/ lunes 30 de julio de 2018

¿PASARÁ ELVIRA EL EXÁMEN?

La idea de Seguridad Pública ha cambiado conforme la ciudad de Celaya se agigantó y complicó. En esencia las causas de la inseguridad son las mismas ahora que a finales del siglo pasado, pero su gestación y expresión adquieren matices diferentes en cada una de las etapas de la vida citadina, por lo general consientes con los periodos gubernamentales.

Traigo a cuento lo anterior porque en unos días (semanas), más la señora Elvira Paniagua Rodríguez tomará posesión de su cargo de presidenta Municipal, responsabilidad difícil, imposible de cumplir según muchos. En el caso de Celaya Guanajuato, los efectos agresivos que experimentan sus habitantes se han centuplicado, y la violencia social esté incrementada exponencialmente. Si a lo anterior unimos el hecho de que el municipio de Celaya tiene una vigilancia policial inútil y corrupta, una administración de justicia que promueve la impunidad de los que tiene suficiente dinero o influencias para comparar cualquier servidor público, sin importar su rango jerárquico, comprobaremos que Celaya es una ciudad caótica, peligrosa que promueve la transgresión de todas las leyes y que favorece el retorno a la justicia propia mano y la paranoia citadina.

El miedo y la anarquía son malos consejeros cuando se trata de guardar y hacer guardar las leyes con las que se garantizan la disciplina social. La prensa diaria ha señalado repetidamente que la policía de “la ciudad mundial de la cajeta”, solo puede dar seguimiento legal a menos del 10 por ciento de las demandas hechas por la ciudadanía; nueve de cada cien casos son atendidos. De todos, en casi el 5 por ciento se lleva a cabo la orden de aprehensión correspondiente con el fin de entablar un juicio que establezca la responsabilidad o no del acusado en la comisión de un delito determinado.

Unido a lo anterior, encontramos el hecho peregrino de que el recurso de amparo, en la práctica, es usado como antídoto contra la administración de la justicia. Dicho recurso, al suspender la acción de la justicia, parecería servir como una forma de evadirla, de burlar su acción protectora de la sociedad, y de escamotear el castigo correspondiente a la falta cometida. Los ejemplos cotidianos son imposible de citar pues necesitaríamos toda la acción de opinión-Análisis para hacer una breve reseña de los mismos.

También hay que tener en cuenta que el amparo es un recurso legal que protege a la ciudad no en contra de una aplicación errónea o inadecuada de la ley, pero no deja de ser interesante que esta ciudad sea el campeón en idear un recurso legal cuyo espíritu es protegernos de las distorsiones en la aplicación de la ley. Es obvio que sólo nos protegemos de aquello que consideramos potencialmente dañino o peligroso de lo contrario no requerimos de ningún tipo de defensa.

Hoy por hoy, la policía celayense en todas y cada una de sus modalidades administrativas y funcionales parecen más una dependencia de un zoológico en más de un sentido los “mordelones” por ejemplo que cuida de la ciudadanía y otro tipo de aves predadoras que la conforman. La intervención del Ejército sólo ha empeorado las cosas. Es previsible que a si sucediera cuando se pide ayuda de gente que no piensa, a sujetos entrenados para obedecer ciegamente a cualquier barbaridad que se les ocurra a los mandos superiores, sin importar su falta de racionalidad de humanidad o ética.

Elvira Paniagua, ganadora absoluta del premio menos envidiado por esta vez, del que yo tenga memoria, tiene difícil cometido prometido en su campaña; mostrar su capacidad de líder para hacer retomar la salud social a la vida de la ciudad de Celaya y la tranquilidad para sus ciudadanos. Dado que la agresión imperante en la ciudad no puede ser disminuida por el mero hecho de que la reducción brutal del espacio vital que necesita cada individuo ha sido rebasado desde hace muchos años (lo que por sí mismo provoca el incremento de las respuestas violentas, sólo queda instrumentar un control externo que lejos de favorecer su libre expresión (que lleva a la anarquía que padecemos) reinstale la norma social perdida cuyo dictado nos advierte que la libertad personal para la expresión de las pulsiones encuentre su límite natural en el derecho de otro.

