/ miércoles 2 de septiembre de 2020

Se Armó el Plan 2020

Sólo fueron 8 meses los que se le desfasaron al gobernador Diego Sinhue en la presentación del plan de obra pública para el estado. Ocho de doce. Lo bueno, lo malo y lo feo: lo bueno es que la presentación no detuvo la inversión o la construcción de diferentes proyectos desde meses atrás, lo malo es que apenas nos venimos a enterar de cuál es el plan de esta administración para los trabajos en todo el estado, lo feo es que el baro para el trabajo de este año es meramente estatal y esto obliga a que tengamos que contratar deuda para no dejar sin trabajo al sector de la construcción.

Todos añoramos aquellos ayeres en que éramos felices pero no lo sabíamos, desde el dólar a 12, las tortillas a 7 y la gasolina a precio suficiente para llenar el tanque, nuestra única preocupación era ver la siguiente comedia del presidente 100% guapo 0% ha leído un libro, Peña Nieto. Pero para nosotros en la industria de la construcción se ha convertido en algo serio. Desde aquellos empresarios que con todo el pesar hemos despedido a su plantilla laboral o hasta aquellos héroes albañiles y chalanes que ahora buscan una entrada de dinero para llevarle a su familia.

El pasado 25 de agosto el INEGI publicó el valor de la producción de las empresas constructoras y el resultado como lo estará haciendo en este momento el informe de AMLI, no pinta nada bien (aunque él tenga otros datos). Y es que de febrero para acá se han perdido más de 76 mil puestos en la industria de la construcción. Pero el problema no se lo podemos echar a la pandemia y es que el sector, así como muchos otros pilares del país, han venido a la baja, en comparación anual en el mes del amor y la amistad, la construcción ya estaba un 15% debajo del año pasado, para que junto a la pésima estrategia en tiempos del COVID, hemos llegado al catastrófico 36%.

Pero Mufasa ya lo decía, la vida es un ciclo y existirán estados que aprenderán a rascarse con sus propias uñas, Guanajuato por ejemplo. Si bien orillados a pedir una deuda de más de 5 mil millones de pesos, de los cuáles se han prestado ya 2750, apoyándose en el incremento de impuestos cedulares y del impuesto sobre nómina del 2 al 2.3%, esto claro, bien planchado y con la venia del empresariado guanajuatense. Pero este impuesto sólo dará un total de 600 a 800 millones de pesos en este año, por lo habrá que echar mano de un préstamo del banco.

Bueno o malo, sólo el tiempo lo dirá, por el momento son 6 mil 500 millones de pesos a invertir en la obra pública en este plan que seguramente abarcará también un tramo del 2021, pero que todos en la construcción pedíamos a gritos. Después de la tormenta perfecta dónde la inversión internacional se frenó entre la chaineada que se le hizo al tratado de libre comercio y la desconfianza de que un dia se levante de malas el presunto presidente de México y cancele alguna otra obra como lo era el NAIM, la austeridad republicana que sólo ha generado más pobres y menos emprendedores y como gota que derramo el vaso la peor crisis económica y sanitaria a nivel mundial. El territorio, esperemos, lo construimos todos.

Sólo fueron 8 meses los que se le desfasaron al gobernador Diego Sinhue en la presentación del plan de obra pública para el estado. Ocho de doce. Lo bueno, lo malo y lo feo: lo bueno es que la presentación no detuvo la inversión o la construcción de diferentes proyectos desde meses atrás, lo malo es que apenas nos venimos a enterar de cuál es el plan de esta administración para los trabajos en todo el estado, lo feo es que el baro para el trabajo de este año es meramente estatal y esto obliga a que tengamos que contratar deuda para no dejar sin trabajo al sector de la construcción.

Todos añoramos aquellos ayeres en que éramos felices pero no lo sabíamos, desde el dólar a 12, las tortillas a 7 y la gasolina a precio suficiente para llenar el tanque, nuestra única preocupación era ver la siguiente comedia del presidente 100% guapo 0% ha leído un libro, Peña Nieto. Pero para nosotros en la industria de la construcción se ha convertido en algo serio. Desde aquellos empresarios que con todo el pesar hemos despedido a su plantilla laboral o hasta aquellos héroes albañiles y chalanes que ahora buscan una entrada de dinero para llevarle a su familia.

