/ lunes 8 de abril de 2024

Nuestra Celaya y la violencia

¿Cómo era identificada nuestra ciudad en todo México?, “La dulce Celaya”, “La ciudad de la cajeta” y en realidad todos los visitantes buscaban el delicioso manjar de leche de cabra elaborado, en cazo de cobre, para llevarlo a todos los rumbos de la república.

En derredor de la estación del tren se podían encontrar pequeñas fábricas y expendios en donde se adquiría la cajita de madera con el exquisito dulce fabricado por manos laboriosas.

Y no es que hoy no se encuentre tan rica golosina, sin duda las familias que la han fabricado durante décadas tratan de que no se pierda la tradición de su elaboración y venta.

La paz de la ciudad y sus comunidades era otra de las características, las sillas y mecedoras afuera de la casa, las conversaciones con los vecinos, sobre todo en el verano cuando arreciaba el calor, la cotidianidad era de olor a pan que abría el apetito o de la venta de cena.

Hoy debemos guardarnos temprano y estar pendientes de los que salieron de casa y no han regresado.

Dónde fue la balacera, qué dicen las noticias, cuántos murieron ayer.

¿Qué intereses provocan esta situación?, ¿Quiénes nos quitan la paz?

Son preguntas de la población, que se conectan con las experiencias propias o con las sucedidas a seres cercanos.

No existe confianza en la Policía Municipal y menos en los integrantes de ella, provenientes del antiguo y extinto cuerpo de la Policía Federal. Ellos son los primeros respondientes ante el llamado de la población por un delito y la FSPE.

La creación de la Guardia Nacional y su presencia unida a la del Ejército Mexicano vienen a apoyar la seguridad, pero no es suficiente.

La falta de coordinación entre las fuerzas locales y las federales es notoria, las mesas de paz, donde deberían estar las cabezas del gobierno municipal para conocer lo que día a día sucede mediante informes precisos, con la finalidad de crear estrategias y echar a andar los cuerpos de inteligencia e investigación, no existen.

No hay protocolos que se cumplan para abatir los delitos graves, sólo la población se estremece ante cada suceso.

Ahora, con el asesinato de la candidata de Morena a la presidencia municipal de Celaya, Gisela Gaitán y los asesinados de cada día, Celaya se conoce no solo por su rico dulce, sino por ser el municipio más violento de México.

Algo tendrá qué suceder, porque hay un dicho popular que dice, “No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”.

Siempre habrá esperanza.

¿Cómo era identificada nuestra ciudad en todo México?, “La dulce Celaya”, “La ciudad de la cajeta” y en realidad todos los visitantes buscaban el delicioso manjar de leche de cabra elaborado, en cazo de cobre, para llevarlo a todos los rumbos de la república.

En derredor de la estación del tren se podían encontrar pequeñas fábricas y expendios en donde se adquiría la cajita de madera con el exquisito dulce fabricado por manos laboriosas.

Y no es que hoy no se encuentre tan rica golosina, sin duda las familias que la han fabricado durante décadas tratan de que no se pierda la tradición de su elaboración y venta.

La paz de la ciudad y sus comunidades era otra de las características, las sillas y mecedoras afuera de la casa, las conversaciones con los vecinos, sobre todo en el verano cuando arreciaba el calor, la cotidianidad era de olor a pan que abría el apetito o de la venta de cena.

Hoy debemos guardarnos temprano y estar pendientes de los que salieron de casa y no han regresado.

Dónde fue la balacera, qué dicen las noticias, cuántos murieron ayer.

¿Qué intereses provocan esta situación?, ¿Quiénes nos quitan la paz?

Son preguntas de la población, que se conectan con las experiencias propias o con las sucedidas a seres cercanos.

No existe confianza en la Policía Municipal y menos en los integrantes de ella, provenientes del antiguo y extinto cuerpo de la Policía Federal. Ellos son los primeros respondientes ante el llamado de la población por un delito y la FSPE.

La creación de la Guardia Nacional y su presencia unida a la del Ejército Mexicano vienen a apoyar la seguridad, pero no es suficiente.

La falta de coordinación entre las fuerzas locales y las federales es notoria, las mesas de paz, donde deberían estar las cabezas del gobierno municipal para conocer lo que día a día sucede mediante informes precisos, con la finalidad de crear estrategias y echar a andar los cuerpos de inteligencia e investigación, no existen.

No hay protocolos que se cumplan para abatir los delitos graves, sólo la población se estremece ante cada suceso.

Ahora, con el asesinato de la candidata de Morena a la presidencia municipal de Celaya, Gisela Gaitán y los asesinados de cada día, Celaya se conoce no solo por su rico dulce, sino por ser el municipio más violento de México.

Algo tendrá qué suceder, porque hay un dicho popular que dice, “No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”.

Siempre habrá esperanza.