Este control externo sólo  puede ser ejercido por una institución policial ética y respetuosa de la ley.  Desgraciadamente, la ciudad de Celaya tiene una de las policías con mayor deformación ética deterioro moral y corrupción administrativa del mundo. Su situación no admite ni paliativos, ni remedios. A grandes males grandes remedios: sólo cambiando en su totalidad la institución policial puede pensarse en un cambio saludable para la ciudad, solo una reforma radical del sistema judicial puede restablecer el estado de derecho, sólo un par calzones bien puestos, señora Paniagua, puede llevar a cabo el cambio que la ciudad necesita y merece.

El otro problema a resolver será el del destino laboral de esas decenas de cientos de elementos que uniformados, se han acostumbrado a vivir del delito, de agentes de ministerio público que sólo saben trabajar desde la productiva fórmula de “ahí te dejo a su criterio, jefe”, de jueces que parecen estar exhibiéndose en los aparadores de una tienda departamental para que los compre quien tenga el suficiente dinero.

En unos días, Elvira Paniagua Rodríguez (Salva terrense) tendrá la oportunidad de manifestarse (Celayense) ante la ciudadanía como posibilidad de un cambio, no podrá demostrar empezando por su propia persona y actividad política, que no sólo es panista con otro uniforme sino una señora-dama que ha renovado sus ideas y su forma de ejercer la política.

Cuenta su favor con deseo de la población de ver una nueva funcionaria pública al servicio de la gente y no de su bolsillo, de una presidenta municipal que sepa jugársela como persona en el desempeño de su tarea, y que sepa poner sus atributos sobre la mesa a la hora de las grandes soluciones… al Sol

TRAPITOS… al Sol

Los Celayense como toda la gente normal, están con sus necesidades. Por eso, además de menos corrupción, esperan mayor seguridad pública, mejor transporte, menos trámites burocráticos, predial y agua con cobros más accesibles, mejores pavimentos en calles. Eso y no milagros ni los discursos de autoelogios, es lo que forja la imagen del éxito o el fracaso de un gobierno… al Sol

La idea de Seguridad Pública ha cambiado conforme la ciudad de Celaya se agigantó y complicó. En esencia las causas de la inseguridad son las mismas ahora que a finales del siglo pasado, pero su gestación y expresión adquieren matices diferentes en cada una de las etapas de la vida citadina, por lo general consientes con los periodos gubernamentales.

Traigo a cuento lo anterior porque en unos días (semanas), más la señora Elvira Paniagua Rodríguez tomará posesión de su cargo de presidenta Municipal, responsabilidad difícil, imposible de cumplir según muchos. En el caso de Celaya Guanajuato, los efectos agresivos que experimentan sus habitantes se han centuplicado, y la violencia social esté incrementada exponencialmente. Si a lo anterior unimos el hecho de que el municipio de Celaya tiene una vigilancia policial inútil y corrupta, una administración de justicia que promueve la impunidad de los que tiene suficiente dinero o influencias para comparar cualquier servidor público, sin importar su rango jerárquico, comprobaremos que Celaya es una ciudad caótica, peligrosa que promueve la transgresión de todas las leyes y que favorece el retorno a la justicia propia mano y la paranoia citadina.

El miedo y la anarquía son malos consejeros cuando se trata de guardar y hacer guardar las leyes con las que se garantizan la disciplina social. La prensa diaria ha señalado repetidamente que la policía de “la ciudad mundial de la cajeta”, solo puede dar seguimiento legal a menos del 10 por ciento de las demandas hechas por la ciudadanía; nueve de cada cien casos son atendidos. De todos, en casi el 5 por ciento se lleva a cabo la orden de aprehensión correspondiente con el fin de entablar un juicio que establezca la responsabilidad o no del acusado en la comisión de un delito determinado.

Unido a lo anterior, encontramos el hecho peregrino de que el recurso de amparo, en la práctica, es usado como antídoto contra la administración de la justicia. Dicho recurso, al suspender la acción de la justicia, parecería servir como una forma de evadirla, de burlar su acción protectora de la sociedad, y de escamotear el castigo correspondiente a la falta cometida. Los ejemplos cotidianos son imposible de citar pues necesitaríamos toda la acción de opinión-Análisis para hacer una breve reseña de los mismos.