El pasado 25 de agosto el INEGI publicó el valor de la producción de las empresas constructoras y el resultado como lo estará haciendo en este momento el informe de AMLI, no pinta nada bien (aunque él tenga otros datos). Y es que de febrero para acá se han perdido más de 76 mil puestos en la industria de la construcción. Pero el problema no se lo podemos echar a la pandemia y es que el sector, así como muchos otros pilares del país, han venido a la baja, en comparación anual en el mes del amor y la amistad, la construcción ya estaba un 15% debajo del año pasado, para que junto a la pésima estrategia en tiempos del COVID, hemos llegado al catastrófico 36%.

Pero Mufasa ya lo decía, la vida es un ciclo y existirán estados que aprenderán a rascarse con sus propias uñas, Guanajuato por ejemplo. Si bien orillados a pedir una deuda de más de 5 mil millones de pesos, de los cuáles se han prestado ya 2750, apoyándose en el incremento de impuestos cedulares y del impuesto sobre nómina del 2 al 2.3%, esto claro, bien planchado y con la venia del empresariado guanajuatense. Pero este impuesto sólo dará un total de 600 a 800 millones de pesos en este año, por lo habrá que echar mano de un préstamo del banco.

Bueno o malo, sólo el tiempo lo dirá, por el momento son 6 mil 500 millones de pesos a invertir en la obra pública en este plan que seguramente abarcará también un tramo del 2021, pero que todos en la construcción pedíamos a gritos. Después de la tormenta perfecta dónde la inversión internacional se frenó entre la chaineada que se le hizo al tratado de libre comercio y la desconfianza de que un dia se levante de malas el presunto presidente de México y cancele alguna otra obra como lo era el NAIM, la austeridad republicana que sólo ha generado más pobres y menos emprendedores y como gota que derramo el vaso la peor crisis económica y sanitaria a nivel mundial. El territorio, esperemos, lo construimos todos.

Sólo fueron 8 meses los que se le desfasaron al gobernador Diego Sinhue en la presentación del plan de obra pública para el estado. Ocho de doce. Lo bueno, lo malo y lo feo: lo bueno es que la presentación no detuvo la inversión o la construcción de diferentes proyectos desde meses atrás, lo malo es que apenas nos venimos a enterar de cuál es el plan de esta administración para los trabajos en todo el estado, lo feo es que el baro para el trabajo de este año es meramente estatal y esto obliga a que tengamos que contratar deuda para no dejar sin trabajo al sector de la construcción.

Todos añoramos aquellos ayeres en que éramos felices pero no lo sabíamos, desde el dólar a 12, las tortillas a 7 y la gasolina a precio suficiente para llenar el tanque, nuestra única preocupación era ver la siguiente comedia del presidente 100% guapo 0% ha leído un libro, Peña Nieto. Pero para nosotros en la industria de la construcción se ha convertido en algo serio. Desde aquellos empresarios que con todo el pesar hemos despedido a su plantilla laboral o hasta aquellos héroes albañiles y chalanes que ahora buscan una entrada de dinero para llevarle a su familia.

El pasado 25 de agosto el INEGI publicó el valor de la producción de las empresas constructoras y el resultado como lo estará haciendo en este momento el informe de AMLI, no pinta nada bien (aunque él tenga otros datos). Y es que de febrero para acá se han perdido más de 76 mil puestos en la industria de la construcción. Pero el problema no se lo podemos echar a la pandemia y es que el sector, así como muchos otros pilares del país, han venido a la baja, en comparación anual en el mes del amor y la amistad, la construcción ya estaba un 15% debajo del año pasado, para que junto a la pésima estrategia en tiempos del COVID, hemos llegado al catastrófico 36%.

