se les conoce como el Cártel de la sangre..

Deberían investigar bajo qué premisa González Anaya y Mikel Arriola Pañalosa desmantelaron los bancos de sangre de los hospitales del IMSS y luego los subrogaron.

Por eso entiendo que la directora del hospital de Magdalena de Kino Sonora fue la menos culpable al improvisar un casco cefálico. Si alguien debió renunciar fue la misma gobernadora. Los que ya estuvimos del lado de la barda en la que está el perro amarrado lo entendemos, y solo esperamos que nos aflojen la correa un poco para poder morder luego de que nos calentaron el hocico por años.

ÚLTIMASCOLUMNAS
lunes 11 de marzo de 2024

Rencor

Víctor Hugo Pérez Nieto

lunes 12 de febrero de 2024

Verdad

Víctor Hugo Pérez Nieto

miércoles 20 de diciembre de 2023

Hartazgo

Víctor Hugo Pérez Nieto

miércoles 06 de diciembre de 2023

Márinka

Víctor Hugo Pérez Nieto

miércoles 15 de noviembre de 2023

El Lunes

Víctor Hugo Pérez Nieto

Cargar Más