También hay que tener en cuenta que el amparo es un recurso legal que protege a la ciudad no en contra de una aplicación errónea o inadecuada de la ley, pero no deja de ser interesante que esta ciudad sea el campeón en idear un recurso legal cuyo espíritu es protegernos de las distorsiones en la aplicación de la ley. Es obvio que sólo nos protegemos de aquello que consideramos potencialmente dañino o peligroso de lo contrario no requerimos de ningún tipo de defensa.

Hoy por hoy, la policía celayense en todas y cada una de sus modalidades administrativas y funcionales parecen más una dependencia de un zoológico en más de un sentido los “mordelones” por ejemplo que cuida de la ciudadanía y otro tipo de aves predadoras que la conforman. La intervención del Ejército sólo ha empeorado las cosas. Es previsible que a si sucediera cuando se pide ayuda de gente que no piensa, a sujetos entrenados para obedecer ciegamente a cualquier barbaridad que se les ocurra a los mandos superiores, sin importar su falta de racionalidad de humanidad o ética.

Elvira Paniagua, ganadora absoluta del premio menos envidiado por esta vez, del que yo tenga memoria, tiene difícil cometido prometido en su campaña; mostrar su capacidad de líder para hacer retomar la salud social a la vida de la ciudad de Celaya y la tranquilidad para sus ciudadanos. Dado que la agresión imperante en la ciudad no puede ser disminuida por el mero hecho de que la reducción brutal del espacio vital que necesita cada individuo ha sido rebasado desde hace muchos años (lo que por sí mismo provoca el incremento de las respuestas violentas, sólo queda instrumentar un control externo que lejos de favorecer su libre expresión (que lleva a la anarquía que padecemos) reinstale la norma social perdida cuyo dictado nos advierte que la libertad personal para la expresión de las pulsiones encuentre su límite natural en el derecho de otro.

Este control externo sólo  puede ser ejercido por una institución policial ética y respetuosa de la ley.  Desgraciadamente, la ciudad de Celaya tiene una de las policías con mayor deformación ética deterioro moral y corrupción administrativa del mundo. Su situación no admite ni paliativos, ni remedios. A grandes males grandes remedios: sólo cambiando en su totalidad la institución policial puede pensarse en un cambio saludable para la ciudad, solo una reforma radical del sistema judicial puede restablecer el estado de derecho, sólo un par calzones bien puestos, señora Paniagua, puede llevar a cabo el cambio que la ciudad necesita y merece.

El otro problema a resolver será el del destino laboral de esas decenas de cientos de elementos que uniformados, se han acostumbrado a vivir del delito, de agentes de ministerio público que sólo saben trabajar desde la productiva fórmula de “ahí te dejo a su criterio, jefe”, de jueces que parecen estar exhibiéndose en los aparadores de una tienda departamental para que los compre quien tenga el suficiente dinero.

En unos días, Elvira Paniagua Rodríguez (Salva terrense) tendrá la oportunidad de manifestarse (Celayense) ante la ciudadanía como posibilidad de un cambio, no podrá demostrar empezando por su propia persona y actividad política, que no sólo es panista con otro uniforme sino una señora-dama que ha renovado sus ideas y su forma de ejercer la política.

Cuenta su favor con deseo de la población de ver una nueva funcionaria pública al servicio de la gente y no de su bolsillo, de una presidenta municipal que sepa jugársela como persona en el desempeño de su tarea, y que sepa poner sus atributos sobre la mesa a la hora de las grandes soluciones… al Sol

TRAPITOS… al Sol

Los Celayense como toda la gente normal, están con sus necesidades. Por eso, además de menos corrupción, esperan mayor seguridad pública, mejor transporte, menos trámites burocráticos, predial y agua con cobros más accesibles, mejores pavimentos en calles. Eso y no milagros ni los discursos de autoelogios, es lo que forja la imagen del éxito o el fracaso de un gobierno… al Sol

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