Pero Mufasa ya lo decía, la vida es un ciclo y existirán estados que aprenderán a rascarse con sus propias uñas, Guanajuato por ejemplo. Si bien orillados a pedir una deuda de más de 5 mil millones de pesos, de los cuáles se han prestado ya 2750, apoyándose en el incremento de impuestos cedulares y del impuesto sobre nómina del 2 al 2.3%, esto claro, bien planchado y con la venia del empresariado guanajuatense. Pero este impuesto sólo dará un total de 600 a 800 millones de pesos en este año, por lo habrá que echar mano de un préstamo del banco.

Bueno o malo, sólo el tiempo lo dirá, por el momento son 6 mil 500 millones de pesos a invertir en la obra pública en este plan que seguramente abarcará también un tramo del 2021, pero que todos en la construcción pedíamos a gritos. Después de la tormenta perfecta dónde la inversión internacional se frenó entre la chaineada que se le hizo al tratado de libre comercio y la desconfianza de que un dia se levante de malas el presunto presidente de México y cancele alguna otra obra como lo era el NAIM, la austeridad republicana que sólo ha generado más pobres y menos emprendedores y como gota que derramo el vaso la peor crisis económica y sanitaria a nivel mundial. El territorio, esperemos, lo construimos todos.

Sólo fueron 8 meses los que se le desfasaron al gobernador Diego Sinhue en la presentación del plan de obra pública para el estado. Ocho de doce. Lo bueno, lo malo y lo feo: lo bueno es que la presentación no detuvo la inversión o la construcción de diferentes proyectos desde meses atrás, lo malo es que apenas nos venimos a enterar de cuál es el plan de esta administración para los trabajos en todo el estado, lo feo es que el baro para el trabajo de este año es meramente estatal y esto obliga a que tengamos que contratar deuda para no dejar sin trabajo al sector de la construcción.

Todos añoramos aquellos ayeres en que éramos felices pero no lo sabíamos, desde el dólar a 12, las tortillas a 7 y la gasolina a precio suficiente para llenar el tanque, nuestra única preocupación era ver la siguiente comedia del presidente 100% guapo 0% ha leído un libro, Peña Nieto. Pero para nosotros en la industria de la construcción se ha convertido en algo serio. Desde aquellos empresarios que con todo el pesar hemos despedido a su plantilla laboral o hasta aquellos héroes albañiles y chalanes que ahora buscan una entrada de dinero para llevarle a su familia.

El pasado 25 de agosto el INEGI publicó el valor de la producción de las empresas constructoras y el resultado como lo estará haciendo en este momento el informe de AMLI, no pinta nada bien (aunque él tenga otros datos). Y es que de febrero para acá se han perdido más de 76 mil puestos en la industria de la construcción. Pero el problema no se lo podemos echar a la pandemia y es que el sector, así como muchos otros pilares del país, han venido a la baja, en comparación anual en el mes del amor y la amistad, la construcción ya estaba un 15% debajo del año pasado, para que junto a la pésima estrategia en tiempos del COVID, hemos llegado al catastrófico 36%.

Pero Mufasa ya lo decía, la vida es un ciclo y existirán estados que aprenderán a rascarse con sus propias uñas, Guanajuato por ejemplo. Si bien orillados a pedir una deuda de más de 5 mil millones de pesos, de los cuáles se han prestado ya 2750, apoyándose en el incremento de impuestos cedulares y del impuesto sobre nómina del 2 al 2.3%, esto claro, bien planchado y con la venia del empresariado guanajuatense. Pero este impuesto sólo dará un total de 600 a 800 millones de pesos en este año, por lo habrá que echar mano de un préstamo del banco.

Bueno o malo, sólo el tiempo lo dirá, por el momento son 6 mil 500 millones de pesos a invertir en la obra pública en este plan que seguramente abarcará también un tramo del 2021, pero que todos en la construcción pedíamos a gritos. Después de la tormenta perfecta dónde la inversión internacional se frenó entre la chaineada que se le hizo al tratado de libre comercio y la desconfianza de que un dia se levante de malas el presunto presidente de México y cancele alguna otra obra como lo era el NAIM, la austeridad republicana que sólo ha generado más pobres y menos emprendedores y como gota que derramo el vaso la peor crisis económica y sanitaria a nivel mundial. El territorio, esperemos, lo construimos todos.